sábado, 5 de noviembre de 2011

Donde las águilas se atreven (1968) – Brian G. Hutton

El director Hutton presenta una historia que cuenta, como uno de sus atractivos, a los duros Richard Burton y Clint Eastwood encabezando el reparto, y encabezando una brigada aliada, británico el primero, norteamericano el segundo, en los días de la Segunda Guerra Mundial, que deben rescatar a un general yanqui caído en las garras de los nazis. Correctas las actuaciones de ambos entonces jóvenes actores, que es una de las cosas que dan realce a una película que tiene momentos de interés, que llega a enganchar al televidente, pero que también, valgan verdades, tiene momentos tediosos, de innecesario alargamiento, que pueden hacer que más de uno se pierda o sienta volar su mente por otros senderos.

      


Comienza la acción, y se informa que un alto general yanqui ha sido capturado por los nazis, es Smith (Burton) el seleccionado para liderar el escuadrón encargado de recuperarlo, en cuyas filas está Schaffer (Eastwood). Se enrumban pues en su misión, que más de un misterio oculta, y caen en paracaídas en las gélidas zonas germanas, tierras con las que Smith y Schaffer se van familiarizando, y tendrán el apoyo de algunos agentes encubiertos, como la hermosa Mary (Mary Ure). Encubiertamente trajeados con los uniformes nazis, se mueven entre ellos, liquidan algunos, investigan y generan alguna discordia entre ellos. Se acercan a la inexpugnable mansión donde está recluido el general, son hábiles y experimentados, y con ayuda de sus encubiertas, avanzan en territorio enemigo. En una secuencia repleta de revelaciones, sorpresas, tretas y ardides, Smith finge ser agente encubierto nazi, engaña a todos y extrae información vital, y de paso elimina a mandatarios de la milicia germana. Este engaño genera la furia de los alemanes que los persiguen incansablemente. Tras la larga y aparatosa persecución, descubren al traidor máximo, que estaba entre sus propias filas, y ante la luz de las evidencias, se suicida.



Me parece, en líneas generales, innecesariamente larga la película, pues sus más de 150 minutos pueden llegar a resultar por momentos tediosos, sobre todo cuando la historia central es más bien compacta, y podría ser narrada en una extensión mucho menor de tiempo. Cierto giro de interés toma la película cuando las revelaciones son hechas, y los actores principales no desentonan, por lo que el filme no se ahoga completamente en ese tedio mencionado. No le veo otros atractivos llamativos a este título. 




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