miércoles, 29 de febrero de 2012

Kramer vs Kramer (1979) - Robert Benton



Conmovedora película norteamericana la que nos presenta el director Benton, con la que nos retrata  la historia de un atormentado padre, que de pronto se ve abandonado por su esposa, con un hijo pequeño a cuestas, deberá ingeniárselas y prácticamente hacer malabares para poder criar a su vástago, mientras lidia con su trabajo, y además de la desconsiderada madre que regresa tiempo después, a buscar al hijo de vuelta. Cinta demoledoramente exitosa en los Oscar de 1979, aún decentes premios por entonces, la cinta es entrañable, digerible y disfrutable, con actuaciones ciertamente serias y destacables. La película significaría al fin el codiciado reconocimiento para el intérprete del padre, un joven por esos años Dustin Hoffman, que fracasó en sus tres anteriores nominaciones, pero acabaría en esta oportunidad ganando el primero de sus hasta el momento dos galardones. Asimismo, Meryl Streep ganaría la estatuilla por Mejor Actriz de Reparto, iniciando una seguidilla impresionante de nominaciones, que contrastan con los tres Oscar que ha obtenido hasta ahora, sin que esta sea poca cifra, ni mucho menos. Y, por supuesto, terminaría la cinta alzándose con los reconocimientos a Mejor Película y Mejor Director, para Robert Benton. Una cinta inolvidable en tierras yanquis, que no deja de ser agradable de ver, conmovedora y por momentos enternecedora, es un aceptable jercicio de cine estadounidense, con serios actores, cuando en Norteamérica todavía se hacía cine decente.

   


Una mujer (Streep), que habla con su hijo, ella se está despidiendo. Momentos después, llega a casa el padre de familia (Hoffman), y se topa con la sorpresa de que su esposa lo abandona, tiene la valija hecha, la decisión está tomada. El padre, Ted Kramer, llama entonces a una amiga de ambos, Margaret Phelps (Jane Alexander), se desahoga, pues tras largo tiempo matándose trabajando, cuando al fin llegaba su mejor momento en ese aspecto, recibe tamaña noticia. Por la mañana, protagoniza un caótico intento por desayunar y alistar a su confundido hijo, Billy (Justin Henry) para la escuela. Él, publicista, tiene la más grande oportunidad,  su jefe lo necesita centrado en ello al 100%, pero le es muy difícil trabajar y hacerse cargo de Billy él solo, que siente la ausencia de su madre, mientras Ted va estrechando su relación con Margaret. Ocho meses pasan rápidamente, y en el trabajo las cosas solo empeoran, ha ido paulatinamente fallando en cruciales circunstancias, y en casa no es mucho mejor. Pero padre e hijo van saliendo adelante, se quieren, siguen  juntos a su manera, comienza Ted a salir con una compañera del trabajo.




Billy se lastima con relativa seriedad el rostro, jugando en un parque. Entonces viene lo peor para Ted, pues aparece repentinamente, tras quince meses, Joanna, ahora trabaja, afirma estar emocionalmente más estable, y quiere tener a Billy con ella. Poco después, Ted es despedido de su trabajo, ha arruinado oportunidades importantes. Emprende desesperada búsqueda de otro trabajo, y lo consigue, aunque con una reducción de sueldo. Parece estabilizarse Ted, mientras Joanna los vigila clandestinamente. Se inicia el juicio, donde ella afirma haber superado una fase difícil con Ted, haberse superado, y que está lista y deseosa de criar de nuevo a su hijo, pero el abogado de Ted le achaca su inconstancia e inestabilidad. Margaret también declara, apoya a Ted, y cuando éste lo hace, se le dificultan el panorama. Finalmente pierde el juicio, perderá la custodia de Billy, con quien ya han perfeccionado su estilo de vida; acostumbrado el uno al otro, nuevamente sufre Billy. Llegado el día de irse el hijo con su madre, mientras la esperan, de pronto se presenta Joanna, que ha recapacitado, entiende que el hogar del niño esté ahora con su padre, y no se lo lleva, lo deja con Ted.




Agradable película que nos retrata el duro drama por el que atraviesa el padre, un yanqui promedio, el típico adicto al trabajo, que ve seriamente perjudicada su familia por ello, ha laborado duro durante años, y finalmente la gran oportunidad laboral ha llegado, pero ha descuidado notablemente a su esposa. Es en esos cruciales momentos, que su esposa decide comunicarle que lo abandona, se desató una pesadilla entonces, el trabajador debe hacer de madre, y trabajar a la vez, un desafío que parecerá irrealizable al inicio, todo va de mal en peor, pero termina dominando el estilo de vida, todo por amor a su hijo, un intenso drama en el que, como siempre, el que más pierde es el inocente infante. Es una historia bien narrada y puesta en escena, que tiene como una de sus piedras angulares, las sólidas actuaciones de sus intérpretes principales, con un joven Dustin Hoffman serio, correcto y metido en el papel, con cuotas de intensidad en su sufrimiento cuando es necesario, de gravedad y solemnidad también, uno de los actores yanquis más dignos de respeto que se haya visto en las últimas décadas fue premiado con justicia por su apreciable interpretación del padre de familia que lucha contra todo y contra todos. Creo conveniente señalar aquí que el éxito de la película descansa también sobre un muy buen guión, mérito éste de Robert Benton, que adapta la novela homónima de Avery Corman de 1979, y es preciso señalar, que en esta película se hace patente la forma cómo, naturalmente, siempre habrán distancias, muchas veces insalvables, entre cine y literatura, pues el universo y sufrimiento, el drama que desprende la novela de Corman, en muchos aspectos no llega a ser captada en la cinta, sintiéndose particularmente no plasmado como en la novela, el mundo de Joanna, que a continuación se aborda.






Al otro lado del drama, opuesto a Ted, está la también oscarizada Meryl Streep, cuyo papel, si la intención del personaje era despertar desprecio en el espectador, pienso que fue exitoso, una irresponsable yanqui que se siente abandonada, nada del otro mundo, pero que se va del hogar sin mayor consideración, abandona completamente al padre e hijo por más de un año. Y luego de que se tranquilizó, de que encontró su equilibrio interno, pretende arrebatarle al buen Dustin el hijo con el que tanto ambos han luchado juntos por salir adelante, y encima gana el juicio; naturalmente, es la despreciable villana. Resulta inevitable esta sensación, por el tratamiento, bastante superficial, sumamente somero que se le da en la cinta, su personal universo, su personal disyuntiva y drama, no es abordado debidamente, nunca se acerca en la cinta a lo que se profesa a ese respecto en la novela, y puede por eso malinterpretarse este personaje, tan importante en la novela, pero, como se ha dicho, son algunas de la distancias de cine y literatura, más patentes en ciertas películas que en otras, esta cinta está en el primer grupo, al menos en ese apartado. Era necesario pues, matizar las primeras líneas de este párrafo. La actuación de Streep es correcta empero, dentro de los límites señalados, y, al igual que Hoffman, explota en intensidad y emoción cuando el momento es el adecuado, intensifica su actuación cuando es preciso, la dupla actoral es notable, y alcanzaría la Streep el primero en su cuenta personal de los Oscar, registro que se ha visto incrementado hace escasas horas, ganando el tercer galardón, de una actriz que hace rato apunta a la leyenda contemporánea. La múltiple galardonada cinta incluso acaparó nominaciones para el pequeño, Justin Henry, y Jane Alexander, pero solo los más importantes triunfaron. Un apartado también destacable de la cinta viene a ser la música, el exquisito concierto para mandolina del genial Antonio Vivaldi invade la película, oímos su sensible melodía repetidas veces, parsimoniosa y armoniosa, hermosa pieza musical que dota de delicada sofisticación a la historia, y enmarca diversos momentos, emotivos, conmovedores, lúdicos, etc, la omnipresente melodía de Vivaldi se adueña de la película, y la distingue con exquisito tono clásico. Es en la cocina de la casa de Ted, donde la pesadilla empezó, con su caótico intento de desayuno con su hijo, que todo parece que terminará; cuando desayunan otra vez, ya perfeccionadas sus vidas, ya pulida la relación de padre e hijo, la conmovedora cinta tiene un final algo abrupto, pero que no deja de ser agradable. Tras recapacitar Joanna, afirma que dejará a su hijo con su padre, se interna en el elevador para hablar con Billy, y es todo, la cinta ha terminado, pero está bien, pues lo importante ya ha sido narrado, y oímos para cerrar, como lo hicimos al inicio, la mandolina de Vivaldi. Memorable película, un pequeño clásico yanqui, tremendamente exitoso y ganador, buena muestra de un cine aún aceptable, digerible y decente que se solía hacer en tierras del tío Sam.







martes, 28 de febrero de 2012

Solo ante el peligro (1952) - Fred Zinnemann

Singular western el que se encarga de poner en escena Fred Zinnemann, en el que queda plasmada una historia de cierta emoción, algún que otro vuelco que aumenta el interés en la misma, pero que lamentablemente tiene un final tan abrupto y simple que deja un sabor de insatisfacción, al menos esa fue la primera impresión que tuve luego de visionar la película. High Noon es la historia de un experimentado sheriff, un alguacil que después de muchos años sirviendo al pueblo donde nació, ha decidido llevar a cabo una especie de jubilación, pues se casa con una hermosa mujer, se está yendo del pueblo para su luna de miel, pero de pronto, se desata la noticia de que un temible delincuente ha sido liberado, y que está por llegar al pueblo. Este pistolero tiene cuentas que saldar con el alguacil, y ante esto, el férreo hombre de ley cambia de parecer, y se queda a poner orden, aún cuando el pueblo entero le de la espalda para enfrentarse al pistolero, y más de una sorpresa saldrá a la luz. La cinta llega a despertar por momentos emoción e intriga, y está interpretada por un ya por entonces añoso Gary Cooper, como el recio sheriff, Lloyd Bridges como allegado al alguacil, y la siempre hermosa y fulgurante Grace Kelly, como la sufrida esposa que debe soportar cómo su marido se enfrenta a una situación suicida, escasos minutos después de haberse casado.

             


Inicia la acción en alguna parte del oeste yanqui, un rancho, en el que unos vaqueros cabalgan, y mientras se desplazan por la locación desertan cierto recelo y temor en los habitantes, parecen ser malhechores. En otra parte, en una iglesia, una boda se está llevando a cabo. Se trata de Will Kane (Cooper), el saliente alguacil del pueblo, que se casa con Amy Fowler (Kelly), pero poco después de haberse casado, se entera de que un temible pistolero ha sido liberado. La pareja parte a su luna de miel, mientras la noticia de la liberación de los maleantes ya se ha esparcido, y Kane entonces, da media vuelta al carruaje y regresa, no puede irse. El propio Kane se encargó de encarcelar al bandido principal, Frank Miller, ahora libre, y él afirma que tiene que quedarse, una contrariada Amy termina por irse sola. Hay mucha expectativa por Miller, hasta el juez que lo condenó está atemorizado, y el nuevo alguacil, Harvey Pell (Bridges) renuncia, pues tiene diferencias con Kane, es por su mujer, la mexicana Helen Ramírez (Katy Jurado), ex amante del alguacil. El miedo se sigue esparciendo, mientras Amy espera el tren para irse, y la gente la reconoce como mujer de Kane. Solo un hombre se suma a la causa de Will en el pueblo, todos están temerosos.




Entonces Helen también prepara sus cosas y pretende irse, ella tiene un pasado con el propio Miller, además de Will, y paralelamente, unos secuaces de Miller esperan su llegada. Kane intenta reclutar efectivos para hacer frente al bandido y los suyos, pero nadie lo apoya, ni siquiera sus amigos, así de temido es el pistolero. Llega incluso a interrumpir una misa y hablar a la congregación, la gente debate, pero no llegan a nada, inclusive el envejecido y antiguo sheriff, le dice a Kane que sus acciones no valen la pena. Kane duda en su resolución, pelea con Harvey, se entrevista con Helen, hasta el único que lo apoyaba, abdica al verse solo, está Kane completamente abandonado, y la hora del tren en el que viene Miller ha llegado, sus secuaces aguardan expectantes. Llega finalmente Miller (Ian MacDonald), Amy y Helen abordan el tren que las sacará de ahí, y finalmente Miller se reúne con su gente. Ya en grupo, atacan a Kane, y cuando está por ser sometido, impensadamente Amy, que bajó del tren, lo ayuda, e incluso, después de ser inicialmente cebo usado por Miller para atraer a Kane, ésta estorba al pistolero, y el sheriff mata a Miller, todo ha terminado.




Cinta digerible, un western bastante sencillo, liviano, en el que un idealista alguacil, viejo y curtido con los años, tiene una inquebrantable voluntad de servicio, afirma que tiene que quedarse en el pueblo, y aún cuando apenas han pasado unos minutos, acaba de casarse con una bellísima mujer, estando a punto de ir a su luna de miel, decide regresar y enfrentar al bandido. Todos le aconsejan que se vaya, que su misión es suicida, y ciertamente lo es, enfrentarse a un más que temible pistolero, y su banda, él solo, es algo demasiado temerario. Pero él se queda por su pueblo, por su gente, realizando algo que ya no es su obligación, renuncia a su luna de miel y vuelve al infierno. Representa la última dignidad del pueblo, el último ápice de valor y amor propio, pero todos le dan la espalda. La película tiene correcto ritmo durante buena parte de su rodaje, pero es inevitable no sentir demasiado sencillo el final, extremadamente simple, pues después de pasar el filme entro temblando todos por el temible pistolero, como si esperaran al diablo mismo, la bella Amy, con una breve participación, lo distrae y el terrible Miller muere, la espera de más de una hora se resuelve en escasos segundos, y el final cae tan pronto como la misma muerte del bandido, dejando inevitablemente amargo sinsabor de la cinta. Un correcto Gary Cooper interpreta al alguacil, una novicia pero siempre bella Grace Kelly a su mujer, y se la siente aún novicia, aún bisoña, se siente liviana su actuación, pero solo verla es ya un deleite, joven y radiante, aunque sea en blanco y negro, sin apreciar sus blondos cabellos. Notable además la actuación de una siempre recia Katy Jurado, la mexicana que desborda intensidad, reconocida y mítica mujer de armas tomar. Liviano western, evidentemente no es la especialidad del director, pero con algunos alicientes actorales, se realza algo de lo soso y desabrido que resulta el desenlace.







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