La década de los 80 una de las menos productivas cinematográficamente hablando para Al Pacino, participó en contados títulos, y todos de modesto éxito sin mayor relevancia, a pesar de ser la década inmediatamente posterior a los inmortales clásicos de El Padrino (1972 y 1974). Esta película podría considerarse como la que resaltó dentro de los cinco filmes ochenteros que realizó, y el que mejor acogida tuvo por parte del público y la crítica. Sea of Love, Prohibida obsesión o Melodía de Seducción, es un muy atractivo thriller policial, en el que veremos al estupendo Pacino encarnando ese tipo de personaje que repetidas ocasiones realizaría, un policía. Para esta oportunidad el policía Pacino investiga un intrigante caso de asesinatos en serie, siempre con las mismas características, las victimas, hombres todos, son encontrados desnudos en su cama, boca abajo, y son liquidados de un disparo en la nuca. Pacino hará dupla con el gordo John Goodman para tratar de descifrar el confuso caso, y en su camino el buen Al se enredará con una mujer fatal, la por entonces joven y sensual Ellen Barkin, poniéndole la dosis de erotismo al filme. La cinta tiene más de un momento emocionante, correctas actuaciones y una trama sólida, que no deja nunca nada resuelto, que siempre tiene al espectador trabajando por su cuenta en el caso, y que solamente al final da un respiro liberador, cuando todo haya sido ya desenmarañado. La cinta termina por tener nota aprobatoria, y con creces, es, como se dijo, la película más rescatable de una década algo alicaída para uno de los mejores actores yanquis de las últimas décadas.
Nos situamos en Nueva York, un hombre está desnudo sobre su cama, boca abajo, y una oscura silueta, mientras pone la canción, “Sea of Love”, le dispara en la nuca. Poco después, vemos al oficial Frank Keller (Pacino), que dirige una operación policial encubierta, capturando a numerosos delincuentes con la mentira de una selecta reunión con los Yanquees de Nueva York. Se dedica Keller también a las actividades forenses, en las que comparte equipo con otro policía, casado con su ex mujer, revisan el primer cadáver, y poco después se produce otro asesinato, en idénticas circunstancias. El detective Sherman (Goodman), también trabaja con Keller, son amigos, éste último tiene presión por la situación con su ex esposa, pero en el caso, contacta con una mujer que se comunicó con la primera víctima poco antes de la muerte. La mujer lo contactó a través de los nuncios sentimentales en periódicos. Con esta pista, elaboran su estrategia, buscan todos los anuncios que contengan poesía, pues así fueron muertos los dos primeros, y el tercer sujeto se hace el desentendido, afirma no tener ese tipo de contactos sentimentales. La estrategia de los policías no es bien recibida por su jefe, pero entonces el tercer hombre es liquidado de igual forma. Ante esto, su jefe acepta su plan, publican un aviso con poesía, y las mujeres que responden, son sospechosas.
Entonces se citan con ellas, obtienen huellas digitales que comparan con las encontradas en las víctimas, pero ninguna coincide. Una de las citadas es Helen Cruger (Barkin), que rechaza inicialmente a Frank, pero la encuentra a los pocos días, ella propicia el encuentro, y pese a no existir chispa en su primer encuentro, consuman en el segundo, su atracción. Frank se deja llevar, no la considera sospechosa, e incluso elimina sus huellas sin analizarlas, y poco después ella se entera que es policía. Frank se enamora más de lo que piensa de la sensual Helen, finalmente analiza a la mujer, y tiene historial limpio, se involucra más con ella, no le importa que tenga una hija, y hasta la propone que vivan juntos. Pero cuando encuentra en su casa unas hojas de periódicos resaltando los avisos de las tres víctimas, la intriga se revive e intensifica. Frank la confronta por los tres muertos, pero no llegan a nada, pelean, y sin demora, sorpresivamente alguien toca a la puerta de Frank, Resulta ser el ex esposo de Helen, un desviado que eliminó a todo aquel que contactó sexualmente con su ex mujer, sostiene una intensa pelea con Frank, pero el policía termina imponiéndose y el asesino muere. Un tiempo después, Helen se ha alejado de Frank, él la persiguió por meses, sin resultados, pero entonces, la vuelve a abordar, logran amistarse, y terminan juntos.
Efectivo y atractivo thriller, que explora el sórdido mundo de unos asesinatos en serie que parecen tener una solución relativamente anunciada, pero no lo es para nada, y se juega con las bizarras situaciones de los asesinatos, todos desnudos, boca abajo en la cama, con un disparo letal en la nuca. Sin mayores pistas que esas escasos indicios, el misterio e incertidumbre se mantiene hasta el final, sin certeza de lo que ha sucedido, ni de lo que sucederá, y esto se incrementa con la llegada de la Barkin, que permanece como una incógnita durante buena parte de la película, llegando incluso a parecer la obvia asesina, pero esto no hará más que hacer mayor la sorpresa al final. A la Barkin se le debe buena parte del éxito de la cinta, combinando su sensualidad con la incertidumbre, las tonadas de sax, sumadas a alguna secuencia de memorable erotismo por parte de una desinhibida y atrevida Barkin, esa intensa sexualidad se amalgama a la intriga de las muertes, y la combinación letal de sexo y muerte se vuelve irresistible, hacen que hasta un curtido oficial como Keller se pierda en la nebulosa de erotismo, y vuelve célebre a la cinta dentro de su género. A ese respecto, Pacino es ya un actor soberbio a esa altura de su carrera, curtido, serio, dominador de las situaciones, y la cámara hace un correcto trabajo explorando sus graves gesticulaciones, es uno de esos papeles idóneos para él, que cumple, como siempre, con suficiencia y elegancia. Muy atractivo thriller detectivesco, que tiene como eje central a la canción que da título al filme, Sea of Love de John Phillip Baptiste, conocido como Phil Phillips. Buenas actuaciones, filme detectivesco con buena trama, intriga y sensualidad intensa unidas, dan como resultado una película muy disfrutable.
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