Cinta de lo que podría llamarse el inicio del periodo intermedio del incontenible maestro Hitchcock, periodo inmediatamente posterior al que ya había iniciado su tan extensa filmografía, con sus conocidos trabajos en el cine mudo, pero aún mucho antes de arribar a tierras yanquis y generar varios de sus filmes cumbres, y es por esta cercanía a aquellos días de antaño que es tan particularmente atractiva, valiosa y llamativa. En esta oportunidad, The 39 Steps conforma también parte de un reconocido y selecto grupo de sus obras previas aún a la mencionada etapa de mayor madurez, es una cinta de constante referencia a su etapa previa a dicho estadío. Con su característico estilo, de narración directa y sin ornamentos realmente innecesarios, nos adentra en la historia de un personaje que se ve envuelto en una gran confusión, cuando sea tomado por un individuo que no es, originando esto una persecución que lo obligará a una escapada, una fuga sin cuartel, en la que se relacionará con una mujer casada, y donde, claro, la dosis de romance se concretará. Es más que agradable esta cinta, donde apreciaremos un estilo del director que ya está cuajado, ya están delineadas sus principales directrices que regirían buena parte de toda su carrera, y está aún por encontrar el camino de su máxima madurez y desarrollo, es un momento singular, vemos al gran maestro en su etapa intermedia, y él, como siempre, no nos decepcionará.
Al iniciarse la acción, se está realizando un espectáculo, donde un personaje con supuesta privilegiada memoria es la principal atracción. De pronto, se desata misteriosamente una balacera, tras la cual, un hombre llamado Hannay (Robert Donat) se conoce con una mujer de nombre Anabelle, y nace cierta química, la mujer afirma ser una espía perseguida, que tiene información de vital importancia sobre la fuerza aérea yanqui, y que debe movilizarse con premura a Escocia. Al amanecer, dos sujetos acechan afuera de su residencia, y ella es eliminada. Él, con ingenio, logra escapar. Aborda un tren que lo lleva a Escocia, en el periódico ya hay noticias sobre el asesinato ocurrido, él es perseguido y sindicado como asesino, y escapa, pese a que una rubia lo delata con la policía. Ya en Escocia, comienza a buscar al hombre que Anabelle también buscaba, y se aloja con una pareja, donde la mujer, llamada Pamela (Madeleine Carroll), es hospitalaria y lo encubre. La policía aún loa busca, por lo que sigue escapando y moviéndose furtivamente.
Llega hasta la casa del hombre buscado, donde es escondido, este personaje ya lo sabe todo, pero Hannay acaba siendo delatado con la policía, y, en una singular secuencia, elude a sus perseguidores, les pierde el rastro. Pese a su ingenio, es reconocido por los custodios, por lo que sigue huyendo con Pamela, a quien ahora está esposado, y se alojan en un hotel, haciéndose pasar por una pareja. Lógica e inevitablemente, pasan tiempo juntos, y van conociéndose, se van generando divertidas situaciones con el ama de llaves, hasta que se liberan. Pamela, reacia y algo arisca al inicio, va cogiéndole cariño a Hannay, mientras ambos continúan con su frenético escape, y paralelamente, en los medios se enteran que un sujeto desea salir del país, esta operación se conoce como los 39 pasos (The 39 steps), luego de lo cual se dirigen hacia un teatro. Continúa la persecución, y en el teatro, la atracción es nuevamente el supuesto Funes, el memorioso resulta eliminado por hablar demasiado, él era quien llevaba el secreto de la supremacía aérea, y antes de fenecer, transmite la información, liberando finalmente a Hannay de la persecución.
Apreciable cinta en la que el realizador sigue siempre mostrando su inconfundible estilo, suspenso directo y puro, al grano, frenéticas situaciones, persecuciones, angustia y el peligro que respira en los talones de un sorprendido personaje, un personaje de la puerta de al lado, que ve su rutina modificada de manera inverosímil, sin mayores explicaciones, se ve inmerso en las más impensadas circunstancias. Es un suspenso que no necesita llegar a lo grotesco, la incógnita y el misterio se plantean desde el inicio, nunca son resueltos, son el motor de todo lo sucedido, y finalmente, por supuesto, todo es esclarecido. Otro aspecto remarcable y notable de la cinta es el manejo de la cámara, sobre todo en un momento en el que el maestro no hace mucho había salido de su etapa en el cine mudo. Así, por ejemplo, en determinados momentos presenciaremos unos acercamientos de la cámara, primeros planos de un teléfono antes de que éste suene, centrando inevitablemente nuestra atención en ese detalle, el teléfono, no tenemos otra opción que centrarnos en el aparato, para luego realizar el alejamiento y volver a la acción general, se observa un gran trabajo de cámara en 1935, y el maestro sigue utilizando su instrumento, que se desliza sutil pero con determinación, realiza una notable exploración, con el debido sosiego desde determinados ángulos. La luz también juega un rol importante, se aprecia una iluminación específica, que resalta y enfoca, otra vez, nuestra atención en determinado detalle, el genial Hitch es bastante meticuloso en este estadío suyo. Se da el tiempo asimismo para insertar cierto humor en el filme, como las secuencias con los protagonistas esposados, difícil situación en la que el realizador mezcla su “benigno” suspenso con un humor ligero, notable. Ciertamente infaltable obra para alguien que se considere seguidor de este imprescindible cineasta.
van a la casa de ella... Van a casa de él. Deberías revisar otros datos de los que incluyes, tu comentario contiene numerosos errores.
ResponderEliminarHe revisado la mejor fuente: la cinta misma. Ignoro a qué errores te refieres, ojalá los señalaras, pues el único errado pareces ser tú.
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