El británico Schlesinger da una muestra de lo fino que puede ser el cine inglés en las décadas recientes, entregando una muy apreciable película que explora un drama enmarcado en el mundo musical, encarnado en una madura mujer, maestra de piano, que debe entrenar a un adolescente hindú, prodigio del instrumento, desarrollando más que una sola relación maestra-alumno, y donde se irá descubriendo su compleja personalidad, traumas y obsesiones. Para esto, cuenta el realizador en el papel principal con una excelente actriz, una Shirley McLaine que encarna a la perfección a la maestra de piano, atormentada y sola, su imponente actuación, sumada a la muy buena dirección del británico, integra este sólido filme, que se realza por las sutiles imágenes del director, la delicada narración visual de la cámara, y unos viajes surreales breves que nos muestran los traumáticos recuerdos de la maestra. Una muy buena probada de lo que es el cine británico contemporáneo.
Madame Irina Sousatzka es una maestra de piano, imparte clases en un edificio donde aloja inquilinos, y recibe solamente a estudiantes de gran habilidad en la música. Es visitada por Sushila Sen (Shaban Azmi), una mujer de origen hindú, que se ha mudado de la India a Inglaterra con su hijo de quince años, que es un prodigio del piano, y en el que tiene depositadas muchas esperanzas para el futuro. Indecisa al inicio, acepta al joven Manek (Navin Chowdhry), lo adopta como su estudiante, lo entrena, no solo en la música, pues también lo viste elegantemente, y lo trata bien, mientras a otros estudiantes los atormenta. En casa de Sousatzka, también vive una atractiva inquilina que le llama la atención al niño. Se va desarrollando un mutuo cariño entre el alumno y su maestra, ella lo exhorta a practicar sin parar, mientras el municipio le hace problemas a Sousatzka por unas licencias que debe tener su edificio. Comienza a pasar más y más tiempo con su mentora, ella lo vuelve casi su protegido, le enseña modales y etiqueta, e incluso Manek se queda a dormir los fines de semana en su casa y practica en su fino piano, y esta cercanía hace que su madre se ponga celosa. Su estilo comienza a mejorar, y llama la atención de la atractiva inquilina, mientras empiezan a manifestarse, en soledad, los traumas de madame Sousatzka, la constante presión que recibía de su madre para tocar el piano.
Mientras su madre continúa sintiéndose relegada, Manek sigue mejorando, su profesora se siente orgullosa, pero a la vez llama la atención del novio de la inquilina, que es un agente representante de artistas, pero madame Sousatzka no ve eso con buenos ojos. Por otra parte, la madre de Manek atraviesa problemas en su negocio, preparando comida india, las deudas comienzan a dificultar sus vidas, y eso crea ansiedad de ver a Manek de una vez tocando en conciertos y ganando dinero, pero esa sola idea desquicia a la madame, que considera que no está listo. La presión comienza a afectar a Manek, que discute con su mentora y se va, mientras ella se reencuentra con un antiguo pupilo con quien ella también creó lazos, pero él la abandonó para tomar un rumbo comercial. Ahora, años después, ella está triste y sola, y llora con él. El agente sigue convenciendo a Manek que su momento ha llegado, y los problemas por el edificio se agravan, pero Manek regresa con su maestra, se amistan a través de la música, es su mundo, su lenguaje. Finalmente decide tocar en conciertos, generándose una ruptura con madame Sousatzka, y ella, contra su orgullo, va a verlo tocar, lo observa con un poético rostro, mientras él, en su debut, toca mal, y ella siente una identificación plena con sus traumas de juventud. Ella piensa que después de eso él volverá con ella, que todo volverá a ser como antes, pero al final, él también la abandona, mientras ve acercarse a su antiguo pupilo, que le trae a un nuevo y joven aprendiz.
Muy completa la película de Schlesinger, con una serena narración, y una cuidada y armónica estética, sobre todo retratando los ambientes aristocráticos y sofisticados en los que se mueve madame Sousatzka, pues el lenguaje del director brilla particularmente en esas secuencias, y es ahí donde más muestra la fina escuela británica, heredero de Greenaway. La refinada música de los clásicos, Beethoven, Schumann, se vuelve la narración auditiva por excelencia, retrata con soberbia intensidad las secuencias más impactantes, las efímeras pero fuertes secuencias de los traumas de madame Sousatzka, cuya madre la presionó sobremanera cuando era adolescente, y esa presión generó que tocara en conciertos antes de tiempo, arruinándolo todo, y generándole profundos traumas. A esto se suma una inteligente narración de la cámara, que, aunque pocas veces, hace unos correctos seguimientos de los personajes, de los movimientos de ellos, es una sutil narración que realza la elegancia de ese lenguaje, y realza el estilo británico del que es heredero Schlesinger. Asimismo, la actuación de Shirley McLaine es un auténtico regalo, encarna magistralmente a la madura maestra de piano, elegante, distinguida, fría y virtuosa, su personaje va adquiriendo intensidad y complejidad cuando se va desnudando su psiquis, sus traumas, su soledad, sabemos de dónde viene esa intensa impulsividad, y la McLaine hace que todas esas piezas encajen a la perfección. Gran película, gran muestra de una escuela consolidada y que tiene exponentes de muy alto nivel.
Qué película tan bella y emotiva. ¡y qué música! Lástima que sea tan difícil conseguirla, particularmente los subtítulos ya que sólo los he localizado en turco. Es increíble que haya quedado tan olvidada!
ResponderEliminarYa la han reeditado con subtitulos en español, portugués, etc.
EliminarLa acabamos de comprar.
Persevera, el filme vale la pena.
Eliminarmuy linda pelicula lastima que no se como verla nuevamente por este medio!!!
ResponderEliminarBúsqueda en la web, o a tu proveedor de cine clásico e independiente.
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