domingo, 11 de diciembre de 2011

La Tumba de Ligeia (1964) – Roger Corman

El estadounidense Corman prosigue con esta cinta con su nutrido historial de adaptaciones de obras del inmortal Edgar Allan Poe al cine, conjunto de obras por las que lograría merecido reconocimiento, sobre todo por que utilizaría en muchas de esas adaptaciones al legendario Vincent Price, uno de los actores santo y seña del cine del género. En esta oportunidad, también utilizando al gran Price, el realizador pone en escena el cuento de la Tumba de Ligeia, narración que no cuenta con algunos de los elementos más reconocibles del realizador utilizados en la mayoría de estas adaptaciones, y es que la historia misma se diferencia de otros cuentos previamente adaptados, contiene elementos diferentes, pero siempre está impregnado de ese ambiente de suspenso envolvente, de descomposición, de que todo ha sido corrompido por un ente maligno, y el cineasta yanqui es ya curtido en esa nada sencilla labor de capturar todo el oscuro universo de Poe. La cinta, sin llegar a alcanzar el nivel de delirio de otras adaptaciones de Corman, consigue ser una propuesta muy decente, correcta adaptación del relato de Poe, y por supuesto, contando con la presencia de Vincent Price, los bonos de la misma se ven realzados muy positivamente.

       



La acción comienza con unos individuos que cargan un ataúd hacia su fosa, donde debe ser depositado el cadáver de Lady Ligeia (Elizabeth Shepherd), pero su esposo, Verden Fell (Price), no se resigna a la pérdida, clama que ella no se irá, mientras, inverosímilmente, el rostro de la fallecida, que está al descubierto, tiene una extraña contracción, traduciéndose en casi un gesto, escalofriante sonrisa del cadáver que deja aturdidos a todos. Pasa el tiempo, y luego de una cacería a un zorro, una hermosa mujer llamada Rowena Trevanion (la misma Shepherd la interpreta) está paseando en caballo con su pretendiente Christopher Gough, (John Westbrook) por el lugar, que es una inmensa y antigua abadía, ahora en ruinas, y ella cae del equino sobre la tumba, siendo asustada por un sombrío Verden, que cuida el sitio. Verden atiende a Rowena en su elegante residencia, donde ella se queda prendada del sombrío individuo, que usa gafas de sol para protegerse de la luz, y que parece encerrado herméticamente en su soledad, impenetrable martirio producto de su viudez. Ella se retira, pero regresa a los pocos días, completamente embelesada, atraída por Verden, hay un acercamiento, y él no puede evitar sentirse atraído por la muy hermosa Rowena, de extraordinario parecido a su finada esposa, pero ella es rubia, y la fenecida era morena. Mientras, un inverosímil hecho ha sucedido: se ha borrado la fecha de muerte del duro mármol de la cripta de Lady Ligeia, singular hecho que es visto como profético por Verden, que interpreta este suceso como una señal de que su difunta esposa está por regresar.




El romance con Rowena evoluciona y finalmente ellos se casan. Pero surge un inconveniente cuando Verden quiere dejar la abadía, venderla, y es que nunca hubo un certificado de muerte de Lady Ligeia, dueña de gran parte de la abadía, y a efectos legales, Lady Ligeia sigue viva, y es la dueña de esa propiedad. Extrañas cosas siguen pasando, Rowena encuentra constantemente gatos negros en la casa, platos con leche y comida, y tras una sesión espiritista llevada a cabo por el propio Verden, encarna a Ligeia recitando unos versos que únicamente ella conocía. Además, no encuentra a su esposo en su habitación en las noches, por lo que Christopher, con ayuda de otros individuos, va a exhumar el cadáver de Ligeia, encontrando en su lugar una muñeca de cera, y cuando van a ver a Verden, se descubre la verdad, su mayordomo confiesa que todas las noches el atormentado viudo entra en trance hipnótico y cuida el cadáver de Ligeia, que ha mantenido en su recámara, no recordando nada cuando amanece. Rowena se decide a cambiar esto, interviene encarnando a Ligeia, despertando a Verden del trance, ella se suicida cortándose las venas, pero después de este aparente sacrificio, aparece frente a los ojos de Verden una resucitada Ligeia, a quien él mismo estrangula por considerar que mató a su blonda segunda esposa. Llegan Christopher y el mayordomo, le hacen ver que a quien estranguló era en realidad Rowena, y finalmente, en medio del caos, se incendia la casa y la maligna abadía, incinerando dentro a Verden y al conservado cadáver de Ligeia, mientras afuera observan Christopher y Rowena, que finalmente sobrevivió al ataque.





Atractiva esta nueva adaptación del cuento del inmortal literato norteamericano Poe por parte de Corman, en el que todavía queda patente su particular sello para dirigir todas las numerosas adaptaciones que realizó, plasma muchos de esos elementos, naturalmente, esos elementos se encuentran plasmados de manera distinta, particularmente es notable ahora la ausencia de los recuerdos, evocaciones o alucinaciones que apreciamos en anteriores cintas, las reconocibles secuencias de una pantalla invadida completamente por determinado color, a la que se sumaban una música y atmósfera surreales. Esas coloridas y demenciales secuencias ya no están, y son reemplazadas por otros elementos expresivos propios del género, como el clásico gato negro que tan constantemente aparece en el film, la clásica y simbólica figura del terror romántico, el oscuro felino que impregna todo de suspenso, misterio y terror, y también está el zorro al que se le da cacería al inicio, supuestamente muerto pero que reaparece durante la cinta, a través del que se referencia a la antigua cultura egipcia, de donde es originario el animal, pintoresco elemento que otorga una dimensión más mística al relato. La película cuenta por supuesto con el aporte de Vincent Price, al que en esta oportunidad veremos en una variación del estado de extrema locura que estamos acostumbrados a verle, pues por ejemplo en Pit and the Pendulum (1961), lo vimos como un desquiciado completo, psicópata desviado y trastornado, mientras en esta ocasión, es un sujeto atormentado, desquiciado, también desviado. Esa demencia ya no llega a traducirse en el violento comportamiento asesino y vengativo antes mencionado, sino ahora se traduce en un tormento que lo excluye de la realidad, lo lleva a encerrarse en un mundo auto recreado donde bizarramente conserva el cadáver de su mujer, todas las noches, en estado sonámbulo, lo vigila celosamente, y esto finalmente lo conduce a la muerte. Es un tipo distinto de desviación, un papel estupendo, singular demencia que también deviene en su destrucción, es uno de esos papeles en los que Vincent Price se luce como nadie más podría haberlo hecho, sus gesticulaciones, su voz, su sufrimiento indecible, son increíbles, su interpretación es única. Una adaptación con tintes diferentes a otros, pero igual de atractiva, demencial, hermética y arrebatadoramente atrapante, que se toma ciertas licencias, como el hecho de que el cadáver de Ligeia se conserve en perfecto estado tiempo después de su muerte, o que Rowena sobreviva a su intento de suicidio y el ataque de Verden, pero es algo que no importa, es el peaje que se paga por entrar al mundo del terror, ese terror fantástico y único del oscuro universo de Poe, que Corman y Price se encargan de materializar. Gracias a los tres maestros.
  


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