miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ninotchka (1939) – Ernst Lubitsch

Cine de fínales de la década de los 30, esa dorada época en que el cine hollywoodense era en efecto mítico, esa época en que los actores eran realmente actores, y donde las actrices debían ser tan hermosas como talentosas, y si se convertían en una diva, en referencia del histrionismo femenino, era realmente en reconocimiento a su talento, debía ser verdaderamente una mujer imponente. Una de las primeras mujeres en definir ese concepto, en llenar ese privilegiado puesto, fue la hermosa y legendaria sueca Greta Garbo, ese baluarte de actriz que empezó a escribir las letras doradas del apartado actrices de Hollywood. En esta oportunidad, el director Lubitsch la dirige en el papel de una fría agente soviética que viaja a Francia para resolver un malentendido por unas joyas, la fría mujer encontrará inesperadamente el amor en el playboy francés Melvyn Douglas, que la corteja y enamora. Notable la actuación de la querida Garbo, al igual que Douglas, y a los que se suma, aunque brevemente, la leyenda del cine del terror, Bela Lugosi, aunque en un papel casi testimonial. Con un reparto tan distinguido, el realizador alemán se encarga de presentar esta deliciosa comedia, tan enaltecida por sus gloriosos protagonistas, y que a la vez tiene un disimulado retrato de lo que deja la guerra, las distancias y las restricciones a las que se enfrenta la humanidad, condenada por las consecuencias de los conflictos bélicos.

        


La cinta se inicia con tres incompetentes agentes rusos, que llegan desconfiados y escépticos a un hotel francés, y al no estar disponible una habitación normal, piden la más lujosa de todas. En otro lugar, una importante y respetada condesa ha extraviado sus muy valiosas joyas, hay problemas pues las joyas tienen inconvenientes legales, al haber sido incautadas a los nazis por autoridades francesas tras la guerra, su origen difícil de esclarecer complica todo. Un amigo de la condesa logra persuadir a los sujetos que desean venderlas, de esperar a que se aclare todo, y esperan la visita de Razinin, personaje ruso autorizado en el tema. Pero en su lugar llega una enviada personal de Razinin, es la rectísima agente Ninotchka (Garbo), identificada con la causa bolchevique y con Lenin, muy inquisitiva, se enfurece por las ineptitudes de sus tres colaboradores. En su camino a la Torre Eiffel, conoce a un francés llamado León (Douglas), que se queda impresionado, tanto por su belleza como por su frialdad. Ella es distante al inicio, pese a lo cual consigue llevarla a su casa, donde tras un titánico cortejo, se besan, pero al enterarse después de quién es ella, y de su función con las joyas, del choque de sus intereses, se alejan, y ella se va raudamente de la casa. El persistente León la sigue, la aborda otro día, y consigue lo impensable, hacerla reír.



Así, comienzan a frecuentar, y como suele suceder, se enamoran perdidamente sin notarlo, ambos van cambiando, ambos se influencian mutuamente, y sobre todo Ninotchka cambia, antes fría como hielo, rigurosa y disciplinada, que ahora ríe, disfruta del sol, sueña despierta, y hasta León se impregna un poco de los ideales revolucionarios de la hermosa agente rusa, que pese al romance, está en un país extraño, es una extranjera, y se va acabando su misión en Francia, al igual que su estadía. Tras ir a una fiesta, Ninotchka se embriaga con champagne, y las joyas se pierden, siendo chantajeada por una antigua novia de León, que las tiene, para que desaparezca si no quiere que el escándalo de las circunstancias en que perdió las joyas vea la luz, y Ninotchka se ve obligada a irse. De vuelta en Rusia, ella ha cambiado, siente mucha nostalgia de todo lo vivido, y por su amado León, que intenta repetidas veces contactarla, se le imposibilita ir a Rusia, ella recibe únicamente una carta censurada por las autoridades. Después, sus incompetentes colaboradores están nuevamente haciendo de las suyas en Constantinopla, y Razinin (Lugosi) le ordena que vaya hasta allá a poner orden, encontrándolos hostigados de Rusia, hartos del ambiente que allá se vive, y se da con la sorpresa que León está detrás de todo, orquestó esa misión con sus tres colaboradores a sabiendas que ella sería enviada también. En un final un tanto indefinido, ellos planean proseguir su romance de esa forma, con él, imposibilitado de entrar en Rusia, generando disparatadas situaciones para que ella acuda, mientras los tres rusos se establecen con un restaurante.



La cinta contiene momentos muy cómicos, y en el centro de todo está la hermosa Garbo, imponente y señorial, fría como un témpano de hielo, calculadora, recta y determinada, científica y analítica en todo, hasta en la graciosa forma de expresar su gusto por León, admirando la perfección de sus córneas. La Garbo refuerza con su natural y conocida fortaleza el personaje, acentúa la vitalidad e intensidad de la gélida agente rusa con las suyas propias, y la escucharemos con su distinguido y elegante acento nórdico, imitando la entonación rusa, verdaderamente delicioso ver a la sueca en un papel que tan bien interpreta, y que parece hacerlo sin mayor esfuerzo, notable. Esta agradable comedia también nos ilustra las consecuencias de la guerra, donde se llega hasta la intolerancia y restricción de no poder entrar a un país, y donde las cartas son interceptadas, o en su defecto, censuradas y enviadas al destinatario. Con un final algo flojo, se retrata la forma casi inocente en que el amor puede florecer y fortalecerse hasta en las más reacias circunstancias, venciendo todos los obstáculos. Notable cinta que aumenta considerablemente sus bonos por las actores involucrados, el gran Bela Lugosi dándole un aire pintoresco al filme, el correcto y reconocido Melvyn Douglas, y claro, la bella y mítica Greta Garbo, que se roba completamente el filme, esa hermosa y fría actriz legendaria.

 


2 comentarios:

  1. No ha nacido todavía otra actriz en el cine con esa Belleza y magnetismo que tenia la Garbo, actriz máxima de los años 20's y 30's del Cine Mundial.

    La Divina de rostro perfecto.

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    1. Me encantó tu comentario. Es cierto. La Garbo está en el Olimpo del cine. Entre las mejores por siempre.

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