miércoles, 21 de diciembre de 2011

La Mosca (1958) - Kurt Neumann


El inolvidable Vincent Price forma parte de esta notable cinta de terror en la que no interpreta a algún villano o monstruo espeluznante, sino interpreta el papel de un tranquilo sujeto, en una muestra una vez más de que el maestro del cine terror no necesitó, para inmortalizarse, encarnar a algún legendario monstruo estilo Drácula o Frankenstein para dejar imperecedera impronta en el séptimo arte del terror. En esta oportunidad lo veremos dando vida a un sosegado francés que se ve inmerso en una situación de pesadilla cuando su hermano, casado con la mujer a la que él secretamente ama, al experimentar con la tele transportación de materia, mezcla su ADN con el de una mosca, convirtiéndose en un horripilante mutante de cuerpo humano con la cabeza y una extremidad del insecto. El director Kurt Newman hace un gran trabajo para la puesta en escena de esta inverosímil situación, horrenda pesadilla para configurar una memorable cinta que en su momento fue toda una sensación, hasta llegar a inspirar más de una secuela, con variopintos matices, directrices y protagonistas.

          


Nos situamos en París, veremos a un individuo ingresar a una fábrica, donde halla un cadáver que ha sido aplastado en una gran prensa, y una mujer, Helene Delambre (Patricia Owens), sale huyendo de la escena. Minutos después, la mujer telefonea a François Delambre (Price), su cuñado, y la confiesa que acaba de eliminar a su esposo, y le pide que llame a la policía, lo cual François hace; la policía llega, el cadáver es reconocido y retirado. Ya tranquila Helene, es interrogada, pero las autoridades no encuentran una explicación racional para que ella haya cometido semejante acción, solo sigue afirmando que ella mató a su esposo, pero que no puede revelar la razón, dejando perplejos al inspector a cargo, Charas (Herbert Marshall), y a François. Siendo cuidada por una enfermera, enloquece cuando ésta casi mata a una mosca de cabeza blanca, insecto idéntico al que Philippe (Charles Herbert), el hijo de ella, le dice a François que su madre estaba buscando. Ante la presión, y cuando François le dice que tiene a la mosca que tanto buscaba, ella les cuenta lo sucedido, empezando por lo felices que eran con André (David Hedison), su finado esposo, un científico que experimentaba con la traslación de materia. Inicialmente lo intenta con un cenicero, y lo logra, pero defectuosamente, por lo que sigue probando con un periódico, mejora, pero cuando intenta transportar mataría viva, un gato mascota, el felino desaparece. El experimento finalmente es un éxito cuando transporta a una cobaya.





Todo parece ir excelente, pero repentinamente, André se encierra en su laboratorio, afirma no poder hablar, y se comunica con su esposa a través de mensajes escritos a máquina en papeles que desliza debajo de la puerta. Al entrar ella, le lleva leche con ron, y él, cubierta toda su cabeza con una tela, le dice que es imperativo que encuentre a una mosca con cabeza y una pata blancas, y al saber que Philippe la capturó pero la dejó ir, deja ver uno de sus brazos, que es una horrible extremidad gigante de insecto. Al día siguiente, André le cuenta que intentó el experimento de trasladarse a sí mismo, pero que una mosca entró en los aparatos durante el proceso, causando la combinación de sus moléculas, haciéndolo mutar en esa aberrante criatura, y que la salvación es que encuentre a la singular mosca para volver a trasladarse. Después, madre, hijo y empleada buscan a la mosca, logran avistar al insecto de cabeza blanca, pero se escapa; cuando Helene se lo dice a André, éste se desespera, las esperanzas son nulas, afirma que debe autodestruirse, y ella le pide que pruebe hacer su experimento sin la mosca requerida, pero no funciona, y ella ve a la terrible abominación, ve la gigante cabeza de mosca sobre los hombros de su marido, un mutante que va perdiendo el raciocinio humano, la única salida es su destrucción. Ella accede, y fue así como lo aplastó, a petición suya, en la prensa. Todo concuerda, pero la increíble historia no tiene sustento, el oficial Charas necesitaría ver a la mosca involucrada para no acusarle de asesinato. Cuando están por llevársela para procesarla, Philippe encuentra a la mosca, está en una telaraña, va a ser devorada por un gran arácnido, el detective mata a ambos insectos, pero esa ya poco importa, si Helene mató a un humano con cabeza de mosca, Charas mató a una mosca con cabeza humana, es tan asesino como ella. Finalmente, François se queda con Helene y Philippe, que promete seguir los pasos de su padre.



Interesante y atractiva cinta de terror fantástico, aunque lamentablemente no podamos ver al buen Vincent Price en papel protagónico, no se podrá explotar esa faceta de terror que tan bien interpreta, sino en su más usual faceta de un sujeto casi victimizado, y es que este descollante actor es una leyenda del cine terrorífico, muchas veces sin encarnar al “monstruo” de la cinta de turno, sino representando personajes vinculados directamente al relato, atormentados, complejos, terriblemente atractivos, y definitivamente infaltables dentro del mismo. Pese a no verlo como un villano, sino en la situación ya mencionada, la película es un delirio, ver al mutante, alucinante e inverosímil, increíble secuencia del pobre científico con la cabeza gigante de una mosca, imposibilitado de hablar y con la capacidad de raciocinio que se evapora, pues el monstruo está tomando el control de su mente. Así, experimentaremos su deformada visión, en la que nos adentraremos por unos instantes, con la imagen pesadillesca de una visión multiplicada, el enfoque visual dividido en numerosos polígonos unidos entre sí por uno de sus lados, la pobre Helene grita horrorizada por ver a la aberración en que se ha convertido su esposo, y nosotros vemos su desencajado rostro multiplicado, excelente. Mientras el infeliz científico lucha por encontrar una solución a su increíble situación, el tiempo se le acaba, lucha contra el instinto del insecto, pero su intento de salvación fracasa, jugó a ser Dios, y debe destruir su experimento, y toda prueba de aquello. Otra imagen para el recuerdo es la horripilante secuencia de la contraparte, la mosca con cabeza humana, increíble imagen de un insecto parlante, una distorsionada y horrible voz de insecto, mientras vemos el deformado y horrorizado rostro de André, en el cuerpo de la mosca, que ve los colmillos de una gigantesca araña a punto de devorarlo, es la máxima expresión del horror fantástico de la cinta, sórdido, repulsivo, verdaderamente notable. Un pequeño clásico del género, que originaría una secuela, con Jerry Lewis y en sentido cómico, y otra con Jeff Goldblum y el irreverente David Cronenberg dirigiendo, con nuevos matices obviamente, agregando los vistosos efectos especiales, e inclusive una segunda parte con el hijo del protagonista ya adulto y Vincent Price repitiendo rol, pero es un tan triste como inferior ejercicio a blanco y negro, una mala imitación de repetir la exitosa fórmula del primer filme. Sea como fuere, siempre tendremos la película original, y sus impactantes imágenes de monstruos con cabeza de mosca.







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