lunes, 9 de julio de 2012

Atracción fatal (1987) - Adrian Lyne


Pequeño clásico del cine norteamericano, cinta emblemática de los ochenta, que reúne a dos de los actores que por entonces estaban en auge, en apogeo de sus condiciones y de su fama, en un género que alcanzó notoriedad y éxito por entonces, el severo thriller erótico. El director británico Adrian Lyne dirige este historia que nos narra las inesperadas vivencias por las que atraviesa un sujeto yanqui, ejecutivo, felizmente casado y con una hija pequeña, que verá amenazadas no solo su tranquilidad y núcleo familiar, sino hasta su vida y las de los que ama, cuando se involucre sentimentalmente con una sicótica, obsesiva mujer que perderá el control y hará lo que sea por tener a su lado al aterrado y adúltero infeliz. Los ochenta fue probablemente la mejor década del protagonista, Michael Douglas, que en alguna forma definió al personaje masculino que se ve inmerso en eróticos dilemas, como en su momento hiciera con la posterior y célebre Bajos Instintos (1992). A su lado, em esta oportunidad, Glenn Close, como la temible fémina que no parará hasta obtener lo que quiere, a Douglas. Filme que reposa tanto en su guión e historia, como en las actuaciones de dos correctos actores, es una cinta digerible, decente, que se alinea con el ardiente género que por entonces era vigente en la industria cinematográfica estadounidense.



Dan Gallagher (Douglas) es un ejecutivo que, tras sortear unos ajetreos familiares, asiste a una reunión laboral, con editores y otros trabajadores, en la que conoce a su colega Alex Forrest (Close), se atraen, pero tienen efímera conversación. Ese fin de semana, debe volver a reunirse con sus colegas; su esposa, Beth (Anne Archer), y su hija pequeña, Ellen (Ellen Hamilton Latzen), van a casa de los padres de la primera, mientras Dan acude a sus juntas. En la reunión, nuevamente ve a Alex, salen por unos tragos, y sin mucho trabajo se materializa intenso adulterio. Luego, a punta de insistencia, Alex logra volver a juntarse con Dan, ardiente fin de semana tienen ellos, practicando el coito y escuchando ópera. Pero ella se altera mucho cuando Dan le dice que ese fin de semana es todo lo que habrá entre ellos, y reacciona cortándose las muñecas. Regresan su esposa e hija, también vuelve Dan a trabajar, todo vuelve a la normalidad, hasta que Alex aparece en su oficina, lo invita a la ópera, obteniendo otra negativa del ejecutivo, que comienza a notar ya el hostigamiento, mientras sigue trabajando. Se reporta con su jefe, Arthur (Fred Gwynne), mientras la obsesiva Alex no deja de llamar y llamar, y cuando se apersona, Dan ya le dice directamente que deje de acecharlo.




Dan y Beth salen con un amigo del ejecutivo, Jimmy (Stuart Pankin) y su esposa, pasan un buen rato, pero las impertinentes llamadas de Alex no cesan, hasta que ella le da una inesperada noticia a Dan, está embarazada de él. Mientras los Gallagher planean mudarse al campo, Alex se las arregla para conocer a Beth, cuando finge interés en comprar su casa, y se entera al detalle de lo que planean los esposos. Ante la indiferencia de Dan, la mujer se obsesiona, agravia su auto, lo acecha directamente en su casa, le insta a asumir responsabilidades. El hombre le compra una coneja mascota a su hija, mientras pide ayuda a la policía con lo sucedido, pero no hay mucho que se pueda hacer. Todo se agrava cuando Alex ingresa a la residencia, y la enferma mujer liquida y cocina a la coneja, aterrorizando a la familia. Ante esto, Dan cuenta toda la verdad a Beth, que quiere echarlo de casa. Poco después, Alex rapta brevemente a Ellen, del colegio la lleva a un parque de diversiones, la preocupación ocasiona un accidente de tránsito para Beth. Dan, ya exasperado, busca y ataca ferozmente a Alex, pero no la elimina, aunque ella contraataca. Luego, la obsesiva Alex llega hasta la propia residencia de los Gallagher, se introduce y ataca a Beth, llegando a tiempo Dan para librar intensa batalla, someterla, y ver a su esposa matar a la acechadora.




Pequeño clásico del cine yanqui de los ochenta, exponente de ese breve boom que significó el thriller erótico, repleto y cargado de sensualidad, de carnalidad, de sexo, aunque sea el pasaje de esta naturaleza más bien breve, limitándose a las secuencias iniciales, con el intenso coito durante el fin de semana, ya sea en la habitación, o en el ascensor. Sería Michael Douglas ciertamente un actor afortunado en diversos ámbitos, siendo los ochenta su mejor década, protagonizando un éxito fílmico tras otro, y teniendo a coprotagonistas de la talla de Sharon Stone en su filme más ardiente, eran los años en que Douglas estaba de moda, de apellido indeleble en la industria del cine de su país, era indudablemente su momento. Y a su lado, la respetable Glenn Close, seria y solvente como de costumbre, joven por entonces, e incluso atractiva sale en más de una secuencia, ella es el personaje meollo, la que desencadena toda la acción, y su siniestra figura va creciendo y ganando en oscuridad y complejidad conforme el filme se desarrolla. Por su inquebrantable tenacidad, por su patológica obsesión, el filme se vuelve tenso y con suspenso, más potente, arrancando de la mundanidad de un adulterio, para aterrizar en el asedio y perenne amenaza mortal de una fémina desequilibrada, situación en la que la impotencia y angustia de verse inutilizado inunda todo, incluso la policía se ve aletargada e inutilizada (por esa particular temática, a más de uno, como a quien escribe, la situación por momentos le habrá remitido a la memorable Cabo de miedo (1962) del gran J. Lee Thompson). Buen trabajo el realizado por el director Lyne, que reposa en un buen guión, sólida su narración, que no permite que la atención e interés no se diluyan durante el metraje, resaltando la intensa y bien lograda secuencia final, la del la muerte de la acechadora, y además tiene algunos pasajes de interesante trabajo de cámara, ofreciendo apreciables enfoques y encuadres en frenéticos momentos. Rescatable filme, de los clásicos de su década en el cine norteamericano, años en que sus protagonistas brillaban con fulgurante vigencia, y en la que hasta aparece efímeramente el recordado Herman Munster, Fred Gwynne.

}






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Posicionamiento Web Perú