El británico David Lean tendría en este filme lo que es
considerado su filme debut, su primer largometraje, anegue es ciertamente esta
cinta una obra a la que debe uno acercarse
y estudiarla con recato, y considerar ciertos factores indispensables para su
análisis. Escuetamente mencionaré, para ahondar en esto más adelante, que la
película, si bien dirigida por David Lean, es decir se le adjudica la dirección
del filme, es el dramaturgo Noel Coward, coterráneo de Lean, quien codirige el
filme, y se involucra mucho más poderosamente con la materialización del mismo que
el propio cineasta británico. Sea como fuere, el filme es una travesía por la
verídica historia de las vivencias de la tripulación de un navío bélico
británico, el HMS Torrin, durante la Segunda Guerra Mundial, en la batalla de
Creta, en la cual el barco, en su primera y única misión, es hundido, y la
cinta nos transportará, tanto a las peripecias de sus tripulantes luego del
hundimiento, como a sus experiencias previas al combate, a través de flashbacks
de sus principales tripulantes. Cinta cargada de fuertes dosis de propagandismo
bélico, el cual resulta bastante obvio y evidente en determinados segmentos de
su rodaje, es un ejercicio naturalmente impregnado del orgullo bélico inglés,
en plena guerra mundial, 1942, un filme que busca despertar el orgullo y la entereza
de un pueblo que se veía dominado en el conflicto mundial.
Inicia el filme con una voz en off que nos indica que
esta es la historia de un barco, el mismo que vemos siendo construido por
soldados británicos. Es el 23 de mayo de 1941, el barco zarpa, a la batalla de
Creta, donde severo combate se desata con los nazis. Los aviones alemanes
despliegan todo su poderío sobre el barco, el HMS Torrin, el cual hunden, y el
oficial al mando, el capitán E. V. Kinross
R.N. (Coward),
bajo el agua tras el ataque germano, comienza a rememorar los días previos a la
batalla, primero, uniéndose al ejército de su país, Gran Bretaña, y luego, su
despedida con los miembros de su familia. Mientras Kinross recuerda a su
esposa e hijos, en la batalla, por su parte, los soldados ingleses luchan por
alcanzar una balsa de salvataje. Sigue el capitán rememorando los momentos
previos al combate, la guerra aún sin confirmarse, y la forma en que arengaba a sus soldados para batallar con valentía y honor, y poco después la guerra es ya
declarada oficialmente. Son los días de Navidad, la familia recuerda lo que fue
la primera guerra mundial, hay tristes despedidas, mientras en la batalla,
aviones nazis no cesan de disparar, abren fuego contra los soldados, indefensos
y aferrándose a la balsa.
A su vez, otro tripulante de la embarcación, el marinero
Shorty Blake (John Mills),
también rememora sus días previos al combate, con sus familiares, donde también
abundaron las despedidas con tono de tristeza. En el presente, es decir la
guerra, Blake ha sido herido, se encuentra recuperándose, una bitácora indica
en orden lo sucedido. Se hace un recuento, se reconocen las víctimas, a su vez
que Kinross afirma que hay un desertor entre los oficiales. Los enfrentamientos
con los nazis continúan, los heridos son atendidos. Los recuerdos de
Blake prosiguen, en su hogar, su padre, (George Carney), su madre (Kathleen Harrison), y su hermana May (Jill Stephens), están afectados por la marcha de
Shorty, hay malestar, mientras sonoras marchas de la armada
británica se producen. La guerra continúa, y en el frente de batalla, uno de
los soldados recibe buenas y malas noticias en una carta, su hijo ha nacido,
pero su esposa feneció en un derrumbe, producto de los bombardeos. Poco
después, el gran HMS Torrin finalmente se hunde, en medio de hurras y homenajes
de sus ex tripulantes. Llega una embarcación rescatista, son finalmente
salvados, y sus respectivas familias se regocijan de tener al fin buenas
noticias de sus combatientes familiares. Todo acabó, Kinross se despide de sus
soldados, mientras la orgullosa bandera británica flamea.
El filme tiene ciertos buenos momentos, y el inicio del
mismo es atractivo, con los soldados construyendo la inmensa embarcación,
frenéticas imágenes del nacimiento del buque, elemento corazón del filme, y la
naturaleza frenética de las imágenes se prolonga hasta la batalla misma con los
nazis, que es retratada aceptablemente, enfrentamientos aire-aire, y aire-mar.
Y claro, el elemento central de la narración, las remembranzas de los
británicos, materializados en el interesante recurso de los flashbacks distorsionados
bajo el agua, recurso que al inicio es atractivo, pero al irse recurrentemente
repitiendo, va ciertamente perdiendo efectividad, como la acción misma del
filme. Lo más interesante de la cinta sería el acercamiento a las vivencias de
los soldados, humanizando a los combatientes, acercándose a la intimidad de sus
hogares, de sus familiares, su dolor y preocupación, todo en una suerte de
bitácora que nos acerca, tanto a su intimidad, como a lo que sucede en la
guerra -interesante algún momento del navío balanceándose turbulentamente, como
la cámara misma-, en su presente, un doble perspectivismo que dota de interés
al filme, pero que, de nuevo, se va desvaneciendo conforme avanza el metraje,
se siente como si su meollo no acabara jamás de explotar. Y claro, el mensaje
propagandístico, evidente, palpable, latente, humaniza también al espectador al
exponérsele las vivencias familiares, y lo parcializa, naturalmente, con el
bando británico, que se veía amenazado y mermado en la guerra verdadera.
Remarcado y perfectamente entendible nacionalismo hay en el filme, era 1942, la guerra en pleno
desarrollo, himnos, marchas sonoras, y claro, el colofón ideal, la orgullosa
bandera británica que flamea en todo su esplendor, transmite el orgullo inglés,
y se cierra el círculo panfletario y bélico propagandístico, era necesario
animar a la nación. Para terminar, hablar de la dirección, un David Lean de
quien se conocen su efectividad y buena labor en posteriores filmes, pero que
en este, su debut, es Noel Coward quien en realidad invierte, como
curiosamente el título doblado indica, sangre
sudor y lágrimas, aportando, inauditamente, actuación, escritura del guión,
composición musical, es productor, y por si fuera poco, desempéñase también en
la dirección; queda en anécdota que su apellido, Copward, traduciéndose sería cobarde. El proyecto es, pues, mucho más íntimamente un producto de
Coward, que de Lean, que en el futuro probaría su valía como director. Filme
atractivo, si bien moderadamente, pero es algo comprensible, normal, eran los
días del más grande conflicto humano habido hasta el momento.
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