martes, 26 de junio de 2012

El conflicto de los Marx (1930) - Victor Heerman


Victor Heerman dirigiría este filme, el segundo de los inolvidables y magistrales hermanos Marx en los estudios Paramount, y con el que los célebres comediantes seguirán desplegando todo su genio y comicidad. En esta oportunidad, el mítico Groucho encarna a un cazador, explorador que regresa luego de un viaje por África, y es invitado a una elegante cena por parte de una distinguida fémina, a la misma que asistirán un maestro músico, y un profesor. Durante la cena, una valiosa pintura desaparecerá, y serán los mencionados invitados quienes ayudarán a que se encuentre al ladrón, y se resuelva el misterio, aunque ciertamente, la palabra “ayudar” sea una singular definición de su aporte, pues claro, hablamos de los disparatados hermanos Marx. Espectacular comedia, en la que Groucho, siempre estelar, descolla con su hilarante encarnación del famoso explorador, además de los inseparables Harpo y Chico, como el músico y el profesor, respectivamente, ambos realizando locuras y disparates por doquier, también apareciendo el cuarto hermano, Zeppo, aunque en un papel bastante más testimonial que los otros, y siendo la terna completada por la verdadera cuarta integrante, Margaret Dumont, la anfitriona, y quien será la que recepciona en su gran mayoría, los insultos y bromas pesadas de los hermanos. Notable filme, en el que claro, la formalidad y la puesta en escena no son, ni por asomo, lo mejor, la actuación y las delirantes locuras de los Marx lo son todo, por supuesto.

        


En una refinada fiesta, a la que un capitán ha sido invitado, un gran cuadro será exhibido, la anfitriona es la señora Rittenhouse (Dumont), en la fiesta se exhibirá una gran pintura del artista Roscoe Chandler (Louis Sorin). El ayudante del capitán anuncia su llegada, además de manifestar sus excéntricas condiciones, como que hayan solo mujeres jóvenes y hermosas en su presencia, y la mínima cantidad de hombres. Llega pues el capitán Jeffrey T. Spaulding (Groucho), al que sigue un conocido músico, el señor Emanuel Ravelli (Chico), juntos gastan más de una broma a su anfitriona, y luego aparece el profesor (Harpo), en paños menores, y sin mayor motivo comienza a disparar escopetazos por toda la casa. Poco después, la hija de la anfitriona, Arabella Rittenhouse (Lillian Roth), manifiesta intención de querer adueñarse de la valiosa atracción de la fiesta, una hermosa pintura, la misma que luego será exhibida. Para ello, John Parker (Hal Thompson), novio y pretendiente matrimonial de Arabella, y pintor frustrado, la ayudará a reemplazar el cuadro. Por su parte, el capitán Spaulding gasta más de una ácida broma a la señora Rittenhouse, primero cortejándola, luego humillándola, llegando luego una amiga de ésta, la señora Whitehead (Margaret Irving); con quien siguen las bromas.




También se encuentra en la fiesta Horatio Jamison (Zeppo), y paralelamente, Arabella y Parker ya empiezan a planear su robo de la pintura, y Spaulding, siempre bromeando, siempre en medio de disparates, le propone a Chandler que financie un proyecto suyo de investigación. Mientras Ravelli y el profesor persiguen a una féminas en la residencia, Arabella y Parker ponen en marcha ya su plan de acción, los huéspedes atormentan a su anfitriona y a Whitehead mientras juegan al bridge. La hija y su novio, frustrado su primer intento, finalmente roban el cuadro, en una noche a oscuras por motivo de apagón, dejan una imitación de Parker en su lugar. Después, Spaulding deleita a los asistentes con sus relatos de aventuras en África, mientras Ravelli toca el piano, y llegado el momento de exhibir la obra artística, Chandler nota inmediatamente que se trata de una mala imitación, y, en medio de otro apagón, hasta ésta desaparece. Mientras unos preocupados Arabella y Parker planean el siguiente paso a seguir, el profesor deleita tocando el arpa. Se inician investigaciones por el robo, la policía se apersona, Spaulding interviene, sin embargo, no se hallan respuestas. Se involucra también Ravelli en la búsqueda, infructuosa, más disparatada que otra cosa, Parker es sindicado como sospechoso. Finalmente, el cuadro aparece en poder del profesor, que lo entrega, y fumiga a todos, durmiéndolos, y se duerme a sí mismo, entre las mujeres.




Espectacular y delirante comedia de los Marx, en la que la primera irrupción, del más célebre hermano, Groucho, desde el vamos desliza su terriblemente efectiva comedia, histriónico como él solo, realizando sus famosos números, bailando y declamando, haciendo gala de su flexibilidad y elasticidad. Su dominio escénico es total, realizando pequeños segmentos musicales, en los que él es siempre el corazón, y en los que va deslizando despiadadas e hilarantes a más no poder, bromas e insultos a su anfitriona, que los recibe sin mayor respuesta, solo frunciendo el ceño y recibiendo los insultos, que sencillamente nunca se detienen. Y el filme en buena medida descansa sobre Groucho, con sus memorables y recordados monólogos, en los que hasta nos habla, habla directo a la cámara, mientras ridiculiza a su anfitriona y a su amiga, que, inanimadas, quietas en el fondo, simplemente asisten a la severa comedia y burla de la que son objeto. Y claro, el buen Groucho también manifiesta su perfil de mujeriego, exigiendo, desde antes de aparecer, que en su presencia solo hayan mujeres, y no mujeres cualesquiera, sino jóvenes y hermosas, y luego, cortejando a Rittenhouse y a Whitehead, afirmando que quiere casarse con ambas, practicar la bigamia, corteja a ambas, para finalmente irse con un grupo de jovencitas, afirmando que se va a sembrar campos de avena. La incansable metralleta de bromas y chistes cortos, Groucho, desata toda su artillería, siendo el receptáculo casi siempre la Dumont, recibiendo una inacabable retahíla de bromas, insultos, cada uno más ingenioso, más exquisito, y más estupendamente deslizado por el genial Groucho, delirante su actuación, delirante su humor, con la inmortal apariencia del bigote pintado, atormentado a su anfitriona, o a las invitadas, exigiendo que el tema pianístico del músico sea breve, es una demencia total, comedia y locura juntas.








Y el espectáculo continúa con los demás hermanos por supuesto, el gran Harpo, demente mudo, al igual que Groucho, su irrupción es notable, en paños menores y disparando una escopeta, un loco enajenado disparando, con expresión despistada, disparándole incluso a unas estatuas, las mismas que cobran vida y devuelven los disparos, animación, una alucinada lo que hacen los Marx. Y posteriormente, genera Harpo una de las secuencias más notables del filme, el mudo, el cómico sin palabras, de esa forma, siempre sin palabras, genera la hermosa melodía del harpa, y milagrosamente, olvida por unos instantes las morisquetas, los brincos, las locuras y piruetas, y adopta una actitud de seriedad, de sensibilidad artística, es otro Harpo, definitivamente, y cierra ese paréntesis en su persona con un bostezo, la singular secuencia pues culmina. Chico Marx, por supuesto, pone también su valiosa cuota en la comedia, socio de Groucho, e inseparable de Harpo, participa en la cómica secuencia del juego de bridge, una de las secuencias donde más se tortura a la Dumont. Como sabido es, Zeppo es más un personaje de relleno, su intervención no es determinante, y no es indispensable en el engranaje Marx. La que es el verdadero complemento de los hermanos es, pues la Dumont, es mítica su participación, es mítica su expresión, extraña combinación de vergüenza, desconcierto, es ella quien completa el cuarteto, es ella necesaria para la comedia, y su aporte, meramente recibimiento las inacabables ocurrencias de Groucho y compañía, es invaluable. Así, la veremos arqueando las cejas, frunciendo el ceño, haciendo esto cada segundo, pues tal es la fecundidad de los insultos y bromas de los hermanos, y abriéndose incluso un innecesario debate de si ella es ciertamente parte de la comedia, pues su participación es demasiado pasiva, pero esa posición es inadmisible, pues esa función, la del receptáculo de toda la artillería pesada de los Marx, es invaluable, y la enorme mujer lo hace de inolvidable forma. Se le atiza al director Heerman su llamativamente deficiente puesta en escena, pues ciertamente la cámara se muestra por momentos sorprendentemente errática, pero no se debe atizar eso, ni ciertas flaquezas del guión, ni inconsistencias en su estructura narrativa. Todo se supedita a la comedia, a la diversión, y la cinta es lucimiento de los Marx, la gente quiere divertirse y deleitarse con los hermanos, y vaya que el filme es proclive a eso, es casualmente ese desorden el que colabora a la desenfrenada anarquía de los filmes de los Marx, severo caos, descontrol, un desastre perfecto, una armonía caótica, en el que la comedia se abre paso y domina todo. Excelente comedia. Inolvidable trabajo de los Marx, dómines inmortales de la comicidad, imprescindible es este ejercicio producido por la Paramount.









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