Victor Heerman dirigiría este filme, el segundo de los
inolvidables y magistrales hermanos Marx en los estudios Paramount, y con el
que los célebres comediantes seguirán desplegando todo su genio y comicidad. En
esta oportunidad, el mítico Groucho encarna a un cazador, explorador que
regresa luego de un viaje por África, y es invitado a una elegante cena por
parte de una distinguida fémina, a la misma que asistirán un maestro músico, y
un profesor. Durante la cena, una valiosa pintura desaparecerá, y serán los
mencionados invitados quienes ayudarán a que se encuentre al ladrón, y se
resuelva el misterio, aunque ciertamente, la palabra “ayudar” sea una singular
definición de su aporte, pues claro, hablamos de los disparatados hermanos
Marx. Espectacular comedia, en la que Groucho, siempre estelar, descolla con su
hilarante encarnación del famoso explorador, además de los inseparables Harpo
y Chico, como el músico y el profesor, respectivamente, ambos realizando
locuras y disparates por doquier, también apareciendo el cuarto hermano, Zeppo,
aunque en un papel bastante más testimonial que los otros, y siendo la terna
completada por la verdadera cuarta integrante, Margaret Dumont, la anfitriona,
y quien será la que recepciona en su gran mayoría, los insultos y bromas
pesadas de los hermanos. Notable filme, en el que claro, la formalidad y la
puesta en escena no son, ni por asomo, lo mejor, la actuación y las delirantes
locuras de los Marx lo son todo, por supuesto.
En una refinada fiesta, a la que un capitán ha sido
invitado, un gran cuadro será exhibido, la anfitriona es la señora Rittenhouse
(Dumont), en la fiesta se exhibirá una gran pintura del artista Roscoe Chandler
(Louis Sorin). El ayudante del capitán anuncia su
llegada, además de manifestar sus excéntricas condiciones, como que hayan
solo mujeres jóvenes y hermosas en su presencia, y la mínima cantidad de
hombres. Llega pues el capitán Jeffrey T. Spaulding (Groucho), al que sigue un conocido
músico, el señor Emanuel Ravelli
(Chico), juntos gastan más de una broma a su anfitriona, y luego aparece el
profesor (Harpo), en paños menores, y sin mayor motivo comienza a disparar
escopetazos por toda la casa. Poco después, la hija de la anfitriona, Arabella
Rittenhouse (Lillian Roth),
manifiesta intención de querer adueñarse de la valiosa atracción de la fiesta,
una hermosa pintura, la misma que luego será exhibida. Para ello, John Parker (Hal Thompson), novio y pretendiente matrimonial de
Arabella, y pintor frustrado, la ayudará a reemplazar el cuadro. Por su parte,
el capitán Spaulding gasta más de una ácida broma a la señora Rittenhouse,
primero cortejándola, luego humillándola, llegando luego una amiga de ésta, la
señora Whitehead (Margaret Irving);
con quien siguen las bromas.
También se encuentra en la fiesta Horatio Jamison (Zeppo), y paralelamente, Arabella y
Parker ya empiezan a planear su robo de la
pintura, y Spaulding, siempre bromeando, siempre en medio de disparates, le
propone a Chandler que financie un proyecto suyo de investigación. Mientras
Ravelli y el profesor persiguen a una féminas en la residencia, Arabella y Parker
ponen en marcha ya su plan de acción, los huéspedes atormentan a su anfitriona y a Whitehead mientras juegan al bridge. La hija y su novio, frustrado su
primer intento, finalmente roban el cuadro, en una noche a oscuras por motivo
de apagón, dejan una imitación de Parker en su lugar. Después, Spaulding
deleita a los asistentes con sus relatos de aventuras en África, mientras
Ravelli toca el piano, y llegado el momento de exhibir la obra artística,
Chandler nota inmediatamente que se trata de una mala imitación, y, en medio de
otro apagón, hasta ésta desaparece. Mientras unos preocupados Arabella y
Parker planean el siguiente paso a seguir, el profesor deleita tocando el arpa.
Se inician investigaciones por el robo, la policía se apersona, Spaulding
interviene, sin embargo, no se hallan respuestas. Se involucra también Ravelli
en la búsqueda, infructuosa, más disparatada que otra cosa, Parker es sindicado
como sospechoso. Finalmente, el cuadro aparece en poder del profesor, que lo
entrega, y fumiga a todos, durmiéndolos, y se duerme a sí mismo, entre las
mujeres.
Espectacular y delirante comedia
de los Marx, en la que la primera irrupción, del más célebre hermano, Groucho,
desde el vamos desliza su terriblemente efectiva comedia, histriónico como él
solo, realizando sus famosos números, bailando y declamando, haciendo gala de su
flexibilidad y elasticidad. Su dominio escénico es total, realizando pequeños
segmentos musicales, en los que él es siempre el corazón, y en los que va
deslizando despiadadas e hilarantes a más no poder, bromas e insultos a su
anfitriona, que los recibe sin mayor respuesta, solo frunciendo el ceño y
recibiendo los insultos, que sencillamente nunca se detienen. Y el filme en
buena medida descansa sobre Groucho, con sus memorables y recordados monólogos,
en los que hasta nos habla, habla directo a la cámara, mientras ridiculiza a su
anfitriona y a su amiga, que, inanimadas, quietas en el fondo, simplemente
asisten a la severa comedia y burla de la que son objeto. Y claro, el buen
Groucho también manifiesta su perfil de mujeriego, exigiendo, desde antes de
aparecer, que en su presencia solo hayan mujeres, y no mujeres cualesquiera, sino
jóvenes y hermosas, y luego, cortejando a Rittenhouse y a Whitehead, afirmando
que quiere casarse con ambas, practicar la bigamia, corteja a ambas, para
finalmente irse con un grupo de jovencitas, afirmando que se va a sembrar campos de avena. La incansable
metralleta de bromas y chistes cortos, Groucho, desata toda su artillería,
siendo el receptáculo casi siempre la Dumont, recibiendo una inacabable
retahíla de bromas, insultos, cada uno más ingenioso, más exquisito, y más
estupendamente deslizado por el genial Groucho, delirante su actuación,
delirante su humor, con la inmortal apariencia del bigote pintado, atormentado
a su anfitriona, o a las invitadas, exigiendo que el tema pianístico del músico
sea breve, es una demencia total, comedia y locura juntas.
Y el espectáculo continúa con los
demás hermanos por supuesto, el gran Harpo, demente mudo, al igual que Groucho,
su irrupción es notable, en paños menores y disparando una escopeta, un loco
enajenado disparando, con expresión despistada, disparándole incluso a unas
estatuas, las mismas que cobran vida y devuelven los disparos, animación, una
alucinada lo que hacen los Marx. Y posteriormente, genera Harpo una de las
secuencias más notables del filme, el mudo, el cómico sin palabras, de esa
forma, siempre sin palabras, genera la hermosa melodía del harpa, y milagrosamente,
olvida por unos instantes las morisquetas, los brincos, las locuras y piruetas,
y adopta una actitud de seriedad, de sensibilidad artística, es otro Harpo,
definitivamente, y cierra ese paréntesis en su persona con un bostezo, la
singular secuencia pues culmina. Chico Marx, por supuesto, pone también su
valiosa cuota en la comedia, socio de Groucho, e inseparable de Harpo,
participa en la cómica secuencia del juego de bridge, una de las secuencias
donde más se tortura a la Dumont. Como sabido es, Zeppo es más un personaje de
relleno, su intervención no es determinante, y no es indispensable en el
engranaje Marx. La que es el verdadero complemento de los hermanos es, pues la
Dumont, es mítica su participación, es mítica su expresión, extraña combinación
de vergüenza, desconcierto, es ella quien completa el cuarteto, es ella
necesaria para la comedia, y su aporte, meramente recibimiento las inacabables
ocurrencias de Groucho y compañía, es invaluable. Así, la veremos arqueando las
cejas, frunciendo el ceño, haciendo esto cada segundo, pues tal es la
fecundidad de los insultos y bromas de los hermanos, y abriéndose incluso un
innecesario debate de si ella es ciertamente parte de la comedia, pues su
participación es demasiado pasiva, pero esa posición es inadmisible, pues esa
función, la del receptáculo de toda la artillería pesada de los Marx, es
invaluable, y la enorme mujer lo hace de inolvidable forma. Se le atiza al
director Heerman su llamativamente deficiente puesta en escena, pues
ciertamente la cámara se muestra por momentos sorprendentemente errática, pero
no se debe atizar eso, ni ciertas flaquezas del guión, ni inconsistencias en su
estructura narrativa. Todo se supedita a la comedia, a la diversión, y la cinta
es lucimiento de los Marx, la gente quiere divertirse y deleitarse con los
hermanos, y vaya que el filme es proclive a eso, es casualmente ese desorden el
que colabora a la desenfrenada anarquía de los filmes de los Marx, severo caos,
descontrol, un desastre perfecto, una armonía caótica, en el que la comedia se
abre paso y domina todo. Excelente comedia. Inolvidable trabajo de los Marx,
dómines inmortales de la comicidad, imprescindible es este ejercicio producido
por la Paramount.
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