Es Howard Hawks uno de los más
grandiosos directores que las tierras del Tío Sam alguna vez produjeron, dómine
en todo lo que se propuso, desde sus inmortales ejercicios en el cine negro,
donde supo descollar, pasando por múltiples y delirantes comedias, y claro, sus
westerns, ilustres como pocos, siempre trabajando con los mejores actores. Es,
pues, Hawks, un titán, un gigante cinematográfico, y materializa con este filme
uno de sus más inmortales e imperecederos ejercicios, considerado uno de los
westerns por antonomasia, y por algunos, como el mejor western jamás rodado.
Razón no les faltaría a los partidarios de esta aseveración, pues es Río rojo (1948) uno de los westerns más queridos, mejor recordados y
mejor realizados del cine. Es la inmortal historia de dos individuos, los dos mejores y
más rápidos pistoleros que el Oeste haya visto jamás, uno adulto, recio y
curtido vaquero, que educa y enseña a disparar al otro, joven, ambos se vuelven
inseparables, ambos son como padre e hijo, ambos abordan la titánica tarea de
movilizar un enorme hato de reses por territorio yanqui, con todas las
dificultades que una labor de estas características acarrea, una travesía que
pondrá a prueba máxima sus lazos amicales. Magistral cinta, para la posteridad,
tanto por la maestría insuperable de Hawks en la cowboyada, como por las geniales
colaboraciones actorales, el mítico John Wayne como el pistolero mayor,
acompañando y apadrinando al buen Montgomery Clift, joven entonces, a quienes
se unirá Joanne Dru, usual también de trabajar con Wayne en recordados
ejercicios de western. Cinta básica, infaltable, clásico indispensable.
Todo se inicia con un grupo de vaqueros que se movilizan,
van hacia California, están en la frontera de Texas, Thomas Dunson (Wayne), se
separa de ese grupo, abandona a sus camaradas y a su mujer, a quien deja un brazalete
de oro, ella queda destrozada con la separación. Se va, únicamente acompañado
por su leal amigo Nadine Groot (Walter Brennan), llegan al Río Rojo, donde acampan, y donde posteriormente
son atacados por indios, uno de ellos porta el brazalete de su mujer, que murió.
El único sobreviviente de la masacre fue un joven, Matt Garth (Mickey Kuhn), que se
les une. Se dirigen luego al Sur, siempre por Texas, las tierras son buenas,
las que son reclamadas por los emisarios de un individuo. El tiempo pasa, Matt
crece (Clift, de adulto), han logrado consolidar, con Dunson y Nadine, muchas
reses, pero ante ciertos peligros, y al no tener en ese lugar compradores de la
carne, se deciden a movilizarse hasta Missouri, a más de 2,000 Km. Al iniciar
su camino, se siguen enfrentando a emisarios del supuesto dueño de las tierras,
Don Digo, pero van contratando colaboradores en el camino, como Cherry Valance
(John Ireland),
ayudante. Matt y Cherry se conocen, ambos son excepcionales pistoleros, Dunson
va hablando al gran grupo humano que ha reunido para mover a las 10,000 cabezas
de ganado que tienen.
Inician el camino, Cherry propone un camino a Kansas,
rechazado por Dunson, la misión se vuelve complicada, el terreno es feroz,
árido, Dunson se vuelve más y más tiránico y para colmo, un estúpido colaborador,
por robar azúcar, genera una gran estampida. Producto de esto, hay pérdidas
materiales y humanas, y sólo la intervención de Matt salva al causante de ser
liquidado por Dunson. Se producen lluvias, el terreno se vuelve más hostil, hay
atisbos de motín, y Thomas los trata aún más duramente. Es Matt quien
finalmente comanda el motín, dejan a Dunson amarrado y abandonado, los demás continúan
pero extremadamente temerosos de su represalia, mientras hay indicios de
ataques indios, comanches. Se acercan a una suerte de oasis, con mujeres, donde
Cherry se queda, y a donde llegan, no antes de sostener intenso combate con los
indios. Ya en el lugar, conoce Matt a Tess Millay (Dru), fémina que se muestra interesada
en él, y con quien tiene un romance. Pero deben partir, y un ya liberado Dunson,
siguiéndoles el rastro, conoce también a
Tess, sabe de sus amoríos con Matt. Finalmente, es agosto de 1865, batuteados
por Matt, los hombres llegan a Missouri, encuentran un gran comprador de las
reses. Luego, llega primero Tess, a advertirle a Matt que Dunson viene a
matarlo, que es el siguiente en llegar, pero ya juntos, tras pelear, Tess pone
las cosas en orden, y padre e hijo adoptivo se reconcilian.
Gigantesco western, forma parte del selecto Olimpo del género,
y en el que Hawks saca todo su arsenal y hace gala de su excelente dominio
expositivo para mostrarnos y enmarcarnos el escenario, el desafiante Oeste
yanqui, y así, con una música e imágenes imponentes, genera una magnifica composición,
magníficos encuadres, capta toda la grandiosidad y lo potente del desierto
inmisericorde, combinándolo con los protagonistas, con los vaqueros. Con
Hawks, que respeta a más no poder sus lineamientos, su conocido esmero y determinación en mostrar
una historia sin ornamentos, tal cual es, sin alteraciones, realiza la cámara movimientos
prolongados con los que se nos muestra, e informa a la vez, el escenario, se
nos configura la estupenda fotografía del vasto desierto, el inmenso paisaje
parece cobrar vida ante el solemne tratamiento audiovisual hawksiano,
recorriendo todo lo que los ojos de los protagonistas pueden ver, y lo hace a
menudo. Y claro, Hawks retrata una sencillez estupenda, remarcable, una
sencillez que nos acerca a la intimidad de los personajes, esa cercanía dota a
la cinta de verosimilitud, pues vemos a personajes humanos, personajes
sencillos, divertirse, en una cinta donde el humor jamás deja de estar presente, con momentos mayormente interpretados por el indio que acompaña a los blancos, con los delirantes
momentos en que el indio Quo, interpretado por Chief (Jefe) Yowlachie,
atormenta al pobre anciano desdentado Nadine al arrebatarle su dentadura
postiza, y cuando éste protesta diciendo que, sin dientes, le entra tierra al abrir la boca, el indio
replica que, si no abriera la boca, la tierra no entraría; el humor hakwsiano
es un delirio, y hace a la cinta más digerible, más sencilla, más humana. Amor,
amistad, relación padre e hijo, amor pasional frustrado, ambición, es un filme
que requería de la genialidad de Hawks tras las cámaras, es un film hawksiano
por excelencia, tan sencillo como genial.
Pero, naturalmente, no todo es humor, tiene el filme sus
necesarias dosis de suspenso, de peligro, peligro de muerte, materializado esto con mayor fuerza en la soberbia secuencia de la estampida, cuando, tras asustar a las reses un estúpido
colaborador que robaba azúcar, de pronto los astados cuadrúpedos corren,
generando muertes humanas. Hawks retrata pues todo el escenario del western, todo
el desierto, las infaltables reses, los coyotes, buitres, los analfabetos individuos
que firman con una X, así, con pasmosa naturalidad, Hawks materializa su primer
western, y lo hace como si se tratara de un dómine genial del tema, apenas dos
años después de dirigir otra obra mítica,
The Big Sleep (1946), con el titánico
Humphrey Bogart. Y claro, los personajes, indispensables, estupendos,
fortalecidos por actuaciones igual de geniales, ambos, Wayne y Clift, descollan
en sus actuaciones, vuelven a la cinta más inmortal. Es Thomas Dunson un personaje
singular, recio como ninguno, la pérdida de su mujer es un doloroso error que
no puede superar, que tiene atravesado en el corazón, eso lo vuelve amargado,
llega incluso a se tiránico, determinado a liquidar al causante de la estampida
sin pensarlo dos veces, pero a la vez es humanizado con el detalle de enviarle
zapatos rojos a la viuda de quien en la estampida feneció, se trata pues de un personaje
complejo, atractivo, el centro de toda la acción. Rememora, naturalmente,
Dunson su propia historia, la ve materializarse y re versionarse en su hijo
adoptivo, que es el receptáculo de todo el esfuerzo que hace, el heredero de
las ganancias que generará el trabajo de toda una vida, pues el añoso
pistolero sabe que su momento de juventud atrás ya quedó, y no pretende que su
hijo repita su triste e irreparable error, esta vez la historia será diferente,
nos deja Hawks un final feliz, un final donde todos consiguen lo que querían, a saber: el trabajo cumplido, y el amor que se consumará. Se termina así una obra
maestra, inmortal joya cinematográfica, legado del cine, una de las cintas
emblema de un género, baluarte del western, la prodigiosa epopeya de movilización
de una decena de miles de reses a través de miles de kilómetros de
inmisericorde y árido desierto, enfrentando arbitrarios, falsos y violentos dueños,
temibles indios, feroces lluvias, entre otros impedimentos, que hacen aún más magnifica
la empresa. Por supuesto, la dificultad de la misión no fue solamente ficticia,
pues no pocas fueron las dificultades que tuvo que superar Hawks para materializar
su filme -desde auténticas inclemencias climáticas, hasta la escasez por extinción de la famosa res de cuerno largo, etc.-, pero, como se sabe, mientras más esfuerzo se le imprime a algo, más
valioso se vuelve, y en efecto, este filme es invaluable, joya inmortal del
cine, excelente trabajo de un excelente director, doble H, HH, Howard Hawks.
El cowboy por antonomasia. |
Inmortal leyenda. |
El titán yanqui. |
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