El yanqui Harold Ramis dirige con este filme lo que sería
una de sus obras más queridas y mejor recordadas, una célebre comedia que
reposa sobre una trama tan inusual como atractiva, en el que combina con mucha
eficiencia la comedia con temas que desbordan sobradamente lo tangible, hasta
alcanzar, dentro de su aparente sencillez y simpleza, niveles seductores y complejos, que desafían al espectador. Se trata de una comedia, como se dijo, en apariencia sencilla,
pero cuya trama, en su sencillez, encierra riqueza y complejidad, es la
historia de un individuo singular, ególatra como él solo, un hombre del tiempo,
trabaja como pronosticador climático, y debe viajar al alejado pueblo yanqui de
Punxsutawney,
lugar al que está yendo por cuarto año consecutivo, a cubrir una festividad local, en
la que un roedor, una marmota, es una celebridad pueblerina, un oráculo
infalible. Desde antes de llegar, está deseando ya retirarse, pero lo que no
espera es que por extrañas razones, queda atrapado viviendo ese mismo día una y
otra vez, sin parar, teniendo esto las más impensadas consecuencias.
Disparatada comedia, digerible, sencilla, entretenida, buen ejercicio de
comedia yanqui contemporánea, de un director ciertamente modesto, hace no mucho tiempo finado por cierto, pero que
alguna agradable sorpresa puede dar. Cuenta el filme con la
participación del gran Bill Murray como protagonista, y la bella Andie MacDowell como la fémina que terminará volviéndose la que finalmente rompa el terrible hechizo
del tiempo.
En un canal televisivo, se encuentra el hombre del tiempo, Phill (Murray), a quien se le informa
que por cuarto año consecutivo deberá ir al pueblo de Punxsutawney, a
hacer un reportaje de la festividad local por fin de invierno. Se embarca en el
viaje junto a su camarógrafo, Larry (Chris Elliott), y su productora, Rita (MacDowell), que está muy emocionada con el
viaje, más Phil, apenas hecho el reportaje, y habiendo el oráculo local, la
marmota tocaya suya, Phil, pronosticado seis semanas más de invierno, desea
irse de inmediato. Pero una ventisca obliga a los tres a pasar allí la noche.
Al día siguiente, incrédulo, asiste a la repetición exacta del día, y una
tercera vez ocurre también, ante lo cual habla con Rita, pero es inútil, todo
sigue repitiéndose. De pronto, unos pueblerinos le hacen ver que si no hay
mañana, no hay que preocuparse por las consecuencias; acto seguidlo, seduce a
la local y fácil Nancy (Marita Geraghty),
pero cuando quiere hacer lo mismo con Rita, enumerar sus gustos y simplemente
seducirla por inercia, repetidas veces subsanando falencias, obtiene sendos
fracasos. Hastiado, frustrado, secuestra a la marmota Phil, y en un auto, se
lanza por un precipicio, feneciendo, solo para despertar al día siguiente en su
cama; se repite el día una vez más.
Phil genera entonces numerosos suicidios, uno tras otro,
y cada vez vuelve a despertar intacto, recostado plácidamente en su cama,
despertado por el mismo despertador, por la misma canción. De pronto,
experimenta un cambio, le cuenta todo a Rita, y ella le
cree su supuesta inmortalidad y hechizo temporal, pasa un día completo con él,
pero al dormir, la misma historia vuelve a suceder. Se comporta al día
siguiente más amable y atento con Larry y Rita. Se vuelve más preocupado por
aprender, aprovecha el tiempo, aprende desde tocar el piano hasta a realizar
esculturas sobre hielo, incluso es más filántropo, trata de ayudar en vano a un anciano limosnero, que
fenece, se ha vuelto ya otra persona. Llega entonces, sin querer, un día
cumbre, en el que, de tantas repeticiones, termina por conocer el mínimo detalle
de lo que va a ocurrir, y beneficia a todos con quienes ese día se cruza, desde
un viejo amigo colegial, Ned Ryerson (Stephen Tobolowsky), hasta al alcalde del pueblo, Buster
(Brian
Doyle-Murray),
pasando por un grupo de ancianas, una pareja a punto de casarse, toca la vida
de todos los pobladores de Punxsutawney,
es el más popular del pueblo. Y ese perfecto día, tiene el perfecto final,
finalmente termina estando con Rita, y el día acaba, amanece, es el día
siguiente, un nuevo día en el que está con su querida productora.
Célebre y entrañable filme de
Ramis, en el que prontamente se nos introduce al fantástico mundo y situación
del hombre del clima Murray, y sin mayores explicaciones -las cuales por cierto
no son necesarias-, vemos a un individuo que vive el mismo día una y otra vez,
amanece en la cama del hotel, junto al despertador, tocando la misma canción,
todos los días son el Día de la Marmota, todos los días la marmota Phil es adorada,
se predicen seis semanas más de invierno, y está condenado a vivir en un pueblo
que detesta. Pero el filme es bastante más complejo de lo que su clave cómica
aparenta, se trata de un humano que de pronto se da cuenta que está más allá de
los límites de la muerte misma, es un sobrehumano humano, y él mismo en ello
repara, al definirse como un dios, no
el dios, sino un dios, pues inmortal se ha vuelto. El humano ha convertido a la
muerte en una quimera, repetidas veces se suicida, y sendos fracasos tiene su
suicidio, un tema pues complejo se nos desliza dentro de la hilarante comedia,
quedando la gran pregunta, qué hará el humano, con ese sobrehumano don que se
le ha otorgado. ¿Estará a la altura de semejante capacidad y facultad, o
simplemente se comportará como un indigno y patético ser menor que desperdicia la gloriosa facultad de inmortalidad?. Su propia opinión del pueblo sufrirá
drástico cambio, se volverá el más epifánico espacio por él jamás antes
imaginado. Aquí se manifiesta pues la surreal y fantástica capacidad de
múltiples perspectivas, pues es Phil dotado de la sobrehumana capacidad de
vivir eternamente, al menos hasta que rompa el hechizo, e infinitas
perspectivas estará habilitado de adoptar, y analizar indefinidamente su
existencia, lo más cercano es en efecto a un dios. El multiperspectivismo del filme
es tan desafiante para Phil, como para el espectador mismo, invitado a entender la complejidad de un ser que cada día tiene un mundo entero nuevo, otro universo por explorar, esto válido para cada uno de los demás personajes, Larry y Rita principalmente, multiplicados al infinito también en el sinfín de perspectivas. Esto nos lleva al
segundo tópico del filme, igual o más atractivo aún que el primero, es la
evolución que sigue el personaje de Phil.
Ciertamente sufre el ególatra
Phil una drástica y admirable metamorfosis, una metamorfosis espiritual, lo que
involucra obviamente un cambio mucho más notable y significativo en una
persona. De esta forma, Ramis nos presenta un estupendo obsequio, Phil se
convierte en el más notable objeto de estudio, sujeto viviente y parlante de
estudio, a través de él vemos cómo se va asimilando la increíble facultad de la
que es protagonista, y vemos, de una forma verdaderamente fascinante, cómo va
pasando el protagonista, del más básico y elemental impulso, el sexual, de
querer copular por inercia con las féminas que encuentra atractivas, a
posteriormente alcanzar niveles más espirituales y complejos, perfeccionar su
alma, su espíritu, y finalmente su persona. Ese es el camino de su evolución,
de los más mundano y trivial, sexo fácil e insignificante, y los trucos que
para ello utiliza, pasa a ser un filántropo que experimenta el más privilegiado
de los aprendizajes, favorecido por la más prodigiosa de las epifanías, el
interminable día, en el que aprende sobre sí mismo, y sobre lo inevitable que
es la muerte, pues aún en su capacidad de privilegiado inmortal, sabe que hay
cosas ineludibles, como el fenecimiento, al verse imposibilitado de salvar al
anciano limosnero. El humano ordinario,
así, lidia con fuerzas superiores a su propio entendimiento, perfecciona su
alma de una forma que un humano verdaderamente ordinario jamás podrá hacerlo, y
ahí radica la fuerza de la presente comedia, pues con el poder que la comedia
otorga, genera una deliciosa paradoja, el inexplicable obsequio y don es
materializado para el humano más impensado, el ególatra que se vuelve sencillo,
el ególatra que odiaba al pueblo y todo lo que representaba, y ahora lo ama. De
esta forma, en el lapso final de un solo día de su existencia convencional, aprende a tocar el piano
como un dómine, a realizar fantásticas esculturas de hielo, pero lo más
importante de todo, aprende a valorar la importancia de los demás por encima de
su propio ego, y descubre finalmente un auténtico y valioso amor. Así, la
efectiva y atractiva cinta del finado realizador yanqui nos desliza temas serios,
complejos, la condición y evolución humana, su capacidad de alcanzar esa
madurez y clarividencia, todo enmarcado en una exquisita clave cómica,
fortalecida y cimentada en la colaboración actoral de un siempre decente Bill
Murray, con la bella Andie MacDowell a su lado. Es una efectiva comedia de un
cineasta que no se distinguió por ser un dómine como director, pero agradable
sorpresa supo dar con este memorable filme.
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