miércoles, 27 de junio de 2012

Hechizo del tiempo (1993) - Harold Ramis


El yanqui Harold Ramis dirige con este filme lo que sería una de sus obras más queridas y mejor recordadas, una célebre comedia que reposa sobre una trama tan inusual como atractiva, en el que combina con mucha eficiencia la comedia con temas que desbordan sobradamente lo tangible, hasta alcanzar, dentro de su aparente sencillez y simpleza, niveles seductores y complejos, que desafían al espectador. Se trata de una comedia, como se dijo, en apariencia sencilla, pero cuya trama, en su sencillez, encierra riqueza y complejidad, es la historia de un individuo singular, ególatra como él solo, un hombre del tiempo, trabaja como pronosticador climático, y debe viajar al alejado pueblo yanqui de Punxsutawney, lugar al que está yendo por cuarto año consecutivo, a cubrir una festividad local, en la que un roedor, una marmota, es una celebridad pueblerina, un oráculo infalible. Desde antes de llegar, está deseando ya retirarse, pero lo que no espera es que por extrañas razones, queda atrapado viviendo ese mismo día una y otra vez, sin parar, teniendo esto las más impensadas consecuencias. Disparatada comedia, digerible, sencilla, entretenida, buen ejercicio de comedia yanqui contemporánea, de un director ciertamente modesto, hace no mucho tiempo finado por cierto, pero que alguna agradable sorpresa puede dar. Cuenta el filme con la participación del gran Bill Murray como protagonista, y la bella Andie MacDowell como la fémina que terminará volviéndose la que finalmente rompa el terrible hechizo del tiempo.

     


En un canal televisivo, se encuentra el hombre del tiempo, Phill (Murray), a quien se le informa que por cuarto año consecutivo deberá ir al pueblo de Punxsutawney, a hacer un reportaje de la festividad local por fin de invierno. Se embarca en el viaje junto a su camarógrafo, Larry (Chris Elliott), y su productora, Rita (MacDowell), que está muy emocionada con el viaje, más Phil, apenas hecho el reportaje, y habiendo el oráculo local, la marmota tocaya suya, Phil, pronosticado seis semanas más de invierno, desea irse de inmediato. Pero una ventisca obliga a los tres a pasar allí la noche. Al día siguiente, incrédulo, asiste a la repetición exacta del día, y una tercera vez ocurre también, ante lo cual habla con Rita, pero es inútil, todo sigue repitiéndose. De pronto, unos pueblerinos le hacen ver que si no hay mañana, no hay que preocuparse por las consecuencias; acto seguidlo, seduce a la local y fácil Nancy (Marita Geraghty), pero cuando quiere hacer lo mismo con Rita, enumerar sus gustos y simplemente seducirla por inercia, repetidas veces subsanando falencias, obtiene sendos fracasos. Hastiado, frustrado, secuestra a la marmota Phil, y en un auto, se lanza por un precipicio, feneciendo, solo para despertar al día siguiente en su cama; se repite el día una vez más.




Phil genera entonces numerosos suicidios, uno tras otro, y cada vez vuelve a despertar intacto, recostado plácidamente en su cama, despertado por el mismo despertador, por la misma canción. De pronto, experimenta un cambio, le cuenta todo a Rita, y ella le cree su supuesta inmortalidad y hechizo temporal, pasa un día completo con él, pero al dormir, la misma historia vuelve a suceder. Se comporta al día siguiente más amable y atento con Larry y Rita. Se vuelve más preocupado por aprender, aprovecha el tiempo, aprende desde tocar el piano hasta a realizar esculturas sobre hielo, incluso es más filántropo, trata de ayudar en vano a un anciano limosnero, que fenece, se ha vuelto ya otra persona. Llega entonces, sin querer, un día cumbre, en el que, de tantas repeticiones, termina por conocer el mínimo detalle de lo que va a ocurrir, y beneficia a todos con quienes ese día se cruza, desde un viejo amigo colegial, Ned Ryerson (Stephen Tobolowsky), hasta al alcalde del pueblo, Buster (Brian Doyle-Murray), pasando por un grupo de ancianas, una pareja a punto de casarse, toca la vida de todos los pobladores de Punxsutawney, es el más popular del pueblo. Y ese perfecto día, tiene el perfecto final, finalmente termina estando con Rita, y el día acaba, amanece, es el día siguiente, un nuevo día en el que está con su querida productora.




Célebre y entrañable filme de Ramis, en el que prontamente se nos introduce al fantástico mundo y situación del hombre del clima Murray, y sin mayores explicaciones -las cuales por cierto no son necesarias-, vemos a un individuo que vive el mismo día una y otra vez, amanece en la cama del hotel, junto al despertador, tocando la misma canción, todos los días son el Día de la Marmota, todos los días la marmota Phil es adorada, se predicen seis semanas más de invierno, y está condenado a vivir en un pueblo que detesta. Pero el filme es bastante más complejo de lo que su clave cómica aparenta, se trata de un humano que de pronto se da cuenta que está más allá de los límites de la muerte misma, es un sobrehumano humano, y él mismo en ello repara, al definirse como un dios, no el dios, sino un dios, pues inmortal se ha vuelto. El humano ha convertido a la muerte en una quimera, repetidas veces se suicida, y sendos fracasos tiene su suicidio, un tema pues complejo se nos desliza dentro de la hilarante comedia, quedando la gran pregunta, qué hará el humano, con ese sobrehumano don que se le ha otorgado. ¿Estará a la altura de semejante capacidad y facultad, o simplemente se comportará como un indigno y patético ser menor que desperdicia la gloriosa facultad de inmortalidad?. Su propia opinión del pueblo sufrirá drástico cambio, se volverá el más epifánico espacio por él jamás antes imaginado. Aquí se manifiesta pues la surreal y fantástica capacidad de múltiples perspectivas, pues es Phil dotado de la sobrehumana capacidad de vivir eternamente, al menos hasta que rompa el hechizo, e infinitas perspectivas estará habilitado de adoptar, y analizar indefinidamente su existencia, lo más cercano es en efecto a un dios. El multiperspectivismo del filme es tan desafiante para Phil, como para el espectador mismo, invitado a entender la complejidad de un ser que cada día tiene un mundo entero nuevo, otro universo por explorar, esto válido para cada uno de los demás personajes, Larry y Rita principalmente, multiplicados al infinito también en el sinfín de perspectivas. Esto nos lleva al segundo tópico del filme, igual o más atractivo aún que el primero, es la evolución que sigue el personaje de Phil.








Ciertamente sufre el ególatra Phil una drástica y admirable metamorfosis, una metamorfosis espiritual, lo que involucra obviamente un cambio mucho más notable y significativo en una persona. De esta forma, Ramis nos presenta un estupendo obsequio, Phil se convierte en el más notable objeto de estudio, sujeto viviente y parlante de estudio, a través de él vemos cómo se va asimilando la increíble facultad de la que es protagonista, y vemos, de una forma verdaderamente fascinante, cómo va pasando el protagonista, del más básico y elemental impulso, el sexual, de querer copular por inercia con las féminas que encuentra atractivas, a posteriormente alcanzar niveles más espirituales y complejos, perfeccionar su alma, su espíritu, y finalmente su persona. Ese es el camino de su evolución, de los más mundano y trivial, sexo fácil e insignificante, y los trucos que para ello utiliza, pasa a ser un filántropo que experimenta el más privilegiado de los aprendizajes, favorecido por la más prodigiosa de las epifanías, el interminable día, en el que aprende sobre sí mismo, y sobre lo inevitable que es la muerte, pues aún en su capacidad de privilegiado inmortal, sabe que hay cosas ineludibles, como el fenecimiento, al verse imposibilitado de salvar al anciano limosnero. El humano ordinario, así, lidia con fuerzas superiores a su propio entendimiento, perfecciona su alma de una forma que un humano verdaderamente ordinario jamás podrá hacerlo, y ahí radica la fuerza de la presente comedia, pues con el poder que la comedia otorga, genera una deliciosa paradoja, el inexplicable obsequio y don es materializado para el humano más impensado, el ególatra que se vuelve sencillo, el ególatra que odiaba al pueblo y todo lo que representaba, y ahora lo ama. De esta forma, en el lapso final de un solo día de su existencia convencional, aprende a tocar el piano como un dómine, a realizar fantásticas esculturas de hielo, pero lo más importante de todo, aprende a valorar la importancia de los demás por encima de su propio ego, y descubre finalmente un auténtico y valioso amor. Así, la efectiva y atractiva cinta del finado realizador yanqui nos desliza temas serios, complejos, la condición y evolución humana, su capacidad de alcanzar esa madurez y clarividencia, todo enmarcado en una exquisita clave cómica, fortalecida y cimentada en la colaboración actoral de un siempre decente Bill Murray, con la bella Andie MacDowell a su lado. Es una efectiva comedia de un cineasta que no se distinguió por ser un dómine como director, pero agradable sorpresa supo dar con este memorable filme.






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