El neoyorkino John Turturro
escribe, dirige y actúa en este filme pintoresco y visualmente atractivo sobre
la vida artística en tierras norteamericanas a inicios del siglo XX, en una
muestra más de que este director de ascendencia italoamericana es un decente
ejemplar de cineasta entre la gran y absorbente mediocre mayoría de sus paisanos
contemporáneos. Nos presenta Turturro la historia de un líder de una compañía
de actores, individuo que prepara su más
novedosa y reciente obra, “Illuminata”, pieza que es presentada a los dueños de
la compañía, pero ellos rechazan la obra, desencadenándose una serie de
peripecias por parte de los actores involucrados para mejorar el repertorio de
la obra, hacerse aceptar por los dueños, mientras se desatan particulares avatares entre de los intérpretes, amores truncos,
ilusiones, entre otras circunstancias. Buena prueba de la versatilidad del
director, como uno de los protagonistas del filme, además de una presentación
audiovisual que se distingue y se hace característica de este buen director
contemporáneo, cuya cinta, la presente, se encuentra además cimentada en las
sólidas actuaciones de su reparto. Tenemos a Katherine Borowitz
como la actriz principal de la compañía y la que despierta el amor trunco del
líder del grupo, Turturro; asimismo está un estrafalario Christopher Walken, como un
singular y afamado crítico de arte, la siempre eficiente y elegante Susan
Sarandon, además de la bella Beverly D'Angelo en un papel secundario pero importante.
Una pareja de actores, una mujer y un hombre, practican
una escena de una obra, la misma que despierta cierta expectación en el pueblo.
Después de un intenso pero no satisfactorio cunnilingus a Simone (Georgina
Cates), aparecen la actriz Celimene (Sarandon), y el ateo
crítico de arte Bevalaqua (Walken), en un pomposo recibimiento a las famosas personalidades. Tuccio (Turturro), el líder de los actores, se prepara para su rol. Realizan un ensayo
frente a un público, Tuccio improvisa su actuación con la bella Rachel
(Borowitz), luego anuncia, poco después, que
el día siguiente presentará su nueva obra, “Illuminata”, los actores se
preparan para esto. Se realizan intercambios de opinión entre el público sobre
la obra, mientras Rachel y Marco (Bill Irwin) reciben malas apreciaciones, pero Bevalaqua se
muestra benévolo. Rachel da algunos alcances a Simone, ella está
enamorada de Tuccio. La tensión entre los actores aumenta al aproximarse la
presentación, hay recriminaciones. Los intérpretes siguen su preparación,
algunos aconsejan a Rachel sobre su vital caracterización, ella practica para
la obra “Casa de muñecas”.
La obra “Illuminata” es inicialmente rechazada por los
dueños de la compañía, Tuccio deberá revertir la situación. Por su parte,
Celimene también realiza sus presentaciones en la obra “La Virgen de Avil”,
pero se encuentra bastante insatisfecha de lo que hasta entonces se está
logrando, mientras el amanerado Bevalaqua interviene. Celimene
sigue con su rigurosa auto crítica, conversa con Tuccio al respecto, y por su
parte, Bevalaqua intenta seducir a un joven involucrado con la compañía de
actores. La bella Aastergurd (D'Angelo), también parte de la
compañía, es cortejada por un joven, tres son las parejas que se van
desarrollando durante los ensayos de la obra, el joven Beppo (Leo Bassi) buena
participación en ello tiene. Mientras los respectivos emparejamientos van
disfrutando de sus particulares circunstancias, la obra finalmente obtiene
aprobación de los dirigentes, para beneplácito de Rachel. Sin embargo,
diferencias en sus concepciones y caracterizaciones llevan a Rachel a discutir
con Tuccio, ella incluso afirma que no actuará, pese a amar al líder de la
compañía. Un individuo, miembro del grupo de los protagonistas, enferma malamente, y
fenece, pero la obra ya está aceptada, y es al fin representada.
Agradable y digerible cinta, manifiéstase en el filme el
definido estilo de Turturro, en el que la primera ruptura de lo que podría
llamarse convencional narración y expresión es la secuencia en que Tuccio
anuncia que su Illuminata se presenta
el día siguiente, se rompe entonces la linealidad del relato, en la que un
halo, una suerte de película transparente envuelve a los actores que ensayaban,
revistiendo su burbuja artística de surreal manto. Asimismo, la evidente teatralidad del
ejercicio es correcta, refuerza la imagen de los actores representando la obra,
siempre predominante el tratamiento de teatro, lo cual dota de una atmósfera
más solemne y acorde a la historia al filme. Asimismo, los números, la
interpretaciones musicales de los actores, si bien no abundantes, acercan a la cinta a esa naturaleza, al musical, reforzando y complementándose esto con el
recurso antes mencionado, generando una obra plenamente identificable e
involucrada con su cometido, la historia de los artistas actores a inicios del
siglo XX, además de suavizar la tibia clave cómica con la que nos es presentado
todo, generando un sencillo y digerible humor. El vestuario es otro de los
aciertos, pintorescas vestimentas que nos remiten a inicios del siglo pasado,
el arte y el entorno de los artistas, con su brillo y extravagancia, alcanzando
niveles de presentación barroca, detalladas recámaras, ricas y cromáticas
imágenes que crean una atmósfera de estrafalaria sofisticación.
De esa forma se nos presenta la disparatada historia de
los artistas yanquis a inicios del siglo XX, los finiseculares actores bordan
el nuevo siglo con la presentación de la obra Illuminata, en lo que se siente por parte de Turturro una plasmación de su propio universo, los avatares del artista durante la
producción de su creación, de su arte, y las relaciones que se generan en ese
proceso. Así, veremos hasta tres parejas correteando y revoloteando para
consumar su atracción, asimismo veremos un desfile de la variopinta colección
de personajes allegados a la escena artística de entonces. Coloridos y
estrafalarios individuos, entre los que se destaca el gran Christopher Walken,
en una singular caracterización del travesti crítico de arte, queriendo seducir
a un individuo mientras se encarga de hacer rabiar a Celimene, peculiar el
matiz del que se dota al personaje, el que representa los cánones de
apreciación artística. Desenfrenada y cromática demencia, es el libidinoso y
disparatado ámbito en el que se desenvuelven los creadores de arte, el arte
culto del teatro, la actuación, bizarro su mundo, lleno de elocuentes y
coloridas figuras, en el que se aprecian cunnilingus, masturbación de una
fémina a un varón, amamanta otra actriz por su cuenta también, un frenesí de
carnalidad y bohemia, en la que la figura de Beppo se agranda, así es el
bosquejo que nos presenta Turturro de su país, su concepción de los artistas de
inicios de siglo. Buena parte de la solidez del filme descansa en la solvencia
de sus intérpretes principales, Turturro cumple con su habitual eficiencia en
ese aspecto, Sarandon igualmente imprime su distinción y seriedad, Katherine Borowitz
demuestra porqué es una actriz bien considerada en la actualidad, Beverly D'Angelo no
desentona con su belleza y actuación, y por supuesto, el genial Christopher
Walken, elevando todo filme en el que se involucre con su presencia y su sola
persona. Cierra el filme Turturro con una imagen digna del filme, una
representación actoral, siempre lo más distintivo, etérea la secuencia final,
en la que la interlinealidad desafiará al espectador. Apreciable filme de un
director yanqui contemporáneo que se resiste a dejarse llevar por el inacabable
desfile de esperpento y frivolidad seudo cinematográfico actual.
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