lunes, 11 de junio de 2012

El Dorado (1966) – Howard Hawks


El descomunal Howard Hawks, dómine del cine, dómine de múltiples géneros, materializa en esta oportunidad el que se convertiría en uno de los westerns mejor preservados y más famosos de la producción yanqui. Naturalmente, era inevitable que muchos fueran los que la emparentaran, e incluso definieran como un remake de  Río Bravo (1959) del propio Hawks, y es que las obvias alusiones y personajes caracterizados continúan ahí. Es la historia de un duro pistolero, que une fuerzas con un viejo conocido suyo, un sheriff venido a menos, alcoholizado hombre de ley, se aliarán también con un inexperto vaquero, hábil con el cuchillo, pero neófito con las armas de fuego, para combatir a un villano, que atormenta a un ranchero en el oeste yanqui, amenazando el lugar. Si bien no alcanzará el nivel de maestría de la mencionada cinta a la que está íntimamente ligada, mantiene todos los nortes de su director, de sus lineamientos, su estilo expositivo está tan patente como siempre en su madurez, y claro, cuenta con un apoyo que vuelve a la cinta lo que es, mítica. Me refiero al reparto actoral, de primerísimo nivel, desde el gran clásico, el hombre cowboy por antonomasia, el inmortal John Wayne como el protagonista, el pistolero, que se une a otro duro, el también inmortal Robert Mitchum, en el excelente papel del alcoholizado sheriff, ambos junto a un joven James Caan como el bisoño acompañante, configuran una de las más recordadas cintas del gigante Hawks.

        


Cole Thornton (Wayne) se encuentra en un rancho, poco después, es atacado por un joven, al cual Cole termina eliminando. Lleva al difunto con su padre, Kevin McDonald (R.G. Armstrong), que acepta lo sucedido, pero la hermana del fenecido, Maudie (Charlene Holt), lo ataca, intenta matarlo. Sin embargo, la bala de escopeta se aloja en un lugar complicado de la columna de Cole, no puede ser extraída por el médico local, deberá buscar un galeno más calificado; J.P. Harrah (Mitchum), el sheriff del lugar, El Dorado, lo ayuda. Tanto Cole como Maudie se van; más de seis meses después, en un lugar de comidas, aparece un individuo, se hace llamar Mississippi (Caan), que elimina a otro sujeto, tenían una cuenta pendiente, se hace amigo de Cole, y conoce también a Nelse McLeod (Christopher George). Mississippi se vuelve amigo y acompañante de Cole a pulso de insistencia, es inexperto con las armas, pero juntos se dirigen a El Dorado, a ayudar a su viejo amigo Harrah, le compra una escopeta a su inexperto camarada. Ya de regreso, encuentran nuevamente a Maudie, que les da la bienvenida, y hallan asimismo a un alcohólico y malogrado sheriff, objeto de burla, McLeod también está ahí.




En el lugar, Bart Jason (Edward Asner) siembra pánico y caos, hiere a un muchacheo lugareño, hijo también de McDonald, el comisario no puede hacer mucho. Con Mississippi y un descompuesto Harrah, Cole protagoniza un intenso tiroteo en la iglesia, eliminan a algunos facinerosos, el alcohólico sheriff tapa la boca de quienes se rieron de él. Jason es enviado a prisión, mientras Mississippi conoce a la atractiva Maudie. Los tiroteos e siguen sucediendo, Harrah resulta herido, es atendido por sus camaradas, y también por Maudie. McLeod y los suyos siguen siempre al acecho, siempre esperando dar el golpe. El enfrentamiento continúa, ahora ya solo están Cole y Mississippi, el primero resulta capturado por la gente de Jason, se realiza un canje por el pistolero. Tras el mencionado canje, la dolencia en la espalda de Cole se agrava, mientras son sitiados en la casa donde se atrincheran, los disparos continúan, otro de los McDonald es capturado, y el viejo McLoud fenece producto del enfrentamiento. Finalmente, consiguen los aliados vencer a sus atacantes, y ambos, cojeando, terminan caminado orgullosos por El Dorado, los dos con sus estrellas de sheriffs.




Realiza Hawks uno de sus ejercicios que lleva toda su impronta, su estilo mostrando en el Oeste yanqui simplemente las vivencias de unos camaradas, hay una gran sencillez en las cosas que se muestran, la simplicidad de sus actividades, logra el realizador norteamericano una cercanía, una intimidad, que se vuelven capitales para la cinta. Es el estilo expositivo de Hawks, alterando lo menos posible lo que sucede, mostrando las cosas tal cual son, tal cual las ven los protagonista. Son amigos que simplemente viven, que simplemente la pasan bien, enfrentan vicisitudes, el más experimentado de ellos le enseña a usar armas de fuego a otro, ayudando a superar los problemas de alcoholismo del tercero, Hawks nos muestra la historia de un grupo de individuos amigos, ellos son los protagonistas totales de la acción. Naturalmente, la afinidad con Río Bravo es imposible de no advertir, la similitud es patente, desde las figuras y personajes, evidentemente reincidentes, hasta la trama, narración de los sucesos, Hawks desarrolla pues un estilo diferenciado y consolidado en su western, género en el que el norteamericano supo brillar con nitidez, pues sabido es que fue un dómine en diversos géneros cinematográficos. Nuevamente, se evidencia la presencia de un humor dosificado, que dota de frescura y ligereza positivas al filme, que construye y solidifica esa simpleza, esa sencillez mencionada de las actividades de los camaradas. Y claro, las actuaciones, soberbias, John Wayne no nos entrega la mejor de sus interpretaciones, sin que ésta sea deficiente, pues cumple, y la sola presencia del mítico hombre del Oeste realza la cinta; resalta también un excelente Robert Mitchum en su papel del alcoholizado y venido a menos hombre de ley, la descompuesta versión del comisario de El Dorado, patético sheriff, objeto de burlas, degradado hazmerreir, y el duro Mitchum sabe, como siempre, entregar una actuación a la altura de los más ilustres actores yanquis de su generación, juntos conforman memorable dupla, los dos duros juntos, los amigos, el meollo del filme hawksiano. Para adicionarle variedad al filme está el buen Sonny Corleone, James Caan que completa la variopinta colección de personajes. Simpleza en su narración, en su exposición, sin ornamentos, siempre acorde a la proclama del director de no alterar la acción, de mostrarla tal cual es, realista se ve, es uno de los géneros que este extraordinario y multifacético realizador dominó y en el que dejó imperecedera impronta, el western.







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