El descomunal Howard Hawks,
dómine del cine, dómine de múltiples géneros, materializa en esta oportunidad
el que se convertiría en uno de los westerns mejor preservados y más famosos de la producción yanqui. Naturalmente,
era inevitable que muchos fueran los que la emparentaran, e incluso definieran
como un remake de Río
Bravo (1959) del propio Hawks, y es que las obvias alusiones y
personajes caracterizados continúan ahí. Es la historia de un duro pistolero, que
une fuerzas con un viejo conocido suyo, un sheriff venido a menos, alcoholizado
hombre de ley, se aliarán también con un inexperto vaquero, hábil con el cuchillo,
pero neófito con las armas de fuego, para combatir a un villano, que atormenta
a un ranchero en el oeste yanqui, amenazando el lugar. Si bien no alcanzará el
nivel de maestría de la mencionada cinta a la que está íntimamente ligada,
mantiene todos los nortes de su director, de sus lineamientos, su estilo
expositivo está tan patente como siempre en su madurez, y claro, cuenta con un
apoyo que vuelve a la cinta lo que es, mítica. Me refiero al reparto actoral,
de primerísimo nivel, desde el gran clásico, el hombre cowboy por antonomasia,
el inmortal John Wayne como el protagonista, el pistolero, que se une a otro
duro, el también inmortal Robert Mitchum, en el excelente papel del
alcoholizado sheriff, ambos junto a un joven James Caan como el bisoño acompañante,
configuran una de las más recordadas cintas del gigante Hawks.
Cole Thornton (Wayne) se
encuentra en un rancho, poco después, es atacado por un joven, al cual Cole termina eliminando.
Lleva al difunto con su padre, Kevin McDonald (R.G. Armstrong), que
acepta lo sucedido, pero la hermana del fenecido, Maudie (Charlene Holt), lo ataca,
intenta matarlo. Sin embargo, la bala de escopeta se aloja
en un lugar complicado de la columna de Cole, no puede ser extraída por el
médico local, deberá buscar un galeno más calificado; J.P. Harrah (Mitchum), el
sheriff del lugar, El Dorado, lo ayuda. Tanto Cole como
Maudie se van; más de seis meses después, en un lugar de comidas, aparece un
individuo, se hace llamar Mississippi (Caan), que elimina a otro sujeto, tenían una cuenta pendiente, se hace amigo
de Cole, y conoce también a Nelse McLeod
(Christopher George). Mississippi se vuelve amigo y acompañante de
Cole a pulso de insistencia, es inexperto con las armas, pero juntos se dirigen
a El Dorado, a ayudar a su viejo amigo Harrah, le compra una escopeta a su
inexperto camarada. Ya de regreso, encuentran nuevamente a Maudie, que les da
la bienvenida, y hallan asimismo a un alcohólico y malogrado sheriff, objeto de
burla, McLeod también está ahí.
En el lugar, Bart Jason (Edward Asner) siembra
pánico y caos, hiere a un muchacheo lugareño, hijo también de McDonald, el
comisario no puede hacer mucho. Con Mississippi y un descompuesto Harrah, Cole
protagoniza un intenso tiroteo en la iglesia, eliminan a algunos facinerosos,
el alcohólico sheriff tapa la boca de quienes se rieron de él. Jason es
enviado a prisión, mientras Mississippi conoce a la atractiva Maudie. Los tiroteos e siguen sucediendo, Harrah resulta herido,
es atendido por sus camaradas, y también por Maudie. McLeod y los suyos siguen
siempre al acecho, siempre esperando dar el golpe. El enfrentamiento continúa,
ahora ya solo están Cole y Mississippi, el primero resulta capturado por la
gente de Jason, se realiza un canje por el pistolero. Tras el mencionado canje,
la dolencia en la espalda de Cole se agrava, mientras son sitiados en la casa
donde se atrincheran, los disparos continúan, otro de los McDonald es
capturado, y el viejo McLoud fenece producto del enfrentamiento. Finalmente,
consiguen los aliados vencer a sus atacantes, y ambos, cojeando, terminan
caminado orgullosos por El Dorado, los dos con sus estrellas de sheriffs.
Realiza Hawks uno de sus
ejercicios que lleva toda su impronta, su estilo mostrando en el Oeste yanqui
simplemente las vivencias de unos camaradas, hay una gran sencillez en las
cosas que se muestran, la simplicidad de sus actividades, logra el realizador
norteamericano una cercanía, una intimidad, que se vuelven capitales para la
cinta. Es el estilo expositivo de Hawks, alterando lo menos posible lo que
sucede, mostrando las cosas tal cual son, tal cual las ven los protagonista.
Son amigos que simplemente viven, que simplemente la pasan bien, enfrentan
vicisitudes, el más experimentado de ellos le enseña a usar armas de fuego a
otro, ayudando a superar los problemas de alcoholismo del tercero, Hawks nos
muestra la historia de un grupo de individuos amigos, ellos son los
protagonistas totales de la acción. Naturalmente, la afinidad con Río Bravo es imposible de no
advertir, la similitud es patente, desde las figuras y personajes,
evidentemente reincidentes, hasta la trama, narración de los sucesos, Hawks
desarrolla pues un estilo diferenciado y consolidado en su western, género en
el que el norteamericano supo brillar con nitidez, pues sabido es que fue un dómine en diversos géneros cinematográficos. Nuevamente, se evidencia la presencia de un humor dosificado, que
dota de frescura y ligereza positivas al filme, que construye y solidifica esa simpleza, esa sencillez mencionada de las actividades de los camaradas. Y
claro, las actuaciones, soberbias, John Wayne no nos entrega la mejor de sus
interpretaciones, sin que ésta sea deficiente, pues cumple, y la sola presencia del
mítico hombre del Oeste realza la cinta; resalta también un excelente Robert
Mitchum en su papel del alcoholizado y venido a menos hombre de ley, la
descompuesta versión del comisario de El Dorado, patético sheriff, objeto de
burlas, degradado hazmerreir, y el duro Mitchum sabe, como siempre, entregar
una actuación a la altura de los más ilustres actores yanquis de su generación,
juntos conforman memorable dupla, los dos duros juntos, los amigos, el meollo
del filme hawksiano. Para adicionarle variedad al filme está el buen Sonny Corleone, James Caan que completa la variopinta colección de personajes. Simpleza en su narración, en su exposición, sin
ornamentos, siempre acorde a la proclama del director de no alterar la acción,
de mostrarla tal cual es, realista se ve, es uno de los géneros que este
extraordinario y multifacético realizador dominó y en el que dejó imperecedera impronta,
el western.
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