miércoles, 16 de mayo de 2012

Rommel, el Zorro del Desierto (1951) - Henry Hathaway


Breve e interesante filme que nos acerca a la historia de uno de los militares más conocidos de la edad contemporánea, participante de los principales conflictos bélicos de la humanidad, activo partícipe de las dos guerras mundiales, el mariscal Erwin Johannes Rommel, simplemente el mariscal Rommel, el conocido Zorro del desierto. Se nos presenta la historia pues del brillante y respetado militar alemán, el nazi que supo maravillar al mundo con su genio para el combate, desde la singular perspectiva de uno de sus acérrimos rivales, desde la lupa de uno de los miembros del ejército británico, que con respeto realizó una sesuda investigación de la vida del zorro nazi, para narrarnos una al parecer verídica versión de sus últimos años. Es así que apreciaremos su historia, después de su operación en tierras africanas, sus incursiones en los posteriores operativos, y claro, el célebre e inmortal Día D, el desembarco en Normandía. Apreciaremos, paralelamente, la forma en que su relación con Hitler se va erosionando, se va desgastando, cuando envíe a sus tropas a misiones suicidas, con la máxima de la victoria o la muerte, hasta perder el Zorro completamente toda fe en su fuhrer, y deteriorada su relación veremos incluso el intento de asesinato al líder nazi, la traición de Rommel. El elegido para representar al conocido alemán será el buen James Mason, en una cinta tan breve como decente.

      


En las vísperas de Pearl Harbor, un submarino británico surca aguas alemanas, hace una incursión a un cuartel, su objetivo es matar a un hombre. Una voz en off nos informa que esto es una recopilación de las vivencias de Rommel, hechas por el que habla, un soldado británico del ejército de la India, que realizó sesuda investigación, entrevistando a personajes autorizados en la historia, y que nos narra las cosas a partir de la incursión en África, Rommel mandando sobre los prisioneros de guerra. Posteriormente, se anuncia la muerte Rommel, una muerte que evidentemente no es tal, es un truco de distracción. Es octubre de 1942, la guerra con los británicos ha estallado, el bombardeo se inició. Rommel entonces es infectado con rinitis, enfermedad que lo aparta efímeramente del combate. Vuelve al frente, enfrentando al gran Montgomery, desatando los recios enfrentamientos de sus tanques y cañones de artillería. Es el combate de el Alamein, las fuerzas alemanas comienzan a sentir indecisión, Montgomery está planteando un impecable combate, los nazis están siendo derrotados. Sus principales generales van cayendo, la idea de un repliegue cobra fuerza, pero el fuhrer directamente ordena que el desenlace sea la victoria, o la muerte, que no retrocedan un milímetro.




Los aliados avanzan y dominan, la salud de Rommel se deteriora, la indecisión crece, y Hitler sigue mandándolos a combatir en batallas imposibles. Es Noviembre de 1943, Rommel va a inspeccionar fuerzas al Atlántico, donde se cerciora del pésimo estado de las defensas. Recibe más de una visita de su amigo y colega el Dr. Karl Strolin (Cedric Hardwicke), que le cuestiona su ciego seguimiento a Hitler, y es que Rommel ante todo, afirma es un soldado, y su misión es ejecutar órdenes. Su mujer, empero, Lucie Marie Rommel (Jessica Tandy), es sabedora de la inseguridad de su marido, que debe partir al severo Día D. Los aliados desembarcan y avanzan, hay inseguridad entre los mandos nazis, abdican unos, se inicia la marcha hacia el Rin. Reúnese Rommel con Hitler, que le atiza ser derrotista, a la vez que afirma estar haciendo bien bombardeando Londres. Rommel ya se involucra en el complot contra el fuhrer, a quien, en una reunión con sus mandos, se intenta asesinar con una bomba, pero sobrevive al intento. Es ya 1944, Rommel pasa meses recuperándose de un ataque en combate, se requiere su presencia, pero él evita presentarse. Indefectiblemente, recibe emisarios, es acusado de traición, y la única salida que se le ofrece es que voluntariamente acepte ser ejecutado, y así se cuidará de su familia. Eso finalmente hace.




Interesante filme en el que rápidamente la voz en off nos informa que lo que presenciaremos es la recopilación sobre la vida de Rommel que él, soldado británico en la India, ha hecho del memorable militar nazi. Con breves imágenes se representa su trabajo de investigación, entrevistándose y conociendo de primera mano las fuentes que dan forma a la verídica historia que afirma se nos mostrará del Zorro del desierto. Evidentemente la historia se centra en sus vivencias finales en la segunda guerra mundial, y en ese sentido, se siente  que resaltan nítidamente del resto de imágenes las secuencias de combate, los intensos bombardeos, las imágenes tanto de los bombarderos realizando sus ataques, como de los tanques, los cañones, la artillería, el fuego. Son crudas y realistas imágenes del recio combate, frenético enfrentamiento, frenético desfile de imágenes de guerra, que nos introducen rápido y al grano, a la batalla, el mundo de Rommel, en sus finales días. Estas imágenes tan realistas son las que dotan al filme de mayor impacto, siendo particularmente notables las de la secuencia del Día D, prolongada incursión que es retratada extensa y verídicamente. Y claro, la documentación de esos días de Rommel es todo, todo nos es narrado con cercanía, una suerte de bitácora de sus últimas acciones, ahí radica el atractivo, en conocer la historia de un brillante estratega militar nazi, que, dejando de lado su filiación y el movimiento que una vez defendió, maravilló al mundo entero con su pericia para la guerra. Naturalmente, se tenía que abordar el tema de su distanciamiento con el fuhrer, y en esta versión yanqui de los hechos apreciaremos lo que se puede considerar la versión oficial, la forma en que se desgastó la relación con Hitler, hasta llegar a formar parte del complot por eliminarlo. La representación del líder nazi es uno de los atractivos, se construye una humanizada imagen del zorro del desierto, su entorno familiar, se documenta su gradual desencanto con Hitler, su indecisión y final traición; ese proceso y transformación, enfocado desde íntimo entorno, es el corazón del filme.Y el correcto corolario al filme viene a ser el discurso del mismo Winston Churchill para reconocer la valía del estratega nazi, como persona y como rival bélico, es el momento de su caída final. Dejando un poco de lado las exactitudes (o inexactitudes) históricas -que dejo más para los historiadores-, el valor del filme como tal es apreciable, y el aporte de James Mason es, como siempre, un serio elemento. Digerible y decente filme, digno de prestar cierta atención.



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