Exótica y estupenda película del director grecochipriota Mihalis Kakogiannis, adaptación del libro homónimo del
griego Nikos Kazantzakis.
Nos narra la atractiva historia de un individuo británico, rígido escritor que
está viajando a Grecia para poner en orden algunos asuntos y negocios, pero
verá su rutina y su vida misma radicalmente cambiadas e influenciadas por un
personaje que allí conocerá, el libertino y gregario Alexis Zorba. Zorba es un
singular personaje, enérgico, vital, con un insaciable apetito por la vida,
gustoso de bailar para expresar sus emociones, y mientras éste va gozando con
los placeres que la libertina Grecia ofrece, el buen inglés, con quien se hacen
íntimos amigos, va viendo cómo sus concepciones y costumbres varían
sensiblemente. Filme que tiene toda su fuerza emanando de las portentosas y
sólidas actuaciones, un descomunal como él solo Anthony Quinn nos ofrece una de
las mayores caracterizaciones de su carrera, con un rol que se corresponde y alinea
perfectamente con el perfil del actor, por lo que se aprecia una
actuación tan intensa como notable y convincente, como efectiva y solvente. Destaca
nítidamente además la actuación de Lila Kedrova, merecidamente reconocida con el
Oscar a Mejor Actriz, por su papel de una prostituta añosa, venida a menos,
nostálgica de los viejos tiempos. Una película que destila maestría y
genialidad en muchos aspectos, entrañable y necesaria, que lamentablemente
navega en el ámbito de desconocida.
En un puerto griego, el inglés Basil (Alan Bates), no puede abordar un barco, por lo
que va a un café, donde es abordado por un elocuente sujeto. Se trata de
Alexis Zorba, que rápidamente se presenta, y a quien Basil cuenta que está
camino a Creta, donde tiene una herencia que revisar, una descuidada mina.
Basil contrata a Zorba como su ayudante principal para reflotar la mina, y los
nuevos amigos brindan entusiasmados con el proyecto. Juntos llegan a la isla
cretense, donde multitudes ruidosas pululan por las calles, y donde escuchan prontamente sobre una bella
viuda, viuda de tantos esposos muertos como cabellos tiene quien se los cuenta.
Llegan después al establecimiento de Madame Hortense (Kedrova), prostituta devaluada y entrada en
años, que hace buenas migas con Zorba, y quien les cuenta a los amigos sus
aventuras y avatares en el pasado, una singular experiencia con unos almirantes.
Luego, en un día lluvioso, aparece en una localidad, para guarecerse, la hermosa
viuda del lugar (Irene Papas), a
quien todos desean, pero a todos ella los rechaza y desprecia, ganándose ser
atormentada por los rechazados. Curiosamente solo a Basil ella lo mira
diferente, y Zorba lo exhorta a que corteje a la atractiva viuda, pero obtiene
firmes negativas del inglés, su jefe, como lo llama el griego. Se inician los
trabajos en las minas, la inexperiencia de Basil se evidencia, Zorba trabaja y
sobrevive hasta a un derrumbe.
Zorba va conociendo y
familiarizándose con el territorio cretense, así como con su población, conoce
una muchedumbre con la que bebe, celebra y danza incansablemente, la danza es una
de sus actividades predilectas, pero el jefe detiene todo el jolgorio. Zorba le
confía una mala experiencia, de cómo su primogénito feneció a los tres años, se
van haciendo íntimos amigos. Pasa el tiempo, es ya navidad, y la viuda ha
manifestado interés en Basil, enviándole obsequios. Poco después, bien
trajeados, ambos van a visitar a Madame Hortense, Bubulina, como Zorba la
llama, y la mujer prosigue contándole sus no pocas experiencias durante su
labor de prostituta. Zorba sigue exhortando a su jefe a que corteje y
conquiste a la viuda, pero sigue obteniendo negativas, hasta que el griego
debe ser enviado a una diligencia que lo tendrá cinco días fuera. Zorba envía
una carta diciendo lo bien que la pasa con una mujer, parece que no volverá,
Basil miente a Bubulina diciéndole que la carta habla de matrimonio con ella.
Tras superar dificultades, Basil finalmente conoce y se acerca a la viuda,
regresa Zorba, pero brutalmente, la muchedumbre ataca y degüella a la viuda.
Zorba se casa con Bubulina, que enferma y fenece, su casa es desvalijada. Una
estructura construida para transporte falla, pero al final se quedan comiendo,
celebrando, danzando, se despiden, Zorba y su jefe.
Descomunal cinta, en la que se
empezará por alabar la gran actuación de la oscarizada Lila Kedrova, descollante desde su inicial aparición,
justificando su galardón con la mera primera secuencia en la que participa.
Intensa, añosa, rememorando sus sexuales odiseas con tres almirantes europeos,
la sufrida y devaluada prostituta, siempre triste, melancólica, siempre
recordando los días pasados y sus alegría, dueña absoluta de ese pasaje del
filme, es tan contundente como intensa su interpretación. Y el otro gran pilar
del filme, claro, Anthony Quinn, gigante en un papel que se corresponde
perfectamente con su perfil de actor, y que se siente poderosa e
ineludiblemente emparentado al otro gran papel de su carrera actoral, me
refiero por supuesto a su papel de Zampanó en La Strada (1954) del maestro Fellini. Así vemos al descomunal Quinn
dando vida al chabacano Zorba, libertino, con un apetito insaciable por la vida
y sus placeres, socarrón, hombre recorrido, de estrato bajo, con toda la picardía y desfachatez que la
existencia de la calle enseña, recio personaje, intenso y aventurero,
emprendedor en todo, y que tiene en el baile una actividad ritualista, que es
casi una terapia, y que sirve para exteriorizar sus sentimientos. Zorba es un
ser atormentado, tiene lamentable historia tras de sí, que esconde tras sus risas y muecas mucho sufrimiento, y es el baile la mejor
manera en que aprendemos de su persona, es su forma de expresión. Se
complementará con su jefe, su mejor amigo, el rígido y aburrido británico, su
contraparte, son exactamente caracteres opuestos, pero su interacción
enriquecerá las vidas y los enfoques de las mismas que tienen los
protagonistas, esto reforzado con la entrañable secuencia final, de Zorba
enseñándole a bailar a Basil, sabiendo ya lo significativo y profundo de esta
actividad, y lo que representa.
El filme tiene interesantes
pasajes en los que se siente un diferenciado tratamiento, estos son los pasajes
específicos y puntuales, primero del tormento que se le hace a al viuda, con la
simbólica figura del macho cabrío en medio del tumulto, y luego claro, las
memorables secuencias de Zorba danzando. Se aprecia un notable y distinto
trabajo de cámara, un frenético desfile y amalgama de diversos planos,
precisos, expresivos, en el que se aprecia la genialidad al plasmar tan
sensibles momentos, destacándose una exquisita capacidad para generar y plasmar
poderosos y potentes claroscuros, además claro de la excelencia histriónica e
interpretativa del gigante Quinn. Enaltecidas son esas secuencias, como lo es
la significativa e importante actividad de la danza para Zorba, y se retrata
con correcta solemnidad de sonidos cercanos a melodías del místico Mahabarata,
ritualistas instantes en los que el desfile de claroscuros tiene su máximo esplendor,
son segmentos que se sienten aparte, se siente un arte aparte del resto.
Destaca también el bizarro bosquejo que el grecochipriota cineasta hace de
Creta, su música, su folclore, sus costumbres y odios, pero, más
impactantemente, su brutalidad, ultimando a la viuda. Es un mundo donde abundan mujerzuelas, se
atormenta a judíos, donde hay mucha austeridad, oscuridad y libertinaje,
resaltando el detalle de un cartero que va a pie a recoger la correspondencia,
cual chasqui. Resalta también la secuencia del matrimonio, simulado y real a la
vez, un matrimonio miserable, de dos individuos miserables, bizarra unión,
acorde a los individuos, elocuente, solemne y adecuada secuencia, un halo de
fantasía y oscuro romance inundan la pantalla, en un segmento tan tierno como
preciso, humaniza mucho más a la prostituta, y al libertino Zorba, que
prácticamente cumple la última voluntad de Hortense; poderosa secuencia es.
Memorable filme, tristemente desfilando siempre entre las filas de grandes
obras maestras desconocidas, piedra angular dentro de la filmografía del gran
Anthony Quinn, fascinante actor que con los mejores directores trabajara.
Imprescindible filme, enriquecido con la poderosa banda sonora de Mikis
Theodorakis, de esas cintas que, apenas se advierte la suerte de que será
transmitida, no se debe dudar en visionarla.
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