martes, 31 de julio de 2012

Sirenas y tiburones (1959) - Blake Edwards


Delirante y célebre comedia del director Blake Edwards, en el que se retratará la alucinante historia de un festivo submarino, que inicialmente estaba destinado a convertirse en ilustre miembro de la armada yanqui durante la Segunda Guerra Mundial, pero, antes de iniciarse la batalla, es seriamente dañado. La situación es aprovechada por un capitán que busca comandar, que pedirá reconstruir y capitanear el navío, pero se embarcará en singular aventura, rodeándose de libidinosos oficiales, en un submarino al que le pasa de todo, encontrándose con variopinta colección de personajes, y conviviendo los soldados con un grupo de candentes féminas, poniendo todo de cabeza. Singular y divertido filme, en el que Cary Grant encarna al capitán que inicialmente tratará de poner orden en el submarino, pero que finalmente, como se dice, si no puedes con ellos, úneteles y termina enamorándose de una de las enfermeras, inesperadas tripulantes. Divertida y entretenida cinta, que puede hacer pasar algunos buenos momentos, y que inspirara, debido a su éxito, la posterior serie de El Subamarino Rosa, apariencia que eventualmente exhibe el festivo e impensado submarino. Además del buen Grant, completan el reparto de esta disparatada comedia Tony Curtis como el más libidinoso y asertivo de sus oficiales, y las bellas Dina Merrill y Joan O'Brien, como las principales féminas que inquietan a los soldados yanquis.

        



El comandante Matt T. Sherman (Grant) llega hasta un novedoso submarino, el Sea Tiger, Tigre del mar, revisa la bitácora, son días de la II GM, y el submarino, antes de estrenarse, sufre severo ataque aéreo, que le genera daños mayúsculos. Se piensa desecharlo, pero Sherman, penoso de deletarlo virgen, lo considera una pérdida, sugiere repararlo y él lo capitanearía; su petición es aceptada. Muchos de los subalternos de Sherman se han ido, tiene que reclutar nueva gente, uno de ellos es el teniente Nicholas Holden (Curtis), desorientado oficial que llega de Honolulú, y que despierta burlas en la tripulación. Conoce Holden a otros tripulantes, Ernest Hunkle (Gavin MacLeod), y el profeta (George Dunn), y, tras ser nombrado oficial de abastecimiento, se une a ellos para robar los suministros en almacenes de la marina. Mientras siguen reclutando gente, y Holden tiene más injerencia en el grupo, una inesperada explosión vuelve al submarino blanco fácil, y se resuelve moverse a Cebú a continuar con las reparaciones. Al retirarse la embarcación, en los almacenes hasta los oficiales se han quedado "limpios”, el Sea Tiger sigue su rumbo por tropicales tierras, donde un singular brujo trata de ayudarlos, mientras Holden mantiene siempre su actitud relajada, hasta desayunando en la cama, y Sherman trata de aleccionarlo.





Mientras sigue la nave en movimiento, las reparaciones continúan también, las falencias aún persisten, pero entonces, un acontecimiento cambia todo. Holden, que regresa de una misión de reconocimiento, trae en su balsa a cinco atractivas mujeres, enfermeras oficiales. Las féminas, varadas tras un ataque, no tienen dónde guarecerse, y Sherman no tiene más remedio que acogerlas, tratando de elaborar cronogramas para convivir todos razonablemente en el reducido submarino. Holden no pierde tiempo, comienza a cortejar a la bella teniente Barbara Duran (Merrill), se le acerca provocadoramente con pijamas y champagne, pero Sherman rompe su acercamiento, en repetidas ocasiones, aunque él mismo dubita cuando conoce, en la ducha, a otra teniente, Dolores Crandall (O’Brien). El Sea Tiger va quedando listo, incluso realizan somero ataque a un buque cisterna, y luego, ya en Cebú, otros oficiales no se hacen responsables de las mujeres, por lo que siguen con ellas, en el submarino, que ha sido pintado, inauditamente, de rosado. Las locuras se suceden, roban un cerdo lugareño y juegan al póker en una suerte de casino, se encuentran a japoneses a quienes deben compensar por el puerco, y el romance de las parejas va fortaleciéndose. Tras evadir un ataque aéreo, se encuentran con fuerzas yanquis, que los atacan pensándolos enemigos, pero aclarado todo, los reciben, la guerra acabó, Holden se queda con Barbara, y Sherman con Dolores.





Divertida cinta, el humor llega a un submarino, impensable situación, entre belicismo, en medio del mayor conflicto global hasta ahora habido, se desliza un ligero y sencillo humor, repleto de hilarantes circunstancias que tendrán por centro a los eternos objetos de deseo masculino, las hermosas mujeres. Desde el inicio, queda claro que se trata de una tripulación singular, oficiales que no tienen ni siquiera papel higiénico, que luego tienen que robar de almacenes de la marina sus suministros, desatándose desde ya las disparatadas situaciones, pues inclusive, inauditamente hasta una pared le roban a un oficial, el cual, resignado, al menos pide que se le devuelva la ventana. Pero naturalmente, el meollo son las féminas, cinco hermosas mujeres en un submarino, inverosímil situación, las mujeres en un submarino son de mala suerte, dicen, y es que ambos elementos son impensables juntos, pero en el filme, dejan de ser irreconciliables, para dar lugar a la comedia, comandada, claro, por el libidinoso y siempre ganador Holden, que hasta rifa la ropa de la mujeres y tiene apoyo para su estratagema de seducción a un chasquido de dedos de distancia, un subalterno que le trae al instante hielo y vasos para degustar el champagne con la blonda teniente. Así, casi surrealmente, una broma flotante está navegando, el submarino rosa, transportando mujeres bañándose en ese reducido espacio, íntimas prendas femeninas sobre maquinarias, mujeres dando a luz, niños recién nacidos, hasta una cabra para darles la mejor leche, todo es un loquerío, que desemboca en el delirante final, el submarino rosa ataca con sostenes y otras prendas íntimas, elocuente mensaje que hace a sus agresores recapacitar. Las atractivas oficiales vuelven locos a los tripulantes, y estos, ajenos al conflicto mundial, aislados de todo ello, se divierten, e invitan al espectador a dejarse embriagar por esa dejadez, olvidar la seriedad de la guerra, y soltar alguna eventual risa fácil con su ligero humor. Sencilla y digerible cinta, retahíla de disparatadas circunstancias, un exitoso filme, que acabaría siendo preludio para la serie televisiva antes citada, que tiene además en su reparto buena razón de su éxito, Grant, Curtis, y las hermosas Joan O’Brien y Dina Merrill en esta comedia, inolvidable para tierras yanquis.







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