martes, 23 de agosto de 2011

El cocinero, el ladrón, su esposa y su amante (1989) – Peter Greenaway

Estamos aquí frente a una película inusual, por decirlo de una manera. El británico Greenaway presenta este bizarro filme, no apto para paladares débiles. El título no prepara para nada a lo que le espera al espectador de este atrevido, irreverente y sorprendente filme. Para resaltar, mencionar el impresionante dominio de escena de Greenaway, que elabora un mundo tenebroso, oscuro, casi infernal, todo dentro de un escenario, sobre el papel, ordinario: un restaurante. Dos colores marcadamente predominantes durante el filme, el negro, que le dará un tinte lúgubre, tenebroso, y el rojo, pero un rojo que no sólo inspirará pasión, sino también enfermedad, infierno, combinado con el oscurantismo que reina toda la película, tendremos un ambiente bastante mórbido. Añadimos a esto un aspecto por momentos barroco de las estancias del restaurante, que son muy diferenciadas. Primero la cocina, el más infernal de los ambientes de las habitaciones del restaurante: confuso, desordenado, iluminación cuidadosamente elaborada para crear un aspecto de averno. El comedor propiamente, es el lugar del barroquismo mencionado, el rojo y el negro predominan en este lugar hermosamente tétrico, pútridamente sofisticado, donde transcurrirá la mayor parte de la película. El baño es, extrañamente (visto lo demás) el único lugar inmaculado, impecable, llamativamente blanco y armonioso. Finalmente el estacionamiento, lúgubre, también caótico, ruidoso y plagado por una constante presencia de perros.


         


Definido ya el escenario, pasemos a la acción. El restaurante es manejado por el cocinero Richard Borst (Richard Bohringer), talentoso, imaginativo, atrevido, que vive subyugado por la presencia del mafioso Albert Spica (Michael Gambon), que extorsiona a todos los restaurantes, pero que visita asiduamente éste. Concurre muy a menudo con su pandilla de matones (entre la que se distingue un joven Tim Roth), y hace gala de una total chabacanería, es un insoportable patán que se quiere hacer pasar por fino paladar, un falso gourmet insufrible, de nulos modales. Con él está su madura pero atractiva esposa, Georgina Spica (Helen Mirren), que, como todos, no soporta a este odioso personaje. Durante una comida, su atención es poderosamente llamada por otro comensal, un judío de nombre Michael (Alan Howard), que lee concentrado mientras degusta sus alimentos. Él es solemne, educado, refinado, la antítesis total del mafioso. Tras la irrefrenable atracción, inevitablemente se produce el adulterio, un adulterio que al comienzo prescinde de palabras, ellos se comunican con el lenguaje de las caricias y la pasión, se encuentran primero en el baño, luego la cocina y otros lugares del restaurante.

     
















El cornudo mafioso finalmente es, como suele pasar, el último en enterarse, al saberlo los persigue loco de furia, y ellos se ocultan en un lugar inaccesible para el basto engañado: una especie de biblioteca. Pero una chismosa mujer del restaurante observa el adulterio y finalmente, sin miramientos, le dice dónde están ocultos. Tras encontrarlo, Albert asesina a Michael. Consumada su venganza se aleja de Georgina. Ahora hago, tal vez un poco tardía, mi advertencia de que si el lector aún no ha visto la película, seriamente recomiendo que se abstenga de leer las siguientes líneas antes de ver el filme, puede arruinarle su visionado. Pues bien, Georgina queda enloquecida por la pérdida, y pide al cocinero Richard un favor insólito y morboso: le pide que cocine el cadáver de Michael para que Albert lo coma. Cuando Albert regresa una noche al restaurante, es noche de gala, hay invitados para un singular espectáculo: es forzado a devorar el cocinado cadáver de Michael, amenazado con pistola por Georgina, que luego se solaza liquidando al caníbal.






Un filme que puede ser incomprendido por algunos, o muchos, pero encierra genialidad, oscuros, atrayentes y estimulantes decorados, especialmente el barroco comedor que destila una podrida sofisticación. Greenaway realmente logra crear un mundo underground, bizarro, enfermo, casi agonizante, y utiliza una banda sonora que se complementa y potencia toda esa poderoso trabajo visual. Es muy destacable su mencionada capacidad de crear una atmósfera distinta para cada momento, como para los amantes, que aunque cambien de habitación, siempre tienen el mismo ambiente, la misma atmósfera. Igualmente, la secuencia final, la más bizarra y mórbida, está acompañada por una desquiciante música que sirve perfectamente para el desenlace, el mafioso devorando el cadáver cocinado, rodeado por los vegetales, el máximo platillo de Richard. Una película que, a mi opinión, alcanza el nivel de película de culto, subterránea, dura, cruda, morbosa, sorpresiva, bella. Quizás sea egoísta mi observación, pero es una película que debe quedar en cierto incógnito, eso colabora a su carácter oculto, su carácter underground. Altamente recomendable para los que aprecian una película diferente. 







4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. A veces puedes verla online, o sino procura adquirirla en tu distribuidor de cine independiente..

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  2. Respuestas
    1. Bien por ti.. procura revisar más de este gran cineasta..

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