Martin Ritt, director que conocía ya para 1951 al buen
Paul Newman, que había trabajado previamente con el actor, entre otras, en El largo y cálido verano, en esta
oportunidad lo dirige en lo que sería uno de los papales más memorables del
gran Newman, de lejos, situado entre los mejores, en el podio del gran actor
yanqui. Uno de sus personajes más complejos, entrañables, atractivos o repulsivos
de acuerdo al paladar que lo aprecie, pero, en definitiva, también uno de los
más inolvidables e imperecederos. Es la historia de una familia yanqui de
rancheros, en la que Hud, hijo menor del patriarca del rancho, es un
irresponsable, un vividor, borracho y salvaje, que tiene una insalvable
enemistad con su padre, y todo se verá agravado seriamente cuando una
enfermedad afecte al ganado vacuno de la familia, poniendo en jaque todo lo que
tienen, y la actitud de Hud será la menos adecuada en semejantes situaciones.
La cinta recibió tres de los por entonces premios codiciados y respetables, los
Premios de la Academia, y es que ciertamente está la película poderosamente
enriquecida por las cualidades y atributos actorales de todos sus intérpretes principales,
todos, yendo desde Melvyn Douglas,
como el patriarca de la familia Bannon, Patricia Neal, como el ama de llaves de la casa, ambos oscarizados justificadamente por sus papeles, además del ya mencionado y
sensacional Newman, nominado también pero que no pudo llevarse el Oscar, y
complementado con un joven y correcto Brandon De Wilde, todos contribuyen a esta excelente
cinta.
Inicia la acción en un rancho en
tierras yanquis, el rancho Bannon, en el que habitan Homer Bannon, patriarca de la familia, su hijo Hud, el
sobrino de éste, Lonnie (De Wilde), y el ama de llaves, Alma Brown. Allí, Hud
se desenvuelve como un fresco individuo, mangoneando a Alma (Neal), ordenándole que
lave sus camisas, y ella disfruta con su actitud. Hud ha tenido un gran
desacuerdo con su padre, ambos están fuertemente enemistados, pero lo contrario es con Lon, con quien salen en auto, Hud al bar, y manda al chico a beber
refrescos, su sobrino lo admira. Repentinamente, en la granja, fenece un
novillo, el veterinario les informa que se puede tratar de lo peor, fiebre
aftosa. Ante la muy probable ruina, Hud dice a su padre que
venda a los animales a los vecinos antes que enfermen, aún estando infectados,
con lo que Homer se indigna mucho, pero Hud le dice que igual todo está
podrido. El abuelo Homer y Lon van al cine, tras lo cual, comiendo en un
restaurante, encuentran a Hud con la mujer de un hombre del pueblo.
Paralelamente, siempre Hud está flirteando y cortejando a Alma, que se deja
cortejar.
La granja es puesta en cuarentena, Hud
compite en un concurso de atrapar cerdos, singular actividad del pueblo, gana
la competencia, y es observado por su padre y Lon casi con beneplácito, tras lo
cual va a un bar con Lon. Beben, se emborrachan, se enfrascan en una pelea, Lon
está encantado con su tío, quien le dice al joven que le rememora a su padre, su hermano Norman, que murió en
un accidente en auto tras una juerga, con Hud. Al llegar, ebrios, el abuelo
habla con dureza a Hud, está harto de él, de su dejadez y despreocupación, le
dice que estuvo harto de él aún antes de la muerte de su hermano, y, a Hud, todo le importa un bledo. Tiene un plan el salvaje hijo, quiere hacer una treta
legal, jubilar legamente a su padre, y tomar las riendas del rancho, cosa que
Homer no está dispuesto a permitir. Aparece el veterinario,
lo peor se confirma, fiebre aftosa, el ganado debe ser desaparecido, cosa que
se hace con pesar del patriarca. Alma se va de la casa, hay pesar por ello, y
ya solos, Lon y Hud encuentran al abuelo mal, se cayó de un caballo; cansado y
enfermo, fenece. Finalmente, Lon se va de la casa, afectado, a seguir su propio
camino, deja solo a Hud.
Basado en la novela Horseman, Pass By de Larry McMurtry,
es intenso el drama de Ritt, que va alcanzando mayores niveles de complejidad
conforme avanza, conforme nos adentramos más en la entramada y enmarañada
historia del clan Bannon, donde bizarras historias verán la luz, y no serán
descubrimientos solo para el espectador, sino para los propios protagonistas.
Es el vívido drama de una familia, cuyo patriarca ha vivido su vida entera
haciendo lo único que sabe hacer, manejar su rancho, y, de pronto, toda una
vida se resquebraja, como su propia familia, el negocio del clan está bajo
seria e ineludible amenaza. Su fuente de recursos, su fuente de vida, el
ganado, debe ser sacrificado. Desolación, desesperanza, dureza y crudeza de una
situación irreversible, son malos tiempos, y, sumados a un irreverente e
inescrupuloso hijo, un sujeto que saca de sus casillas a su progenitor,
terminará por quebrantar el espíritu de éste, que termina por perder
completamente sus ganas de vivir, cansado y gastado, su organismo pide un
necesario alto; y su espíritu desea ya ese alto. El infeliz y atormentado
anciano fenece suspirando, la vida se escabulle de su cuerpo con ese suspiro. Y
una de las grandes causas de esa derrota, junto con las desgracias de la granja,
es, por supuesto, Hud, el despreocupado e irresponsable sujeto, causante de la
muerte de su hermano, y, a la postre, de la de su padre, es fresco, petulante, gustoso del trago, y
las mujeres, inicialmente no sabemos exactamente qué hizo para enemistarse a
grado tal con su padre, pero luego vamos descubriendo su oscura personalidad.
Es un inescrupuloso sujeto, tiene
una ausencia total de principios, falta plena de ética, es, increíblemente, la
exacta cara opuesta de su padre, es todo lo que éste no es, lo cual desquicia a
su progenitor, que, significativamente afirma que no se explica cómo una
persona así terminó siendo su hijo. Es un granuja, es patanesco, mujeriego,
alcohólico, es indomable y salvaje, sigue sin meditar sus más básicos
instintos, impetuoso, por momentos animalesco, con su virilidad, despierta la
atracción en casi cualquier fémina, y la admiración de los jóvenes, como Lon,
que inicialmente lo idolatra como a una suerte de héroe, pero que, luego de alcanzar ver su real y despreciable cara, ruin personaje, sus acciones
terminan por apagar la vida del abuelo, y tras eso, Lon madura, se vuelve un
hombre, abre los ojos y no ve ya sólo al bebedor y mujeriego indomable, sino a
un infeliz canalla que no siente remordimientos de nada, que vive solo para si
mismo, y lo abandona. Es el personaje más seductor de Newman, al que se conoce
como un especialista en este tipo de personajes, personajes turbulentos, pero,
personajes que no demostraban ruindad en su fibra más profunda, como sí lo hace
Hud. Y Newman configura una caracterización remarcable y memorable, un
personaje bifaz, dual, con esa cáscara que resulta irresistible a mujeres y a
jóvenes, pero también la otra cara, la más fidedigna, una persona a quien, como
dice él mismo, nada le importa un bledo, una persona que afirma que todo
está podrido, pero, el único y más podrido que nadie, es él mismo.
Newman se las ingenia para hacer una encarnación repleta
de intensidad, muy rica, con halos de calidez y humanidad que se vislumbran
como un guiño, que se deslizan entre el salvajismo del personaje, como la
secuencia final, quedándose solo, inmerso en su mundo, y, sí, sonriendo, pues
está solo, como le gusta, no le importa nadie más que él, y crea una marca
patentada de su persona, de su perfil de actor, consolida y refuerza ese perfil de un actor que ya había demostrado su seriedad y entereza
como actor en auge, no únicamente un rostro atractivo. El apartado actoral
definitivamente eleva y distingue a la cinta, y a la soberbia actuación de
Newman, que lamentablemente no sería galardonado con el Oscar, se suman otros
dos que sí ganaron el premio, primero el sobrio Melvyn Douglas, ganador de la estatuilla al Mejor
Actor de Reparto, excelente su actuación, grave, sensible, de una persona en
descomposición, que se agota de todo, se agota de la vida, y con calma acepta
la llegada del descanso, del interminable sueño de la muerte, es un patriarca
en decadencia, un señor que va siendo derrotado, muy buena su actuación. Por
otra parte, la también oscarizada Patricia Neal, en el atractivo rol del ama de casa,
atormentada y turbulenta, se muestra mordaz, directa, tajante en sus
parlamentos, tiene un recorrido atrás suyo, ella se siente afín a Hud, y se
habría concretado esa atracción, de no ser por la rudeza y bestialidad de éste,
tiene un pasado oscuro, y, vale mencionar que en la novela que da origen al
filme, el papel de Alma es el de una mujer negra, y de mayor injerencia en el
desarrollo de la acción, en la cinta; y es la Neal, con un rol algo más
relegado, pero con su seductora actuación la que acabaría ganándose un entonces
valioso Oscar. La fuerza de la historia, y el poderoso guión, que es otro de
los elementos a remarcar del filme, obra y gracia de Irving Ravetch y Harriet Frank Jr., se ve reforzado
por una música que complementa y potencia los intensos momentos del drama.
Imperdible y necesaria cinta, de lo mejor y más atractivo que se haya visto de
Paul Newman, definitivamente Ritt sabía extraer lo mejor del actor, que, secundado
por los otros correctos intérpretes mencionados, configura este harto recomendable
drama.
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