Notable y muy apreciable cinta la
que nos presenta el director Davis, representando el fantástico universo de
la divinidad helénica, los dioses griegos se enfrentan a través de los humanos
en las célebres aventuras de un héroe mitológico, el gran Perseo. Narra pues la
película sus increíbles odiseas luchando contra invencibles titanes, de la
talla del invulnerable Kraken, o la temible Medusa, ambos monstruos que el
héroe derrota para poder salvar a su amada Andrómeda, mientras los dioses toman
partido en el enfrentamiento, y de esa forma, Zeus, Poseidón, Atenea, Venus,
entre otros dioses, pondrán su propia cuota en la singular batalla. Perseo se
enfrentará a indecibles peligros, cancerberos, escorpiones gigantes, al
monstruoso Calibos, pero también recibirá ayuda, como el invaluable y
fantástico Pegaso, alado equino que será de decisiva ayuda para sus
propósitos. La cinta es excelente, un notable ejercicio de cine de esta
naturaleza, un ejercicio de esos que ya no se realizan, de antes de que llegue
la idiotizante ola de efectos especiales digitales, solamente se basta con la simple
maestría de un inmortal del área, Ray Harryhausen, leyenda de los efectos
especiales, que por cierto, haría de ésta su cinta
final. Con un notable reparto, encabezado por el gran Laurence Olivier como
Zeus, el filme se erige como un clásico de su género, necesario por su
contenido artístico, ya sea cinematográfico, como literario, que los
entendidos en ambos apartados sabrán apreciar y disfrutar.
Inicia la acción con Acrisio (Donald Houston), rey de Argos, que lleva al mar a su
hija Dánae (Vida Taylor),
con el infante Perseo, sacrifica a ambos para aplacar una grave ofensa. Pero el
sacrificio es en vano, el infante es hijo de Zeus, y éste está determinado a
castigar a Acrisio, destruyendo su reino, Argos, por su despreciable osadía,
únicamente Dánae y su hijo serán salvados de la destrucción. Paralelamente,
Calibos (Neil McCarthy), hijo de la diosa Tetis (Maggie
Smith), destinado a casarse con la bella Andrómeda (Judi Bowker), hija de la
reina Casiopea (Sian Phillips), ha cometido también una afrenta,
entre otras cosas, matando a los caballos alados de Zeus, y es convertido en un
sátiro, monstruoso ser que deambula por pantanos. Tetis, furiosa, ubica a
Perseo (Harry Hamlin),
en tierras fenicias, en Joppa, a que viva en el mundo real. Zeus, empero no
permite que su hijo quede expuesto, y se le entregan divinas armas, un escudo,
una espada, y un casco que vuelve invisible a su dueño. Conoce al anciano
erudito Ammon (Burgess Meredith), que le informa de la hermosa Andrómeda,
condenada a no desposarse si su pretendiente no responde a un acertijo, y peor
aún, a un sacrificio con el monstruoso Kraken, liberado por Poseidón (Jack Gwillim), por ofender ella a los dioses
presumiendo su belleza.
Ammon también le dice que para vencer al invulnerable
Kraken, el alado caballo Pegaso sería una grandiosa ayuda. Pegaso es domado,
mientras Calibos rapta a Andrómeda, es él quien le da los acertijos para los
pretendientes, pero Perseo se apersona, batalla y vence al monstruo cortándole
una mano, y obteniendo la respuesta al acertijo. Los jóvenes se casan, pero Calibos,
humillado y enfadado, suplica a su madre Tetis que se haga justicia, y ésta
convence a Poseidón para que libere al Kraken otra vez. Perseo debe vencer al
monstruo, y Ammon le habla de unas hermanas brujas, un oráculo, las cuales le
dicen al héroe que la única forma de matar al Kraken es con la cabeza de
Medusa, cuya mirada convierte en piedra. Para ello, Atenea (Susan Fleetwood) le da un prodigioso búho, excelente
guía, y se moviliza hasta los dominios del monstruo, combate otros seres
temibles, como un cánido bicéfalo, y finalmente, gracias al divino escudo,
vence a la Medusa, la decapita, eliminando también otros monstruos, enormes
escorpiones, siempre con Calibos detrás de todo. Se enfrenta finalmente a
Calibos, que raptó a Pegaso, y elimina al sátiro completamente. Queda el reto
final, matar al Kraken, y con ayuda de Pegaso, y claro, la cabeza de Medusa, el
titánico monstruo es liquidado. Los héroes son inmortalizados en las estrellas,
con constelaciones que harán que sus hazañas perduren por siempre.
Memorable y necesaria cinta, una de las películas que
trata con mayor solemnidad y acertado realismo las célebres aventuras del héroe
Perseo, aventuras que entremezclan las fuerzas humanas con las sobrehumanas,
las fuerzas divinas. De esta forma veremos representada, entre otras, la impensada imagen, la
imagen no apta para los mortales, veremos el Olimpo, a los inmortales, a los
dioses, reunidos, conversando, discutiendo y debatiendo el porvenir de los
mortales, representados como figurillas de barro en largas galerías, cuyos
destinos se someten completamente a los designios de los dioses, ellos mueven
los hilos con la misma facilidad con que manipulan las figurillas, y claro,
Zeus, el más poderoso dios, la más poderosa divinidad, comanda a todos, y la
representación que se hace es apreciable, sentado como un rey, con unos rayos
azules atrás de él, dándole toda una etérea escenificación a la más poderosa
de las deidades. El rey de los dioses se muestra implacable, imperial,
sicodélico, rígido, pero se humaniza
cuándo se trata de su hijo, ahí, baja,
desciende, se vuelve condescendiente por él, está orgulloso de su prole, el
bien parecido y atlético Perseo. Es así que los dioses irán tomando partido
en el enfrentamiento, se respeta la inigualable tradición helénica, Poseidón,
Atenea, Tetis, cada uno apoya al mortal de su predilección, concretándose
divinos obsequios, solo provenientes de los dioses, como un casco que da
invisibilidad a su portador, o un búho que todo lo ve y todo lo sabe. Son de
resaltar las conversaciones de las diosas, hablando sobre la lujuria de Zeus,
capaz de convertirse en un toro para seducir féminas, o, como el caso de
Dánae, en lluvia dorada incluso; los dioses se vuelven mundanos por un momento,
y tienen discusiones que los acercan a los mortales.
El aspecto por el que la cinta se vuelve estupenda, viene
a ser el apartado de los efectos especiales, donde un nombre selecto resalta
entre todos. Ray Harryhausen se encargó de realizar las excelentes secuencias
con los monstruos, con su famosa técnica del stop motion, genera esos
efectos inigualables, que, una vez más, demuestran que la vieja escuela siempre
se impondrá a los artificios actuales, efectos computarizados, tan aparatosos
como burdos y de escaso impacto. Así veremos a las prodigiosas criaturas,
titanes como el Kraken, aberrantes monstruos como la Medusa, arrastrándose con
su cabeza de serpientes en vez de cabellos, escorpiones gigantes, o un terrible
cánido bicéfalo, suerte de cancerbero, pero también criaturas favorables como
el equino alado, el fabuloso Pegaso, todas criaturas fantásticas que gracias a
la magia de Harryhausen cobran una vida y veracidad únicas. Se combina a los
hombres con esos seres, con un realismo que sorprende, y dotando también de una
excelente solemnidad a la cinta, la sitúa a años luz de los patéticos
ejercicios actuales, la sitúa inalcanzable para esos pueriles ejercicios, la
sitúa en la categoría de un clásico, si bien la película es relativamente
contemporánea. Quedan así para la posteridad las clásicas imágenes de Perseo
enfrentando a escorpiones gigantes, o enfrentando al monstruoso Calibos, no ya
únicamente vemos al actor maquillado, sino a la figura completa, entre otras.
El solemne tratamiento dado a la cinta, pues, se convierte en el poderoso y
principal aliciente de verla, sumado al correcto respeto que se tiene del relato original, de la mitología griega, que es, obviamente, una maravillosa e
inagotable fuente de historia. El reparto actoral cumple, un siempre destacable Laurence Olivier
recibe el ostentoso papel de Zeus, y claro, el actor y director ofrece una
sólida y señorial interpretación, junto al resto del elenco de las divinidades,
que también cumplen; y Harry Hamlin
como el héroe, que presenta sin desentonar, también una aceptable y correcta
actuación, Perseo, el humano favorecido por el dios más poderoso. Memorable,
excelente clásico de esos que uno quisiera que se siguieran haciendo,
sobre un tema apasionante y hermoso. Necesaria cinta para los que saben de
arte.