viernes, 9 de septiembre de 2011

Rompiendo las olas (1996) – Lars Von Trier

Von Trier ha culminado ya su primera trilogía, la surreal trilogía Europa, donde toda su imaginería y desenfado fue puesto en escena a su máxima potencia, donde no había limites para su creación, y los recursos de los que se valía eran utilizados y explotados hasta lograr trabajos sumamente impactantes. Tras culminar esa trilogía dirige Riget (El Imperio, 1994), con el que su estilo ya comienza a tomar nuevos rumbos. Nace tres años después la primera aparte de su nueva trilogía, Golden Heart, trilogía cuyo nombre es inspirado por un libro fotográfico infantil que lo marcó poderosamente de niño, y es esta una trilogía completamente diferente a la anterior. Si en la anterior lo más preponderante eran su expresión visual, sus recursos técnicos, ahora éstos, sin dejar de ser diferentes a lo usual, son dejados en un segundo plano en pos de la historia misma, del drama mismo, pues ahora Von Trier trabajará la historia con profundas implicaciones psicológicas, religiosas, filosóficas incluso. En Rompiendo las olas,Breaking the Waves, la complejidad sigue ahí, pero ahora ya no será tanto en la forma, sino en el fondo, es una historia con un drama desgarrador, que tiene raíces religiosas marcadas, de poderosa llegada. Es otro Von Trier, más maduro podríamos decir, que ahora se interesa más en la complejidad de sus personajes y del drama, no tanto en la entramada pirotecnia y desquicio técnico de su anterior trabajo, y vaya que lo logra con este filme, pues la historia es trágicamente realista, es brutal, es abrumadora, es conmovedora. Para poner en escena esto cuenta con una excelente actriz, Emily Watson que le da una personificación prodigiosa a la dulce y atormentada mujer, cuya historia, en la que termina siendo destruida por su propio amor, está dividida en siete capítulos. Por cierto, sería este el comienzo de la larga retahíla de ejercicios misóginos, de su más de una vez acusada obsesión por torturar el elemento femenino.

         


Bess (Watson) vive en una pueblo en Escocia, de inicio la vemos conversando con ancianos religiosos, cuya palabra parece ser ley en su sociedad. Primer y breve capítulo, Bess se casa con Jan (Stellan Skarsgard), su felicidad es inmensa, y su sexualidad también es inmensa, cosa que importará en el futuro. Capitulo dos, la vida con Jan, Bess es muy feliz, y agradece a Dios, con su costumbre de “personificar” a Dios, al responder ella misma las preguntas que formula, existe una estrecha y significativa relación con él, así como con el sexo. En plena felicidad, Jan debe partir por motivos de trabajo. Capítulo tres, vida sola, Bess sufre mucho la ausencia de su marido, y ni siquiera la compañía de su íntima amiga Dodo (Katrin Cartlidge) logra consolarla. Busca constantemente refugio en Dios, y siempre se autorresponde a sus inquietudes, se somete totalmente a los designios de él y de la religión de su sociedad. Mientras, Jan sufre un accidente de trabajo y queda paralizado del cuello para abajo. Bess había pedido a Dios que le traiga a Jan de regreso, y ciertamente regresa, pero discapacitado, lo cual genera gran culpa y dolor a Bess, que se refugia siempre en Dios, en ella misma. Capítulo cuatro, la enfermedad de Jan, capítulo presentado con la imagen de un arco iris, y donde Bess inevitablemente sufre sintiéndose culpable de desear el regreso de su marido a toda costa. Jan, solo, asustado, le pide que consiga otro amante, y que le cuente sus experiencias, para así recordar lo que es hacer el amor.

 




Capitulo cinco, duda, Jan empeora, Bess debe probar su amor por él, eso es lo que ella piensa, siente y ejecuta. Inicialmente miente sobre sexo con un doctor, pero luego poco a poco va haciendo realidad los pedidos de Jan, en una bizarra situación, que lleva al extremo el drama de una pareja que ve que su amor ha quedado paralizado, como el esposo. Capítulo seis, fe, presentado con hermosos paisajes que parecen una pintura renacentista, Jan va perdiendo el interés en la vida, mientras Bess se hace fornicar por más y más personas, extraños, se viste distinto incluso, y su conducta no pasa desapercibida por nadie del pueblo, ella siente que así lo ama, que así lo salva y lo mantiene con vida, es un amor deformado, mutilado. Mientras, el doctor con el que ella inicialmente mintió a Jan sobre sexo, se interesa genuinamente por ella, ve inaudita la situación en que se encuentra Bess, siente que Jan la está arrastrando a una descomposición personal y espiritual, pero ella no hace caso, está encerrada herméticamente en su determinación de amar a su marido, con ese bizarro amor suyo. Capitulo siete, el sacrificio de Bess, en el que ella sigue llevando una vida casi de prostituta, y eso la ha llevado a ser repudiada por el pueblo entero, ancianos, mujeres, niños, la desprecian. En el final, Bess irremediablemente muere, presa del amor por su marido, de la culpa, de los trastornos, y un sorprendente y relativamente recuperado Jan llega hasta donde está su cadáver, todo está consumado, arroja el cuerpo al mar, mientras se escuchan las campanas de la iglesia, unas campanas que eran impensadas e innecesarias al inicio.







Lo primero que se debe mencionar es la gran ruptura experimental/visual/narrativa del Von Trier de este película con el anterior a la misma, pues los planos superpuestos, los elementos narrativos atípicos, los planos cenitales, los simbolismos bizarros, han dejado espacio para una formalidad narrativa, musical, han dejado sitio a una narración convencional, esto se aprecia por ejemplo en las imágenes que presentan cada capítulo, donde la mayor formalidad se aprecia en imágenes “normales”, sutiles, así como una música pop ambientando esa presentación. Claro, esto es relativo a la fase anterior del director, es algo obvio para el que conoce los previos trabajos del danés, que sí sentiría y notaría el palpable cambio. La complejidad de Von Trier ahora abarca otros planos, el plano de la historia misma, de la complejidad de sus personajes, es ahora un trabajo realista, es un drama enormemente humano, y profundamente religioso. La comunión de Bess con Dios es total, ella acepta a ojos cerrados sus designios, las acciones que considera vienen de Dios, así como las respuestas que ella le atribuye: si alguien debe ser condenado, ella lo acepta, las cosas terribles que le sucedieron jamás fueron desaprobadas por ella, sino aceptadas y afrontadas con peculiares decisiones. La Watson hace un excelente trabajo encarnando a esta mujer terriblemente atormentada, cuya fe y amor son puestos a prueba máxima, una prueba que la lleva a la destrucción, pero esa dulzura tan suya, esa inocencia, nunca desaparece. Como se mencionó, si bien queda de lado el desenfreno audiovisual inicial de Von Trier, iníciase sin embargo una nueva tendencia en su arte: el del elemento femenino tremendamente atormentado; de ahora en adelante, la protagonista de turno de sus filmes será presa de tormentos indecibles, el elemento destruido, torturado, puesto a prueba extrema, tendencia que se repite hasta la actualidad. Von Trier afirma que su visión religiosa plasmada en el filme se corresponde con su concepción religiosa similar, según él, a la de su maestro Dreyer, se acusa a la religión, sus costumbres, sus acólitos, pero jamás a Dios mismo, tal como lo hace Bess. Es una gran película, que clausura definitivamente la etapa anterior del director, e inaugura otra donde veremos a un Von Trier más “moderado” respecto a la narrativa, a la forma, pero desatado e irrefrenable respecto al fondo de sus historias, historia humanas, dolor desnudo, puro y duro.

     
   

2 comentarios:

  1. Hola, me gusto tu resumen. Lo q más me impresionó fue como Bess hablaba con Dios, siendo la voz de Dios fuerte y autoritaria y la de ella apenas un leve y tímido susurro

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