jueves, 8 de marzo de 2012

Los Intocables de Eliot Ness (1987) – Brian De Palma

Recordada película del norteamericano De Palma, en la que nos muestra los eventos ocurridos en su tierra durante los difíciles días de la Prohibición, los años 30 en Chicago, la difícil lucha contra el tráfico de alcohol, la lucha que se desatan contra las pandillas. Las autoridades están impotentes ante la operatividad de las bandas, la violencia y delincuencia, los asesinatos no cesan, entonces, llaman al agente del Tesoro Eliot Ness, que recluta un sólido equipo para hacer frente al principal miembro del trafico de bebida, el legendario Al Capone, desatándose una encarnizada batalla de la autoridad contra el delincuente. Brian De Palma hace un ejercicio de cine comercial, en todos sus aspectos, que se ve realzado por una ilustre plana de actores yanquis, empezando con Kevin Costner como el incorruptible Ness, Andy García como un habilidoso agente policial, Charles Martin Smith como un contador del FBI, y el siempre notable Robert De Niro en el papel del mítico contrabandista Capone. Exceptuando el origen estadounidense, se encuentra el gran Sean Connery, escocés oscarizado por su interpretación de un maduro agente policial, que se sumará con toda su experiencia a la causa de Ness. La película no es una maravilla, es una de las mejor conocidas y consideradas de su realizador, cine comercial yanqui, que se ve realzada por las actuaciones y la música del genial Ennio Morricone.

   


Comienza la acción en 1930, en Chicago son los días de la prohibición, días de pandillas y metralletas, días de Al Capone. Este personaje es abordado por la prensa como una celebridad, en plena barbería, siendo afeitado, lanza discursos cual político. En una cantina, al dueño se le están cobrando cupos, al negarse, un hombre deja un maletín, una niña intenta devolvérselo, y el maletín estalla, es una bomba que acaba con el lugar. Entonces las autoridades seleccionan al agente del Tesoro, Eliot Ness, para que trate de remediar la situación, y conoce al cuerpo policial, comienza a trabajar. Pero su primera redada es un fracaso, siendo el hazmerreir de la ciudad, y esa misma noche, conoce en las calles a un singular policía, maduro agente que patrulla las calles (Connery). Capone sigue viviendo opulentamente rodeado de lujos, se ríe al ver los periódicos con Ness. Entonces Ness contacta y pide ayuda al policía que patrullaba, Jim Malone, pero éste le rechaza. Al volver a su oficina, se encuentra con Oscar Wallace (Smith), contador del FBI seleccionado por sus superiores para apoyar a Ness, y momentos después, Malone se le suma, lo apoyará también. Van todos a la academia de policías, donde buscan el último miembro del equipo, y el elegido es un joven con soberbia habilidad con el revólver, es el agente George Stone (García), el equipo está listo. El ducho Malone dirige entonces una redada a  una oficina postal, la redada es exitosa.




El propio alcalde de la ciudad intenta sobornar a Ness, la corrupción está en todos lados, pero Ness es incorruptible, por lo que teme por su familia, debiendo mudarla de locación. Entonces, siempre con la información que obtiene Malone, realizan otra operación, interceptando un gran convoy con camiones cargados de bebida, es un gran y exitoso golpe, con el que obtienen la bebida, dinero, y sobre todo, mucha información, libros contables, y hasta un rehén. Capone enfurece, mientras nace el segundo hijo, varón, de Ness. La clave del éxito sería localizar al contador de Capone, y cuando Wallace está transportando al rehén para que declare, ambos son eliminados en un elevador. Aparece entonces Malone, nuevamente tiene importante información, pero en su casa, es emboscado y eliminado por el mismo matón anterior, Frank Nitti (Billy Drago), sin embargo, antes de morir logra transmitir valiosa información del paradero del contador de Capone. Este personaje se movilizará en un tren, el mismo que es interceptado, y el contador es capturado. Inicia el juicio a Capone, durante el cual Ness elimina a Nitti, y con astucia, Ness persuade al corrompido juez, que condena a 11 años de prisión al contrabandista. Posteriormente, las pandillas tiemblan, y los sobrevivientes, Ness y Stone, se despiden.




Termina de esta forma una versionada yanqui, de eventos yanquis, una versión bastante endulzada la que nos presenta De Palma, bastante alineada a los estándares del cine estadounidense contemporáneo, autor de memorables cintas, que en esta oportunidad nos entrega una correcta, aunque inocua representación de los días de la prohibición en Norteamérica. Con algún momento relativamente interesante, con alguno que otro momento de buen trabajo de cámara, primeros y medios planos, la cinta, en el aspecto puramente narrativo, de la puesta en escena, no tiene elementos ciertamente destacables. Los actores sí están notables, un serio Costner, como el incorruptible pero inexperto Eliot Ness, Andy García, el definido como prodigio en el disparo, joven por entonces pero eficiente, un Charles Martin Smith cuya muerte era necesaria, un contador adentrándose en el mundo de los tiroteos, del hampa, su muerte era predecible, y claro, un Sean Connery que resalta, sabelotodo, ducho, recorrido, una suerte de sensei para Ness, siempre con consejos a la mano, siempre con máximas y refranes, repartiendo lecciones, y claro, con la información precisa, que nadie más tiene, gracias a sus contactos policiales, es un viejo zorro, buen policía con mucho más talento para hacer lo que hacía al comienzo, patrullar las calles, y aunque esta no es para nada la mejor interpretación del escocés, su reconocimiento con el Oscar no es inmerecido.




Mención aparte para De Niro, que se siente en su salsa, realiza un papel de un orondo y opulento Capone, imperial, en un papel con un perfil para nada ajeno al dos veces ganador del Oscar, parece disfrutarlo incluso, y también parece se siente como una clara premonición de sus posteriores papeles, idénticos, en Goodfellas (1990), o Casino (1995), ambos de Scorsese, y solo por mencionar dos casos. Mención aparte también merece uno de los aspectos que se salvan de la inocuidad de la cinta, la música de un dómine del tema, el genial Ennio Morricone sabe realzar los momentos con sus melodías, amplio repertorio, envolvente, dotando de intensidad cuando se requiere, y de sensibilidad y emoción también en otras secuencias. Y no puedo dejar de señalar algo, la forma indignante en que De Palma se atreve a hacer lo que podríamos llamar una triste suerte de recreación yanqui de la prodigiosa secuencia de la Escalera de Odessa, recordada y legendaria secuencia de El Acorazado Potemkin (1925), del inolvidable maestro ruso Sergei Eisenstein; tan atrevida, tan insolente como innecesaria recreación, deformada con la imagen insoportablemente dulce del infante sonriendo después de haberse producido muchos disparos de potentes armas a escasos metros. Más de uno habrá maldecido, y pensado, felizmente Eisenstein no está ya para ver esto, y entiendo su sentir. Sin embargo, no puede indignarse uno demasiado, es cine comercial, no se le puede pedir peras al olmo, cine yanqui de fines de los 80, que se ve realzado por serias actuaciones, y que al menos, sirve para entretener un poco, pero vaya que se pudo ahorrar el director esa secuencia de más.


     

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