lunes, 19 de marzo de 2012

En el nombre del padre (1993) – Jim Sheridan

El irlandés Sheridan dirige esta historia basada en hechos reales, en la que desenmascara una de las más mediáticas injusticias hechas recientemente por la justicia británica, cuando se encarcelaron injustamente cuatro individuos por un crimen que no cometieron. La cinta nos recrea lo sucedido en el famoso incidente que involucró a  los "cuatro de Guildford", localidad británica en la que en 1974 unos terroristas del IRA volaron un bar, muriendo muchos jóvenes inocentes, y las autoridades sindicaron a cuatro irlandeses, haciéndolos confesar a la fuerza un crimen que no cometieron, encarcelándolos por quince años; hacen así a tres de ellos desperdiciar quince largos años de sus existencias, y en el caso del padre de uno de ellos, haciéndolo pasar sus últimos momentos de vida recluido. La cinta tiene toda la fuerza que otorga a un drama el saber que está basado en hechos que realmente sí sucedieron, y está muy correctamente interpretado por un siempre eficiente Daniel Day-Lewis, como el joven a quien más se aproxima la historia, su padre está encarnado por Pete Postlethwaite, y aparece también una cumplidora Emma Thompson en el papel de la abogada que defiende la causa imposible, unos parias que son devorados por la intolerancia y odio a los irlandeses. Con una correcta dirección, además de las buenas actuaciones y algún que otro momento interesante logrado por la banda sonora seleccionada, la cinta termina por ser digerible y apreciable.

       


Inglaterra, 1974, un bar estalla de pronto, sin mayores imágenes ni explicaciones, se muestran los créditos, tras lo cual vemos a la abogada Gareth Peirce (Thompson), que está escuchando una grabación, una cinta, en la que su protegido, Gerry Conlon, le narra primero sus inicios en Belfast, donde era un ladronzuelo de poca monta, robaba chatarra. Siempre tuvo problemas con la autoridad, enfrentándose a las fuerzas policiales, y cansado, se junta con un amigo de infancia y parten a Londres, donde se alojan con unos hippies. En esos momentos ya se perpetraban algunos atentados, y ellos, tras una corta estadía, se van de la casa hippie de Londres, pero esa misma noche, el atentado en un bar militar sucede. De regreso en Belfast, no pasa mucho antes de que sea aprendido por fuerzas de prevención antiterrorista, es sometido a un durísimo interrogatorio durante días, y su amigo, Paul Hill (John Lynch), ante las torturas a las que es sometido, ha terminado por firmar una declaración falsa. El propio Gerry, tras ser amenazado con que se mataría a su padre, termina por firmar cualquier cosa. Poco después, ya encarcelado, su padre, Giuseppe Conlon, también es aprendido y recluido en su misma celda. Se inicia entonces un juicio, donde la única prueba de los fiscales son las confesiones firmadas, y aseveran no haber presionado de ninguna forma a los acusados, éstos son encontrados culpables, condenados a cadena perpetua o condenas no menores de 30 años.





Es el fin de esa parte de los recuerdos, la abogada Peirce se encuentra buscando pruebas de la inocencia de los Conlon, mientras, en prisión, son sometidos a abusos y burlas por ser irlandeses, encontrando Gerry cierto refugio en una ingeniosa forma de LSD. Después llega a la prisión el irlandés que en realidad puso la bomba en el bar, Joe McAndrew (Don Baker), terrorista que impone respeto para los irlandeses, y que es responsable de peleas y violentas parrandas que se hacen en la prisión. Llega posteriormente Peirce, se conoce con Gerry, pero a éste le desagrada inicialmente, no le gustan los abogados. Pasan los años, la salud de Giuseppe se deteriora, hasta no poder siquiera bajar las escaleras, se queda recluido todo el tiempo en su celda. Durante la proyección de un filme inmortal, Joe arma una anárquica trifulca, en la que un policía es quemado, y el terrorista es removido de esa prisión. Giuseppe empeora, está muriendo, Peirce explica su situación y pide se le traslade a otra prisión, pero esto le es denegado. No tarda mucho en fenecer Giuseppe, mientras el caso ya ha llegado a la sociedad, hay marchas por su libertad. Se realiza un nuevo juicio, en el que Peirce, que encontró información confidencial, hace una defensa ineludible de sus clientes, y finalmente los cuatro personajes, tras quince años, son liberados. Hay algarabía, y unos textos nos informan que cada uno tomó su rumbo, y que continuaron luchando por que se encuentre inocente a Giuseppe, en el nombre del padre.



Termina así la ilustración de Sheridan de una situación inverisímil, kafkiana, en la que unos sujetos repentinamente se ven inmensos en un infierno, golpeados, abusados, obligados a confesar un crimen en el que jamás se vieron involucrados, y ya encarcelado el protagonista, para completar lo absurdo de la situación, llega su propio padre, que ni siquiera estuvo en la ciudad de Londres cuando sucedió el atentado. Así de ridículas son las circunstancias retratadas, y el propio director adapta el guión, junto con Terry George, de la autobiografía de Gerry Conlon, Proved Innocent, retratando hasta dónde es capaz de llegar la policía, la forma en que mienten en las caras de sus propias autoridades respecto a los abusos y presión sobre los falsos culpables, los muestra como manipuladores, mentirosos y cobardes abusivos, generando, naturalmente que haya sido la cinta tildada de antibritánica en su momento. Todo le sucede a un inmaduro joven y a sus amigos, que pasan tres lustros de sus vidas recluidos, siendo parias hasta en prisión, por el mero hecho de ser irlandeses, un extremo inverosímil, una de las injusticias más sonadas de décadas recientes. Todo nos es mostrado en su mayoría a modo de retrospectiva, de reminiscencia de Gerry, con la voz en off remarcando ciertos detalles de ese pasado fatal. Un apartado memorable de la cinta es su narrativa auditiva a través de la misma, en la que selecciona canciones de artistas iconos de una generación, oyendo por momentos el mítico Hendrix en el enfrentamiento inicial contra la policía, reforzando ese choque, oyendo asimismo al inmortal Bob Marley mientras se tiene la orgia de LSD en prisión, y destaca también una secuencia de fuerza visual y sentimental, los reclusos arrojando papeles en llamas desde sus celdas como protesta por la muerte de Giuseppe. Ciertamente los momentos más sensibles, más lacrimógenos para algunos, serán aquellos en que se retrata el acercamiento del hijo al padre, la gradual decadencia y muerte de éste último, la máxima injusticia está en ellos representada. Las actuaciones son correctas, un conmovedor y serio Daniel Day-Lewis da muestra una vez más de ser un digno actor, acompañado por una Emma Thompson intensa en los momentos que debe serlo, y un Pete Postlethwaite que cumple en su rol también, todos, junto a la buena puesta en escena de Sheridan, configuran esta algo endulzada pero correcta versión de un hecho real.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Posicionamiento Web Perú