Dmytryk realiza en esta película lo que sería la primera versión de la novela Adiós Muñeca, de Raymond Chandler, pues la segunda sería Farewell, My Lovely (1975) de Dick Richards, en la que se respeta el título original de la novela. Esta primera versión es un notable ejercicio de cine negro, cine negro con todas sus letras, un gran clásico de film noir de la mítica y extinta RKO, en los años de una década en la que esta corriente cinematográfica logró sus momentos de mayor fuerza e influencia en la escena cinematográfica yanqui de Hollywood, los duros detectives, los asesinatos, y toda la sordidez de este tipo de cine estaban pues de moda. Es así que vemos en acción el mítico detective, creación de Chandler, Philip Marlowe, desenmarañando una tupida red de corrupción, siguiendo el rastro a peligrosos mafiosos, uno más temible que el anterior, en un entramado de mentiras e intrigas que parece no tener fin, y en el que un sorprendente final terminará desvelando al impensado original responsable de toda la intriga y claro, las numerosas muertes. Para representar al implacable e imposible de amilanar Marlowe, Dmytryk recluta al buen actor yanqui Dick Powell, así como a Claire Trevor y Anne Shirley como las atractivas féminas que el recio detective encontrará en su camino, dificultando no poco su andadura investigadora, impregnando de sensualidad todo, y poniendo un carnal velo de interrogante hasta el final.
La acción comienza con unos sujetos, policías, que tienen a un personaje con los ojos vendados, obligándole a confesar los hechos sobre algo que ha sucedido. Se trata de Philip Marlowe (Powell), que comienza su relato, afirma que todo se reduce a que estaba buscando un collar extraviado. Pero primero, recibió la visita de un recio sujeto, el enorme Moose Malloy (Mike Mazurki), que está buscando a su novia, Velma Valento, con la que iba a casarse, pero eso fue hace ocho años, el tiempo que Malloy ha pasado en prisión. Inicia Marlowe su investigación, yendo primero con una vieja y alcohólica mujer, al parecer ex empleadora de Melva, cantante de cantina, pero la mujer, tras darle unas fotos a Marlowe, afirma que Velma está muerta. Poco después el detective recibe otra visita, se trata de Lindsay Marriott (Douglas Walton), que afirma haber perdido una muy valiosa joya. El detective es golpeado hasta perder el conocimiento. Recibió también la visita de Ann Grayle (Anne Shirley), que afirma la joya es un valioso collar propiedad de su padre, a cuya casa va, conoce al señor Grayle (Miles Mander), adinerado hombre mayor, pero casado con una sensual y joven mujer, la señora Helen Grayle (Claire Trevor), mundana dama a quien se le robó el collar.
Helen busca a Marlowe, aparece Moose, que lo lleva con Jules Amthor (Otto Kruger), un magnate de quien recibe órdenes, también en busca del collar. Marlowe se despierta mareado en un extraño y lóbrego lugar, ha sido drogado, alucina, pero escapa. Va a refugiarse a casa de Ann, hasta donde llega la policía, también buscando la joya, a quienes cuenta todo lo que sabe. Salen ambos y van a la casa de su padre; encontrando angustiado al anciano, son enviados a investigar a una casa de playa de Grayle. Allí, Ann cae al atractivo de Marlowe, y se besan, pero entonces llega Helen, Ann odia a esta mujer que piensa perjudica a su padre, y sorpresivamente, ya a solas con Marlowe, Helen le afirma que ella controla todo, que necesita eliminar a Amthor, y juntos elaboran un plan. Poco después, Marlowe halla el cadáver de Amthor, deduce que ha sido Moose. Helen tiene el collar, ella es en realidad Melva, y ha estado siempre detrás de todo; pero el propio señor Grayle la elimina, y al entrar Moose, también es atacado con disparos, Marlowe pierde el conocimiento. Despierta, finalmente Grayle también murió, todos fenecieron, terminan los relatos a la policía, y él se queda finalmente con Ann.
Así termina un gran ejercicio de cine negro de Dmytryk, contado todo a modo de retrospectiva, de reminiscencia, con la voz en off de Marlowe manifestándose en los precisos momentos para darnos un alcance mayor de sus pensamientos, sin interrumpir la linealidad de sus relatos convencionales, pero ahondando y enriqueciendo los momentos más potentes, los de delirio e inconsciente. El realizador canadiense dota a su cinta de una estupenda atmósfera misteriosa, de intrigas e incertidumbres, plagadas de misterios, de situaciones e interrogantes que parecen no tener respuesta. Muerte, asesinatos, sordidez y bizarría, además de fatales féminas, mujeres intrigantes y desencadenantes de buena parte de lo que sucede, la cinta contiene todos los elementos que conforman el cine negro, los contiene y los esgrime con excelencia, basándose en el sólido relato de la novela de Chandler, generando mucha tensión en ese excelentemente oscuro ambiente de film noir que además se combina con una correcta música, precisa para las situaciones del caso. El ejercicio de cine negro es enriquecido además con un elemento fuera de los convencionalismos para esta corriente cinematográfica: es el elemento onírico, surreal, con el que se retratan los desmayos, y el estado de drogas al que es sometido Marlowe, los momentos de inconsciente son retratados con memorables y remarcables secuencias oníricas. El ambiente oscuro, decadente y putrefacto del underground, del hampa, se manifiesta en pesadillescas imágenes lóbregas, turbias, perturbadoras imágenes oscuras con todos los personajes involucrados que atormentan a Marlowe.
Secuencias de esta naturaleza se prolongan y repiten con variaciones hasta las secuencias de “efecto telaraña”, al despertar el detective, se intensifica el efecto de la droga, un desorientado Marlowe se ve inmerso en un mundo plagado de irrealidad, siempre oscuro, siempre demencial. Encarna Dick Powell a una mítica figura, Philip Marlowe, cuya fuerza en el cine negro lo hizo llegar a ser un personaje caracterizado por personalidades de la talla del inolvidable Humphrey Bogart, o del duro Robert Mitchum, termina Powell haciendo un notable trabajo como el recio detective, que no se amilana ante nada, avanza sin temor entre la más temible escoria del hampa, enfrentándose a peligrosos asesinos, a poderosos mafiosos, con la muerte esperando a la vuelta de la esquina, y enamorando a toda mujer que se le ponga al frente con su actitud. Ese es el mundo en el que se desempeña Marlowe, en el que no puede faltar el último elemento mencionado, el elemento femenino, el elemento que se hace presente en toda cinta de film noir que se precie de serlo. Se trata de una mujer fatal, que desencadena toda la acción, que está involucrada profundamente en toda la maraña de muertes y engaños, enmascarando todo bajo su dulce y angelical rostro, bajo su encanto de hermosa mujer que es capaz de engañar hasta el más ducho detective, y el personaje está correctamente encarnado por la hermosa y exuberante Claire Trevor, perfecta en el papel, comedida, irresistible, con apariencia de una deliciosa cocotte, estupenda representación de la fatal mujer. Excelente ejercicio de cine negro el que materializa Edward Dmytryk, a la altura de una obra maestra, un clásico de su género que produciría la RKO, especialista en cine negro, y con los naturales ajustes de una adaptación cinematográfica, mantiene la recta narrativa de la novela, aunque difiera en ciertos aspectos de su desenlace con la re versionada de 1975 de Dick Richards, es una excelente muestra del cine de su género.
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