miércoles, 21 de marzo de 2012

El lector (2008) - Stephen Daldry

El británico Daldry, cuya carrera todavía está en fase inicial, pero que ya comienza a generar alguna que otra apreciable cinta, materializa este decente y serio ejercicio, en el que presenta un drama post segunda guerra mundial. Presenta el director la historia de una mujer, enigmática fémina que se enreda sexualmente con un adolescente, a quien guía en su despertar sexual, pero cuya relación llegará a abrupto final cuando ésta sea acusada de crímenes durante el conflicto global. Será encontrada culpable y su juventud entera será desperdiciada en prisión, donde, décadas después, el adolescente, ya adulto, va a buscar a su antigua amante. Interesante aproximación a la historia la que se nos presenta desde dos planos temporales distintos, fusionados con correcto ritmo por el realizador. Podemos apreciar a una actriz a la que los años le están haciendo muy bien, y no por su física hermosura, sino por la evolución que está manifestando en sus interpretaciones. La bella Kate Winslet se aleja ya del desperdicio aparatoso de esa cinta -que no mencionaré- que algunos gaznápiros ponen a la altura de Ben Hur, para involucrarse en proyectos más valiosos a nivel de madurez actoral, dejando de lado lo comercial; trabajos que le aportan más prestigio como actriz real, como actriz más seria y madura, y se erige en la protagonista de la cinta. Acompañada por Ralph Fiennes y un joven David Kross, se configura una cinta que sin ser una maravilla, deja buen sabor de boca.

     


Berlín, un hombre (Fiennes) se despierta luego de una jornada amatoria con una mujer, a la que espanta tras decirle que verá a su hija. Pronto cambia el panorama, vemos al personaje joven, adolescente (entonces es Kross), que se siente decaído, enfermo, y a quien auxilia una atractiva dama (Winslet). Mejora de su falencia, y va a agradecerle a la mujer, ayudándole con un poco de carbón, ensuciándose, y bañándose en la casa de ella, en su bañera, acto al cual seguirá un ejercicio sexual. Esta figura se materializa repetidas veces en el futuro, mientras asiste al instituto. Continúan en esa relación, al inicio sin saber siquiera sus nombres, luego sabiéndolo: Michael él, Hannah ella. Durante sus actividades físicas, realizan también ejercicios intelectuales, leyéndole él libros, primero La Odisea, luego otros textos, cómics incluso, entreteniéndola y conmoviéndola, van fortaleciendo su relación, y hasta toman un corto viaje en bicicleta. Se verán a su vez breves esbozos de su vida presente, un eminente abogado, que sigue recordando el pasado con Hannah, así como las clases en el instituto, algunas discusiones con su mentora carnal, pero que se solucionan rápidamente y con la mejor forma de hacerlo, en la intimidad del acto sexual. El tiempo pasa, Michael crece, y de pronto se le abre a Hannah un impensado juicio.




Ella es acusada de haber colaborado con las SS, específicamente de haber seleccionado mujeres para las torturas en una iglesia durante la época de poder nazi, las enviaba a morir, y ella acepta haber formado parte de eso. La iglesia fue incendiada, y otras mujeres también involucradas afirman ella fue la principal orquestadora, y ella lo acepta cuando afirma haber escrito un informe detallado como persona a cargo. Sin embargo, Michael afirma tener información a favor de Hannah, pero información que ella misma oculta, va aprendiendo leyes, mientras se relaciona con otra chica, ya de su edad. Llega el momento del veredicto, todas las juzgadas son encontradas culpables, con sentencias menores, pero ella, principal y confesa responsable, es encontrada culpable de hasta 300 muertes, y condenada a cadena perpetua. Entonces el adulto Michael deja de recordar, va a ver a su madre, con su hija, se está divorciando, y envía cintas a Hannah con lecturas de libros, y es que Hannah es analfabeta, ella gozaba oyéndolo leer pues ella no sabía hacerlo, y va aprendiendo conforme estudia las cintas. 20 años pasaron. Hannah será dejada en libertad, el momento ha llegado, más, cuando Michael llega a verla, ésta se ha suicidado. Termina la cinta con Michael llevando a su hija a la tumba de Hannah y narrándole la historia.




Agradable la cinta de Daldry, en la que uno de sus atractivos es la forma en que suavemente juega con la estructura temporal, pero armoniosamente, de forma ordenada, lógica, y coherente, de este modo es que vemos esos sutiles saltos temporales, fusionando y amalgamando de excelente forma dos espacios y tiempos separados por mucho. Es así que nos presenta por un lado, e inicialmente, la historia de un abogado y sus reminiscencias, gran parte del inicial segmento del metraje son esas reminiscencias, que evocan a su despertar sexual, en secuencias que transmiten intensidad y carnalidad, la potencia de la belleza  de la Winslet, los momentos de los compañeros sexuales, que prescinden incluso de nombres, singular situación en la que una atractiva y adulta mujer orienta en sus primeros ejercicios carnales a un jovencito, un adolescente quinceañero. Se vuelve su mentora, y con figuras de cuando ella incluso lo baña, se va dejando ver cómo ella es su orientadora en todo el sentido de la palabra, protección y guía maternal por momentos, sexual a su vez por otros, ella lo hace despertar y no solo sexualmente, lo hace despertar a la vida. De pronto, esa bella imagen es destruida cuando la mentora es acusada de aberrantes colaboraciones con los nazis, y de ser responsable de cientos de muertes, y él, más joven ya, sufre por la situación. Pero se deja un claro, una incógnita, y es que ella ciertamente no fue culpable, se adjudicó la responsabilidad de haber escrito un texto clave, pero era analfabeta, no queda claro porqué lo hizo, pero sí queda claro que ella no fue la real responsable. Ella, siempre distante, siempre lejana, siempre ocultó un oscuro secreto, aunque no termine de ser desvelado. La cinta tiene su fuerte en el correcto ritmo narrativo, hace gala el director de buen tratamiento en los cambios temporales, lo que dota de interés a su cinta, y aunque se noten ciertas fisuras en el producto final, como el mencionado desenlace, la película termina siendo decente y apreciable, entrañable ejercicio de una relación más bien breve, pero que marcó la vida de dos personas provenientes de universos distintos. Tenemos además el gusto adicional de ver a una Kate Winslet ya mucho más superada que en los años de esa cinta aludida inicialmente, flamante ganadora del Oscar por esta interpretación, una de las galardonadas más serias y decentes de años recientes, y claro, tenemos el plus de ver a esta hermosa mujer, en muy atrevidas situaciones, con toda su alba figura resplandeciendo en no pocas ocasiones, no dejando mucho a la imaginación. Correcto filme del británico Daldry.



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