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lunes, 14 de mayo de 2012

Silverado (1985) - Lawrence Kasdan

Por la década de los 80s el género cinematográfico por excelencia norteamericano, el western, se encontraba ya en desuso, se encontraba alejándose cada vez más de sus años dorados, y no pocos fueron los intentos por revitalizar el agonizante género: algunos esfuerzos, obviamente, fueron más efectivos que otros. De cualquier forma, Lawrence Kasdan entra en el grupo de los que produjeron los más decentes intentos de hacer lo mencionado, y es Silverado una de sus obras insignia, en la que consigue atrapar mucho de los estereotipos e infaltables directrices de los clásicos de antaño, obviamente, adaptados a la modernidad contemporánea en que le tocó rodar al director. La eficiencia con la que logre su cometido, por supuesto queda en el ojo de quien aprecia el trabajo, pero lo cierto es que entrega una muy decente versión, quizás algo dilatada eso sí, de un grupo de jóvenes vaqueros, que se arman de valor para enfrentarse a unos facinerosos que están haciendo más de una fechoría en el pueblo del título, y el principal buscado por éstos, se aliará con su joven hermano y dos individuos más, para hacerles frente y finalmente liquidarlos. Con no pocos aciertos en su desarrollo la historia cumple, obtiene nota aprobatoria, y cuenta con multitudinario reparto, yendo desde Kevin Kline, Scott Glenn, Kevin Costner y Danny Glover, hasta la impensada presencia del pintoresco Jeff Goldblum.


     



La cinta se inicia con un personaje, que escapa de una balacera, tras lo cual cabalga, y encuentra a un hombre herido. Es Emmet (Glenn), quien encuentra a su amigo Paden (Kline), malherido, lo auxilia. Ya recuperado, Paden se encuentra con su viejo amigo Cobb (Brian Dennehy), que le propone un trabajo, que rechaza; resuelven ir a Silverado, dos bandidos son buscados, y en el bar donde hablan, un negro vaquero, Mal (Glover), es discriminado, deberá dejar el pueblo. Paden y Emmet encuentran al hermano de éste último, Jake (Costner), en prisión y condenado a muerte, pero escapa. Los hermanos, más Paden y Mal, se juntan y buscan a los dos bandidos perseguidos, encuentran  a la peligrosa banda, pero con un ardid de Emmet, los burlan y roban todos sus equinos. Mal se separa del grupo, los demás llegan a la casa de Emmet, con su familia; Mal, por su parte, se reencuentra con su padre, se entera de los problemas legales por sus tierras. Paden llega a una cantina, atendida por la diminuta Stella (Linda Hunt), y resulta que el bar es propiedad de Cobb, y no le cuesta mucho obtener trabajo allí a cargo de las apuestas y el juego.




El padre de Mal es asesinado, se entera éste que su hermana Rae (Lynn Whitfield), labora como prostituta, mientras aparece un experimentado apostador, y cliente de Rae, a quien escuetamente se llama Ladino (Goldblum). En la cantina de Cobb, donde todos siempre se reúnen a beber y jugar, Paden cumple bien su trabajo poniendo orden y desarmando pleitos. Cobb luego le dice que él y su gente tienen una cuenta pendiente con Emmet, deben eliminarlo, dícele que no interfiera, y poco después, Mal salva al perseguido cuando estaban por eliminarlo. Cobb y su gente buscan ya esforzadamente a Emmet, y hasta incineran su hogar, raptando al niño pequeño de casa. Paden se enfurece ante esto, se declara en contra de su empleador. Jake ha decidido ocultarse, se le cree muerto, los tres restantes irrumpen y se enfrentan a los pistoleros de Cobb, van eliminando a muchos de ellos, reaparace Jake, se les une; se acerca el asalto final. Rae está encinta, a punto de dar a luz, y Ladino, mostrando su real y vil cara, es liquidado por Mal. Por su parte, los hermanos y Paden siguen combatiendo, solo queda el último enemigo, Cobb, al que Paden mata. Todo ha terminado, están satisfechos, y Paden se queda en Silverado como el nuevo Sheriff.




Interesante filme de Kasdan, que se alinea entre los contemporáneos intentos por recobrar la fuerza del género más glorioso para los yanquis, definitivamente no querían dejarlo ir, y tenemos en este filme una de las tentativas más decentes por revitalizarlo, pero es sólo eso, un intento de reflote. De rotundo y marcado éxito y cálida acogida en su estreno, mucho de ese éxito radica en la efectiva forma en que el realizador captura los clásicos estereotipos, el solitario héroe, la discriminación racial por supuesto, aunque en este caso, ya no sean indios, sino un negro el discriminado, definitivamente es un western moderno. En ese aspecto, Kasdan extrae petróleo de las posibilidades que le ofrecen las nuevas técnicas y recursos en el cine, utilizando el poderoso cromatismo para plasmar su western a color, destacando las imponentes imágenes del vasto desierto, de las majestuosas y dominadoras montañas y mesetas, en ese sentido, la libertad de cámara y el color permiten plasmar poderosas imágenes de de todo el amplio espacio del Oeste, que es otro elemento indispensable en el western. El reparto también tiene su importante cuota en el filme, y sin descollar, tanto Kevin Kline como Scott Glenn cumplen, determinado y recio uno, hombre fuerte, el nuevo sheriff del pueblo, y el segundo, algo más lacónico, meditabundo, pero igual de determinado para defender a los suyos de los pistoleros atacantes, y lógicamente también tenemos el aporte de Danny Glover, y un joven Kevin Costner, actor serio que desde ya apuntaba maneras; este recorrido actoral termina con el camaleónico Jeff Goldblum, impensado pero bienvenido invitado a una cinta de western. Así se representa el mundo de los vaqueros de Kasdan, que hace correcto trabajo en lo que persigue, extraer los últimos suspiros de un género que ya fenecía indefectiblemente, y si bien la cinta es seria y correcta, está completamente en otro apartado de los grandes clásicos del género, y termina siendo un buen ejemplo de western contemporáneo, western adaptado a la modernidad, con la mística clásica ya perdida, pero rescatando algunos de sus principales nortes, aunque no en vano se le acusó de ser algo ligera en su contenido, pues no se puede dejar de detectar un ligero halo de frivolidad y suavidad contemporáneas. Es una situación símil al caso del film noir, género que envejeció, y hay ejercicios actuales que tibiamente lo rememoran -en el caso del western, tenemos al emblema viviente Clint Eastwood como principal gestor de los más apreciables ejercicios de esta naturaleza-, pero nada más que eso, la gloria en el pasado quedó, aunque algunos chispazos revitalizantes se aprecien. Con todo, Kasdan termina produciendo un decente ejercicio de western de los 80, una agradable rememoración de un glorioso estilo yanqui de cine cuyos mejores años sin duda atrás quedaron.



domingo, 29 de abril de 2012

Un mundo perfecto (1993) - Clint Eastwood


El buen Clint Eastwood realiza un ejercicio en su faceta como realizador, como director, en la que nos muestra otra cara, otro perfil distinto al del duro personaje que se le conocía como actor, ese estereotipo desde siempre desapareció. El director Eastwood narra esta entrañable historia, mezcla de drama y comedia, con ciertos momentos enternecedores, en la que se plasman las singulares vivencias de un convicto yanqui, un peligroso criminal que escapa de prisión, y que toma como rehén en su huida de las autoridades, impensadamente a un infante de ocho años. Pero contrario a lo que se podría esperar, el infante no termina acompañando al delincuente contra su voluntad, pues si bien al inicio fue raptado, irán generando amistad los compañeros de ruta, nacerá cariño y afecto, y el niño acompaña por su libre albedrío en su escape al convicto, mientras la férrea persecución de un experimentado detective y una novata enviada por el FBI, terminan por darle caza. Eastwood mismo se involucra en el proyecto como actor, encarnando al oficial perseguidor, y recluta además a Kevin Costner como el fugitivo, y completa la plana una joven Laura Dern como la fémina policía. Juntos configuran una de las cintas más conocidas y queridas de Eastwood detrás de las cámaras, es un apreciable ejercicio, una cinta que puede hacer pasar algún buen rato, y que a los más sentimentales, sin duda los tocará.

      


Tras iniciar la cinta con Costner echado plácidamente en gras, rodeado de billetes de dólares, pasamos a una familia, de religión testigos de Jehová, en una noche de Halloween, celebración que rechazan. Hasta esa casa llegan Robert “Butch” Haynes (Costner), y otro individuo, ambos son criminales, presidiarios que escapan del claustro, y al llegar a la casa, Costner intercede ante la violencia de las acciones de su acompañante, defiende a la madre, que vive sola, y a su hijo, Phillip Perry (T.J. Lowther), que termina siendo raptado por ambos cuando la policía llega. El oficial Red Garnett (Eastwood) es el que encabeza su búsqueda, y recibe, sin mucho entusiasmo, a Sally Gerber (Dern), criminalista enviada del FBI. De esa forma los tres emprenden un viaje por carretera, los dos convictos y el niño, pero Butch termina eliminando al otro convicto, pues su retorcida personalidad lo llevaba a atormentar al niño. Tanto Garnett como Gerber se van acercando a su rastro, encuentran el cadáver en un maizal, mientras el fugitivo Butch va creando lazos de amistad con el niño, “Buzz”, como él lo llama. Las autoridades logran identificar el vehículo en que se desplazan, se acercan cada vez más a los fugitivos, pero Butch se las ingenia siempre para eludirlos al final.




Incluso cuando se cruzan directamente en una ocasión, el astuto Butch consigue escapar junto con el pequeño Buzz, a quien va conociendo más, se entera que es testigo de Jehová, de todas las abstinencias que practican, y quien, en su inocencia, colabora sin saberlo a asaltar una casa. Garnett y Gerber siguen el rastro a los fugitivos. La huida los lleva hasta una granja, en la que reciben hospitalidad de una familia, y con quienes Butch se ceba, particularmente con el padre, por ser abusivo con su hijo. Sorpresivamente, Phil, que había visto a su amigo golpear, amordazar y apuntar con un arma a sus anfitriones, le dispara al convicto, y  escapa, pero se juntan de nuevo. Herido, pero con Phil, Butch es alcanzado por la policía, y a la distancia, negocia con la madre de Phil, solicita sea menos rigurosa en las limitaciones para el niño, y ella accede, promete ser más permisiva. Ya liberado, Phil puede volver con su madre, pero regresa con Butch, agonizante, lo abraza, pero no puede evitar que sea baleado y eliminado. Garnett, acompañado de Gerber, se pone furioso con el oficial que realizó el disparo sin permiso, pero es tarde ya, Butch ha muerto, y finaliza el filme con la imagen inicial, pero ahora tiene sentido, Butch recostado en el pasto, rodeado de dólares, muriendo.




Entrañable la historia que presenta Eastwood, haciendo gala de su sensibilidad como director, y realizando algo que sería luego recurrente en su carrera, dirigir y actuar como secundario; una práctica que será constante, Eastwood moviendo los hilos tras las cámaras, pero también aportando actoralmente, apoya a los protagonistas, es apreciable y de notar la forma de trabajar del mítico yanqui. La cinta retrata una singular situación, inverosímil incluso, atípica e impensada, un niño secuestrado que se vuelve gran amigo de su secuestrador, de un peligroso criminal, de un asesino, pero su amistad no entiende nada de eso, simplemente ve a un personaje que le enseña a vivir un poco más, que le muestra el mundo más allá de lo que lo conocía, poco importa que sea mucho mayor que él, poco importa que sea un adulto delincuente. No se le puede llamar rehén al niño, buena parte del tiempo está con Butch por su propia voluntad, su libre albedrío lo lleva a quedarse con su amigo, e incluso se mezcla en sus delictivas actividades, pero siempre con la inocencia propia del infante. En ese escenario nace y se refuerza su amistad, y Eastwood tiene el correcto tacto para mostrarnos su historia, un adecuado tratamiento, con las dosis de ternura sin caer en lo cursi, dos personajes con aparentemente nada que los ligue, es una amistad bizarra, y el niño, preguntando a Butch si es malo, es reflejo de la inocencia de la misma. Y es que después de todo, son genuinos amigos, el niño obvia las reprochables acciones de Butch, pues es quien le muestra el mundo como nunca antes lo vio, Butch es ruin, es un asesino, pero ante el niño, nada de eso aflora, quedando las imágenes del infante vestido de Gasparín, corriendo alegremente, y abrazando a su impensado amigo. Eastwood dirige uno de sus más recordados filmes de su etapa de director, y no deja de sorprender agradablemente alguna secuencia con un remarcable trabajo de cámara, secuencias muy dinámicas, primeros planos, todo amalgamado para generar un efecto de frenetismo, pero que se complementa con los momentos cumbre del filme. Apreciable y rescatable cinta yanqui, buen ejemplo de la faceta de director de Eastwood, que ayuda a romper ese estereotipo de hombre irremediablemente duro y rudo.








jueves, 8 de marzo de 2012

Los Intocables de Eliot Ness (1987) – Brian De Palma

Recordada película del norteamericano De Palma, en la que nos muestra los eventos ocurridos en su tierra durante los difíciles días de la Prohibición, los años 30 en Chicago, la difícil lucha contra el tráfico de alcohol, la lucha que se desatan contra las pandillas. Las autoridades están impotentes ante la operatividad de las bandas, la violencia y delincuencia, los asesinatos no cesan, entonces, llaman al agente del Tesoro Eliot Ness, que recluta un sólido equipo para hacer frente al principal miembro del trafico de bebida, el legendario Al Capone, desatándose una encarnizada batalla de la autoridad contra el delincuente. Brian De Palma hace un ejercicio de cine comercial, en todos sus aspectos, que se ve realzado por una ilustre plana de actores yanquis, empezando con Kevin Costner como el incorruptible Ness, Andy García como un habilidoso agente policial, Charles Martin Smith como un contador del FBI, y el siempre notable Robert De Niro en el papel del mítico contrabandista Capone. Exceptuando el origen estadounidense, se encuentra el gran Sean Connery, escocés oscarizado por su interpretación de un maduro agente policial, que se sumará con toda su experiencia a la causa de Ness. La película no es una maravilla, es una de las mejor conocidas y consideradas de su realizador, cine comercial yanqui, que se ve realzada por las actuaciones y la música del genial Ennio Morricone.

   


Comienza la acción en 1930, en Chicago son los días de la prohibición, días de pandillas y metralletas, días de Al Capone. Este personaje es abordado por la prensa como una celebridad, en plena barbería, siendo afeitado, lanza discursos cual político. En una cantina, al dueño se le están cobrando cupos, al negarse, un hombre deja un maletín, una niña intenta devolvérselo, y el maletín estalla, es una bomba que acaba con el lugar. Entonces las autoridades seleccionan al agente del Tesoro, Eliot Ness, para que trate de remediar la situación, y conoce al cuerpo policial, comienza a trabajar. Pero su primera redada es un fracaso, siendo el hazmerreir de la ciudad, y esa misma noche, conoce en las calles a un singular policía, maduro agente que patrulla las calles (Connery). Capone sigue viviendo opulentamente rodeado de lujos, se ríe al ver los periódicos con Ness. Entonces Ness contacta y pide ayuda al policía que patrullaba, Jim Malone, pero éste le rechaza. Al volver a su oficina, se encuentra con Oscar Wallace (Smith), contador del FBI seleccionado por sus superiores para apoyar a Ness, y momentos después, Malone se le suma, lo apoyará también. Van todos a la academia de policías, donde buscan el último miembro del equipo, y el elegido es un joven con soberbia habilidad con el revólver, es el agente George Stone (García), el equipo está listo. El ducho Malone dirige entonces una redada a  una oficina postal, la redada es exitosa.




El propio alcalde de la ciudad intenta sobornar a Ness, la corrupción está en todos lados, pero Ness es incorruptible, por lo que teme por su familia, debiendo mudarla de locación. Entonces, siempre con la información que obtiene Malone, realizan otra operación, interceptando un gran convoy con camiones cargados de bebida, es un gran y exitoso golpe, con el que obtienen la bebida, dinero, y sobre todo, mucha información, libros contables, y hasta un rehén. Capone enfurece, mientras nace el segundo hijo, varón, de Ness. La clave del éxito sería localizar al contador de Capone, y cuando Wallace está transportando al rehén para que declare, ambos son eliminados en un elevador. Aparece entonces Malone, nuevamente tiene importante información, pero en su casa, es emboscado y eliminado por el mismo matón anterior, Frank Nitti (Billy Drago), sin embargo, antes de morir logra transmitir valiosa información del paradero del contador de Capone. Este personaje se movilizará en un tren, el mismo que es interceptado, y el contador es capturado. Inicia el juicio a Capone, durante el cual Ness elimina a Nitti, y con astucia, Ness persuade al corrompido juez, que condena a 11 años de prisión al contrabandista. Posteriormente, las pandillas tiemblan, y los sobrevivientes, Ness y Stone, se despiden.




Termina de esta forma una versionada yanqui, de eventos yanquis, una versión bastante endulzada la que nos presenta De Palma, bastante alineada a los estándares del cine estadounidense contemporáneo, autor de memorables cintas, que en esta oportunidad nos entrega una correcta, aunque inocua representación de los días de la prohibición en Norteamérica. Con algún momento relativamente interesante, con alguno que otro momento de buen trabajo de cámara, primeros y medios planos, la cinta, en el aspecto puramente narrativo, de la puesta en escena, no tiene elementos ciertamente destacables. Los actores sí están notables, un serio Costner, como el incorruptible pero inexperto Eliot Ness, Andy García, el definido como prodigio en el disparo, joven por entonces pero eficiente, un Charles Martin Smith cuya muerte era necesaria, un contador adentrándose en el mundo de los tiroteos, del hampa, su muerte era predecible, y claro, un Sean Connery que resalta, sabelotodo, ducho, recorrido, una suerte de sensei para Ness, siempre con consejos a la mano, siempre con máximas y refranes, repartiendo lecciones, y claro, con la información precisa, que nadie más tiene, gracias a sus contactos policiales, es un viejo zorro, buen policía con mucho más talento para hacer lo que hacía al comienzo, patrullar las calles, y aunque esta no es para nada la mejor interpretación del escocés, su reconocimiento con el Oscar no es inmerecido.




Mención aparte para De Niro, que se siente en su salsa, realiza un papel de un orondo y opulento Capone, imperial, en un papel con un perfil para nada ajeno al dos veces ganador del Oscar, parece disfrutarlo incluso, y también parece se siente como una clara premonición de sus posteriores papeles, idénticos, en Goodfellas (1990), o Casino (1995), ambos de Scorsese, y solo por mencionar dos casos. Mención aparte también merece uno de los aspectos que se salvan de la inocuidad de la cinta, la música de un dómine del tema, el genial Ennio Morricone sabe realzar los momentos con sus melodías, amplio repertorio, envolvente, dotando de intensidad cuando se requiere, y de sensibilidad y emoción también en otras secuencias. Y no puedo dejar de señalar algo, la forma indignante en que De Palma se atreve a hacer lo que podríamos llamar una triste suerte de recreación yanqui de la prodigiosa secuencia de la Escalera de Odessa, recordada y legendaria secuencia de El Acorazado Potemkin (1925), del inolvidable maestro ruso Sergei Eisenstein; tan atrevida, tan insolente como innecesaria recreación, deformada con la imagen insoportablemente dulce del infante sonriendo después de haberse producido muchos disparos de potentes armas a escasos metros. Más de uno habrá maldecido, y pensado, felizmente Eisenstein no está ya para ver esto, y entiendo su sentir. Sin embargo, no puede indignarse uno demasiado, es cine comercial, no se le puede pedir peras al olmo, cine yanqui de fines de los 80, que se ve realzado por serias actuaciones, y que al menos, sirve para entretener un poco, pero vaya que se pudo ahorrar el director esa secuencia de más.


     

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