

Incluso cuando se cruzan
directamente en una ocasión, el astuto Butch consigue escapar junto con el
pequeño Buzz, a quien va conociendo más, se entera que es testigo de Jehová, de
todas las abstinencias que practican, y quien, en su inocencia, colabora sin
saberlo a asaltar una casa. Garnett y Gerber siguen el rastro a los
fugitivos. La
huida los lleva hasta una granja, en la que reciben hospitalidad de una
familia, y con quienes Butch se ceba, particularmente con el padre, por ser
abusivo con su hijo. Sorpresivamente, Phil, que había visto a su amigo golpear,
amordazar y apuntar con un arma a sus anfitriones, le dispara al convicto, y escapa, pero se juntan de nuevo. Herido, pero con Phil, Butch es
alcanzado por la policía, y a la distancia, negocia con la madre de Phil,
solicita sea menos rigurosa en las limitaciones para el niño, y ella accede,
promete ser más permisiva. Ya liberado, Phil puede volver con su madre, pero
regresa con Butch, agonizante, lo abraza, pero no puede evitar que sea baleado y
eliminado. Garnett, acompañado de Gerber, se pone furioso con el oficial que
realizó el disparo sin permiso, pero es tarde ya, Butch ha muerto, y finaliza
el filme con la imagen inicial, pero ahora tiene sentido, Butch recostado en el
pasto, rodeado de dólares, muriendo.
Entrañable la historia que
presenta Eastwood, haciendo gala de su sensibilidad como director, y
realizando algo que sería luego recurrente en su carrera, dirigir y actuar
como secundario; una práctica que será constante, Eastwood moviendo los hilos
tras las cámaras, pero también aportando actoralmente, apoya a los protagonistas, es apreciable y de notar la forma de trabajar del mítico yanqui. La cinta retrata una singular
situación, inverosímil incluso, atípica e impensada, un niño secuestrado que se
vuelve gran amigo de su secuestrador, de un peligroso criminal, de un asesino, pero su amistad no entiende nada de eso, simplemente ve a un personaje que le enseña
a vivir un poco más, que le muestra el mundo más allá de lo que lo conocía,
poco importa que sea mucho mayor que él, poco importa que sea un adulto
delincuente. No se le puede llamar rehén al niño, buena parte del tiempo está con Butch
por su propia voluntad, su libre albedrío lo lleva a quedarse con su amigo, e
incluso se mezcla en sus delictivas actividades, pero siempre con la inocencia
propia del infante. En ese escenario nace y se refuerza su amistad, y Eastwood
tiene el correcto tacto para mostrarnos su historia, un adecuado tratamiento, con las dosis de ternura sin caer en lo cursi, dos personajes con
aparentemente nada que los ligue, es una amistad bizarra, y el niño,
preguntando a Butch si es malo, es reflejo de la inocencia de la misma. Y es
que después de todo, son genuinos amigos, el niño obvia las reprochables
acciones de Butch, pues es quien le muestra el mundo como nunca antes lo vio,
Butch es ruin, es un asesino, pero ante el niño, nada de eso aflora, quedando
las imágenes del infante vestido de Gasparín, corriendo alegremente, y
abrazando a su impensado amigo. Eastwood dirige uno de sus más recordados filmes
de su etapa de director, y no deja de sorprender agradablemente alguna
secuencia con un remarcable trabajo de cámara, secuencias muy dinámicas,
primeros planos, todo amalgamado para generar un efecto de frenetismo, pero que
se complementa con los momentos cumbre del filme. Apreciable y rescatable cinta
yanqui, buen ejemplo de la faceta de director de Eastwood, que ayuda a romper
ese estereotipo de hombre irremediablemente duro y rudo.
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