Polanski continúa su particular travesía por el cine contemporáneo, diversificando y ampliando su abanico de trabajo da una forma cada vez más sorprendente, aunque lamentablemente, no sea involucrando las mejores sorpresas. Tras ya no pocos ejercicios en áreas que no son su usual arena de desempeño, en esta oportunidad el director polaco irrumpe en un escenario hasta ahora inédito para él, el, cine de thriller político, cine testimonial, en el que se esfuerza por generar suspenso, intriga, y ciertamente se queda en un infructuoso intento. Representará Polanski su enésima adaptación de una novela al cine, en esta oportunidad la novela del 2010 de Robert Harris The Ghost Writer, aunque en esta ocasión ya no contará con su habitual colaborador, su guionista Gérard Brach a lo largo de los años. La cinta retrata el mundo de un eminente diplomático británico, un ex ministro, que está por publicar sus memorias, un interminable documento, y esta misión se le encomienda a un escritor, que, mientras trabaja en esto, irá descubriendo vínculos y relaciones clandestinas del político, que van convirtiendo su labor en un campo minado, pues mientras más se adentra en la verdad, más se pone en peligro su propia existencia. Con intrigas políticas, mentiras, descubrimientos e investigaciones a través de la red, la cinta termina siendo difícil de deglutir, y más bien lenta en su desarrollo. Recluta Ponalski a un insípido Ewan McGregor y a Pierce Brosnan en los papeles más resaltantes, en medio de una variopinta selección actoral.
Después de ver un inconveniente vehicular en la carretera, vemos directamente a El fantasma, el escritor, (McGregor), a quien un compañero le habla de una gran oportunidad escribiendo las memorias de un ex político. No muy animado al inicio, los grandes emolumentos del trabajo lo convencen, se presenta a la gente de Lang, el político, y es aceptado. El documento físico de las memorias, un conglomerado de más de 600 páginas, está estrictamente resguardado, pero esto no impide que apenas empezando, unos motorizados ataquen al escritor y le quiten el documento. En los noticieros, se habla de las tensas relaciones con Oriente, escándalos y noticias que son encubiertas, todo siempre relacionado a Lang, el escritor ve todo, y viaja a la residencia del ex diplomático, una isla, donde conoce a todo el equipo, su esposa Ruth (Olivia Williams), y su secretaria Amelia Bly (Kim Cattrall). Termina de leer el interminable documento de las memorias, considera que necesita retoques, Ruth lo avala, y conoce finalmente al ex ministro, Adam Lang (Brosnan), y bajo extrema seguridad, le hace una breve entrevista. Las turbulencias políticas no hacen más que intensificarse, y Lang sigue estando en el ojo de la tormenta, e incluso se le reduce el plazo de término de su labor al escritor.
El escritor se mueve e investiga algunas de las inquietantes noticias respecto a Lang, aislado por los escándalos, que incluyen asesinatos en Oriente. Cuenta con el apoyo de Ruth, presente con él en la gran residencia en la isla, investigan ambos. La CNN informa sobre crímenes de guerra, mientras el escritor nota cabos sueltos, Lang esconde muchas mentiras, y pasa más tiempo con la señora Lang, hasta que se consuma un inevitable adulterio; él se irá de la isla por ello, y ella pedirá el divorcio. Entonces se entrevista con un conocido de Lang, Paul Emmet (Tom Wilkinson), éste afirma no haberlo visto en años, y no arroja demasiadas luces al respecto. Descubre luego en internet que Emmet estuvo vinculado a la defensa nacional, y a la CIA, hay fotografías que incriminan al ex primer ministro, y siempre se encuentra con sujetos enviados por poderosos personajes, que lo registran y amedrentan. Averigua que su predecesor escritor fue asesinado, y encara a Lang sobre sus acciones en los escándalos, pero éste no reconoce nada. Poco después, el desacreditado político es asesinado a balazos. Las memorias se publican de todas maneras, y el escritor finalmente descubre que Ruth también se vinculó a la CIA, ella realmente estuvo detrás de todo.
Polanski termina de esta forma lo que se podría considerar un thriller, un intento de thriller político en todo caso, el director sigue sorprendiendo, y en esta oportunidad esa sorpresa se traslada a otra área, cambió el director su campo de cultivo, para aventurase en las intrigas y entramados políticos, tema ciertamente no demasiado estimulante. Imposible que deje de resultar llamativo ver a Polanski dirigiendo una cinta de misterio político, se pregunta uno qué hace rodando sobre temas de terrorismo, de Iraq, en su thriller donde el suspenso se insinúa, pero no acaba de fluir, y termina siendo de ritmo aletargado. A ese respecto, me sorprendió, y no poco, la forma en que el realizador involucra tecnología a montones, vemos desde memorias USB, celulares, alarmas, investigaciones en el buscador Google, componentes que siempre he sentido remiten a un escenario más bien ocioso, peligrosamente cercano a banales historias, recursos que, no bien utilizados, pueden envolver a la historia en ese ocio, hacerla sentirse artificiosa, y que, por momentos, sentí, estrictamente en ese sentido, demasiado cercana a la pueril Los Infiltrados (2006) de Scorsese. Continúa también el realizador utilizando de llamativa forma a actores del ámbito comercial, actores de cintas comerciales y hasta ridículas, y desde el inicio, ya se sentirá una atmósfera ajena a Polanski (cómo no, si vemos al soso Ewan McGregor, sin que más de alguno deje de recordar al burdo Obi Wan Kenobi, o ver a Brosnan y rememorar a uno de los más mediocres James Bond), además de actores tan irrelevantes como James Belushi, Jon Bernthal, aunque con la excepción de Tom Wilkinson. Con todo esto, el polaco configura un inocuo thriller, inocuo suspenso, se siente como que sí hubo suspenso, la incertidumbre estuvo ahí, pero nunca terminó de cuajar, nunca se nos ofreció momentos de espasmo y arrebato, el clásico desenfreno de los mejores momentos de Polanski. Nunca explota la acción, y otra vez, los actores no colaboran mucho que digamos a eso, y es que no mucho pueden hacer tampoco, ya sea por limitaciones propias, o por causa de la historia misma. Un cine testimonial, de investigación, una firme conclusión luego de su visionado es que este tipo de “thriller” no le va a Polanski, como no le van ni lo político, terrorismo ni modernidad, se sienten aburridos e inocuos temas. Como agua y aceite para Polanski, pero es la actualidad del director. Nos quedamos con las ganas todo el filme de ver un clímax poderoso como a los que tan acostumbrados nos tuvo antes, pero ese mal intento de algidez al final resultó tan soso como la cinta misma. Buen ejemplo del nuevo Polanski.
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