Historia directa, historia triste. El duro Anthony Quinn interpreta a Louis “Mountain” Rivera, un boxeador de pesos pesados para quien los años no han pasado en vano. El tiempo y sobre todo los golpes le están pasando factura y ya es tiempo de parar, o de lo contrario, perderá la vista. El sólo ha vivido para el boxeo, sólo sabe vivir para el boxeo, sólo sabe boxear. Ante la nefasta noticia, su destino queda en el aire, y también en aprietos al contraer una gran deuda por no haber cumplido con una apuesta pactada en ese último combate. Ante tan desesperanzadora situación aparece Grace Miller, interpretada por Julie Harris, como una administradora de recursos humanos, quien entrevista al ya ex boxeador en busca de un trabajo. Ella pronto se convierte en un ángel guardián que no se cansará de velar por Mountain, que tratará incansablemente de sacarlo a flote nuevamente.
Es conmovedora la forma en que ella se empecina por su protegido, hasta concertarle una muy buena oportunidad de ganarse a vida, ya sin agarrarse a golpes por ello, ya sin comprometer su vista otra vez. Sin embargo Mountain será incapaz de abandonar esa vida, que lo ha convertido en una persona bruta, animal. Ni siquiera el romance con la dulce trabajadora social lo convence de intentar cambiar de rumbo, simplemente no es capaz de hacerlo. Estropea la oportunidad que se le daba, mientras su supuesto mejor amigo Maish recrimina a la señorita Miller que no le venda falsas esperanzas a Mountain, que deje de querer convertir al sapo en príncipe. El entorno envuelve a Mountain, lo asfixiará y no lo dejará escapar hasta el último.
Es conmovedora la forma en que ella se empecina por su protegido, hasta concertarle una muy buena oportunidad de ganarse a vida, ya sin agarrarse a golpes por ello, ya sin comprometer su vista otra vez. Sin embargo Mountain será incapaz de abandonar esa vida, que lo ha convertido en una persona bruta, animal. Ni siquiera el romance con la dulce trabajadora social lo convence de intentar cambiar de rumbo, simplemente no es capaz de hacerlo. Estropea la oportunidad que se le daba, mientras su supuesto mejor amigo Maish recrimina a la señorita Miller que no le venda falsas esperanzas a Mountain, que deje de querer convertir al sapo en príncipe. El entorno envuelve a Mountain, lo asfixiará y no lo dejará escapar hasta el último.
En un final rozando lo patético, vemos a Mountain haciendo de bufón, al aceptar una propuesta de practicar lucha libre a cambio de dinero, un deporte arreglado. Mountain inicialmente estaba reacio, no quería hacer de payaso al vestirse de indio y hacer la performance de lucha libre que se le exigía para recibir el dinero. Ante la presión de los acreedores de la apuesta, encabezados por el gran Mickey Rooney, Mountain desiste, acepta y el trabajo y la película termina con él haciendo la parodia del jefe indio en la lona. Una película que retrata a un personaje frustrado, atrapado, que estuvo a punto de conseguir la gloria del campeonato mundial, pero que se ve vencido finalmente por todo su entorno, hasta perder su juventud, sus esperanzas y su dignidad.
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