domingo, 9 de octubre de 2011

El Tesoro de la Sierra Madre (1948) – John Huston

Notable película de aventuras, galardonada cinta de uno de los mejores directores de cine norteamericano, el gran John Huston. Dirigiendo una vez más a otro gigante del cine, el actor que lo vio debutar como director, el duro Humphrey Bogart, nos narra la historia de dos yanquis sin oficio ni beneficio, cuyas insípidas y aburridas existencias encuentran variación cuando deciden cambiar su suerte e ir a tierras mexicanas a buscar oro, van a Tampico en compañía de un experimentado viejo. Una meticulosa búsqueda que tendrá positivos frutos al inicio, pero conforme avancen en su proyecto, sus respectivas ambiciones irán apoderándose de ellos, desatándose más de un conflicto, las traiciones surgirán, mientras son atacados por los indios lugareños. Remarcable la actuación del siempre eficiente Boggie, que en esta oportunidad interpreta a un individuo bastante distinto a su personaje prototipo, el detective rudo que enamora a todas las mujeres, pero es siempre un gusto ver actuar a este baluarte del cine, y es un aliciente verlo en una faceta actoral novedosa. La película fue múltiple ganadora del por entonces prestigioso Premio de la Academia, llevándose sendos Oscars por Mejor Guión y Director, ambos para Huston, y el Oscar a Mejor Actor de Reparto para Walter Huston, padre de John, quedando todo en familia.

      



En territorio mexicano, Dobbs (Bogart) tiene problemas financieros, y esto lo obliga a limosnear, siempre buscando algún trabajo eventual. Consigue, junto a su amigo Curtin (Tim Holt), un empleo con un buen salario, trabajan en un ferri, pero por pretender pasarse de listos, terminan siendo estafados, y durmiendo en un cuchitril. Después, un anciano llamado Howard (Walter Huston), les cuenta de una fantástica fortuna, una fabulosa fuente de oro en las montañas de Tampico, pero ellos no tienen dinero para poder movilizarse hasta allá. Esto cambia cuando encuentran al sujeto que los estafó, recuperan el dinero perdido, y sumado a otro dinero que ganan en una lotería, juntan lo suficiente para su proyecto, contactan a Howard y se enrumban a la aventura. Inician su búsqueda, mientras los asaltantes están a la orden del día, y la ascensión no es nada sencilla, van encontrando oro falso, mientras se abren camino a punta de machetazos, la maleza y el árido terreno los amenazan. Se están desanimando, cuando finalmente encuentran oro genuino en forma de polvo, que el experimentado Howard reconoce fácilmente; siguen encontrando más del precioso metal, y todo lo van repartiendo entre los tres socios.



Siguen avanzando, y mientras cavan en las minas, Dobbs es herido en un derrumbe, cuidado por Howard, Curtin también ayuda, y después empiezan ya a hacer planes para el oro, empieza a aflorar la avaricia, incluso cuando duermen están pensando en su oro, el peligro que corre su botín. Dobbs es el que más se preocupa, el más avaro, se obsesiona, y los tres socios regresan, van llamando la atención. Un sujeto empieza a seguir a Curtin, exige un porcentaje del botín, deciden liquidarlo, pero aparece un enemigo mayor: numerosos bandidos, indios que quieren sus armas y sus burros, pero agentes federales salvan a los aventureros. Satisfechos al fin, restauran la montaña e inician camino de regreso. Nuevamente son asediados por bandidos, quienes les dicen que ha habido un accidente, un niño ha caído al agua y no despierta, Howard va con ellos, lo examina, lo cura, lo salva, y es vanagloriado como hombre milagroso. En agradecimiento, los indios lo obligan a quedarse y disfrutar de su hospitalidad, por lo que Dobbs y Curtin siguen solos, sin embargo la avaricia descontrola a Dobbs, que ataca a Curtin, y lo deja creyéndolo  muerto, pero solo está mal herido, y los indios lo rescatan. Curado por Howard, ambos van a  buscar venganza, mientras Dobbs flaquea, es atacado por indios bandidos, y pierde todo, oro, burros, etc, y muere. Finalmente, Howard y Curtin solo encuentran bolsas vacías, se ríen de la situación y el viejo Howard se queda con los indios.




Muy recordada y siempre referenciada como una de las mejores películas de John Huston, el director que supo sacar lo mejor del gran Humphrey Bogart. Y nuevamente el director norteamericano se alía con Boggie para producir esta muy atractiva película de aventuras, intrigas, traición y avaricia, donde unos sujetos que buscan riqueza inimaginable, empiezan con buen pie, pero finalmente no es la inhóspita montaña, ni el caluroso clima, o los aguerridos bandidos lugareños los mayores obstáculos a los que tendrán que enfrentarse en su empresa. El mayor de todos los enemigos está dentro de ellos mismos, es la incontenible avaricia que los hará su presa, y que terminará por hacerlos estropear todos sus esfuerzos, parta acabar exactamente como empezaron, con nada. Paralelamente a la historia central, también se nos muestra la historia de la vida, de la solidaridad, costumbres y solemnidad indias, comunidad que es amenazante con algunos ambiciosos invasores, pero que también saben mostrar hospitalidad y profundo agradecimiento por el que consideran los ha beneficiado. Es muy interesante ver al gran Boggie en un papel atípico, distinto a sus papeles clásicos, ahora alejado de tierras yanquis, alejado del film noir y de su oscuridad, nos muestra otro tipo de antihéroe, más demencial, ambicioso, es un personaje más común, barbudo y agreste gandul, aventurero que será rebasado por su ambición, y Bogart por supuesto, cumple con su papel. Particularmente notable es la correcta actuación del padre del director, Walter Huston interpretando al maduro y experimentado Howard, la razón entre los tres individuos, él es el poder de la experiencia que pone orden, el más lúcido entre ellos, y el único capaz de reírse ante lo ridículo de su situación. Remarcable y merecidamente ganadora del Oscar es su actuación, que logró que los tres reconocimientos de la Academia queden en familia, se queden para los Huston. Excelente.


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