sábado, 22 de octubre de 2011

Intriga Internacional (1959) - Alfred Hitchcock

Una de las grandes obras del maestro del suspenso, el buen Hitch hace de las suyas en este excelente y memorable ejercicio de intriga e incertidumbre, un año antes de que realice su máxima obra, Psycho. El maestro recluta para este clásico al gran Cary Grant, y, por enésima vez, y en concordancia con su conocida afición por las rubias, acompaña a su protagonista con una hermosa blonda, la arrebatadora Eva Marie Saint, y completa el reparto principal con el siempre correcto James Mason. Hitchcock se luce plasmando muchos de los constantes sellos de su filmografía, el suspenso que lo impregna todo, que no necesita mayores introducciones, explicaciones o seguimientos, es suspenso en estado puro, y a este suspenso colabora en buena medida la excepcional música del genial Bernard Herrmann, habitual colaborador suyo, y creador unas décadas después de la bellísima melodía de saxo en Taxi Driver (1976) de Scorsese, otro director con el que colaboró en más de una ocasión. Todo este despliegue se encamina hacia un solo norte: crear una atmósfera de indescifrable incertidumbre, de indescifrable intriga, y no en vano una de las traducciones del título es Intriga Internacional. El suspenso que emplea Hitchcock no necesita ornamentos, ni innecesarios acompañamientos, no es, en este caso, un suspenso oscuro ni tétrico, pero sí es muy atrapante, es un suspenso directo, puro y duro. No en vano es maestro admirado por gigantes franceses como Chabrol y Truffaut, esto es ya decir suficiente, un director norteamericano impresionando e inspirando a realizadores europeos, pues ambos defendieron y reivindicaron a Hitch en sus años de no mayor apreciación.

         

La película del maestro inicia con Roger Thornhill (Cary), un hombre de negocios que asiste a una reunión de negocios con unos camaradas suyos en un hotel. Allí, sin mayores explicaciones, es secuestrado por dos sujetos y llevado a una misteriosa mansión, así es como Hitchcock nos introduce en su directo suspenso. En el camino a la mansión, alcanza a ver el nombre Townsend. Ya ahí, es tomado por otro individuo llamado Kaplan, buscan sacarle una confesión que no existe, y ante su fracaso, se le embriaga con whisky. En ese estado, es conducido a un auto robado, donde logra deshacerse de su captor, escapa en una emocionante y clásica secuencia de huida, y donde finalmente es detenido por la policía, y se le abre un pequeño juicio por conducir ebrio. Para probar su inocencia, va con su madre y las autoridades a la mansión donde fue raptado, donde todo es arreglado para hacerlo pasar por un sujeto que estuvo ebrio en una fiesta. Luego, averigua sobre el sujeto George Kaplan, va con su madre al hotel donde está hospedado, donde en extrañas circunstancias todos parecen conocerlo, y a la vez nadie parece haberlo visto jamás.




Una escena en la CIA nos aclara el panorama, el sujeto Kaplan no existe, es un ficticio agente creado para encubrir a un agente real, y Thornhill fue confundido con él. Escapando en un tren, es ayudado por una muy hermosa rubia, Eve Kendall (Saint), pero ella después lo delata a sus perseguidores. Thornhill asiste a una cita con Kaplan en una desolada carretera. Él sigue las indicaciones, pero Kaplan nunca aparece, en su lugar aparece un avión de fumigación que lo ataca, en una clásica secuencia donde después se estrella con un camión de combustible. Ya sabedor de que algo trama Eve, la sigue, y llega hasta una subasta, donde conoce al criminal que estaba persiguiendo la CIA inicialmente, Phillip Vandamm (Mason), que, como todos los demás, desea eliminarlo. Eve recrea un falso asesinato de Kaplan disparándole balas de salva, para despistar a la gente de Vandamm. En casa de Vandamm, cerca del histórico monte Rushmore, descubre que ya saben la identidad de ella, y planean eliminarla. Thornhill logra rescatar a Eve, huyen bajando a través de los rostros de George Washington y los demás presidentes, eliminan a los perseguidores, y en un salto de plano, terminan felices volviendo a vivir su romance en un tren. Hitchcock en estado puro.





La cinta es un autentico clásico de Hitchcock, una joya del suspenso, se hace patente su característico estilo, suspenso directo y que no necesita dar mayores explicaciones, ni a sus protagonistas ni a los espectadores, por lo que atrapa la atención inmediatamente. Está repleta además de numerosas secuencias inmortales, el trabajo de cámara siempre eficiente hace lo suyo para mantener la intriga y captar nuestra atención en determinados momentos, como en la escena típica y muy bien lograda por Hitch, la huida de Thornill, repleta de frenetismo, de premura e incertidumbre, es el inicial escape de un embriagado Grant, sitúa la cámara contra el conductor, y donde la frenética música de Herrmann también nos introduce en ese intrigante ambiente. Hitchcock se destaca por lograr impregnar todo el filme de eso que él maneja con maestría, suspenso que no nos deja respirar ni un momento, una intriga que nace, parece solucionarse e inmediatamente surgen dos o tres en su lugar, es un inacabable entramado de incertidumbre y suspenso total, eventos impensados, inesperados, la cámara que sigue convenientemente a los protagonistas, todo está ya calculado. Inmortal también es la secuencia del avión que ataca a Grant, uno de los clímax de la película, una de las secuencias más repletas de acción, acción que uno no acaba todavía de desenmarañar por los constantes misterios y puertas entreabiertas a las que nos somete el maestro. El final también es famoso y literalmente monumental, escalando los protagonistas el mismísimo monte Rushmore para escapar, cosa que finalmente logran, y en un final también clásico de Hitchcock, todo termina en un segundo sencillamente, directamente, como lo es su suspenso, todo termina sin mayores explicaciones, todo ha sido expuesto y mostrado ya. Excelente título de Hitchcock, del maestro que inspira maestros de la Nueva Ola Francesa, y del que se afirmaba perseguía una finalidad ética dentro de todo su inmenso despliegue cinematográfico, pero eso es ya motivo de otro estudio y de otro artículo. Infaltable e imperdonable es no visionarla para todo admirador del buen cine.






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