jueves, 6 de octubre de 2011

Escarlata y Negro (1983) – Jerry London

Atractiva, interesante, por momentos divertida, así es la película del norteamericano London, que narra con cierta crudeza la historia de un sacerdote que alberga fugitivos de guerra en el Vaticano durante la ocupación nazi de Roma. El marco de la represión y flagelo nazi es un verdaderos semillero de situaciones inauditas, infrahumanas, de ambiente underground, de angustia, miedo, desesperación en la propia tierra, y esto ha generado numerosos filmes de profundo drama que se basan en las atípicas e insospechadas situaciones que son consecuencia de ese régimen. Sin ser ésta una película producida en zonas como los Balcanes, donde se lleva en el ADN esa historia, está directamente relacionada con esa pesadilla, por lo que es un drama de realismo profundo, que atrapa. El gran Gregory Peck encarna al sacerdote de la historia, y el arreglo musical corre a cargo del genial Ennio Morricone, generando todo esto una base envidiable para construir una muy buena película, cosa que London logra hacer.

         


Inicia la historia con la ocupación nazi a Roma, y al Vaticano, y oficiales nazis advierten al Papa de cómo son las cosas, pintándose una línea blanca para literalmente dividir e indicar hasta dónde tiene jurisdicción la tierra santa, para limitar su autoridad. El monseñor Hugh O’Flaherty (Peck) inicialmente ayuda a unos fugitivos, un estadounidense y un británico, que se esconden en casa de una amiga de él. Las autoridades británicas no quieren hacerse cargo del caso, por lo que el sacerdote debe cargar con ellos, y gradualmente va ayudando más y más fugitivos, levantando sospechas. Ayuda asimismo a un grupo de judíos a juntar 45 Kg de oro para comprar su libertad a los nazis. Todo esto genera que el Coronel Herbert Kappler (gran actuación de Christopher Plummer) de las SS se fije en él, que incremente las medidas de seguridad y vigilancia para atraparlo, pues cada vez está mas seguro que él es el responsable del contrabando de fugitivos. O´Flaherty sigue ayudando refugiados pese a ello, utilizando nombres código que son descubiertos por las SS, que liquidan a otro sacerdote insurrecto. La inmunidad diplomática y apoyo que el Vaticano le da a O´Flaherty lo vuelve intocable a los nazis, que por razones políticas y estratégicas no pueden romper su autonomía.  Ante la persecución, el sacerdote huye en una graciosa escena vistiéndose de carbonero, y luego cambiará a diversos disfraces para seguir con su objetivo. Finalmente la ocupación nazi es expulsada, y el sacerdote dará una gran muestra de humanidad concediéndole un favor final a un perdido Kappler.




London logra presentar muy decentemente la historia de opresión nazi, que liquidan a cualquier indocumentado, o incluso sacerdote, que no cumpla con sus exigencias. Interesantes planos del cuartel general nazi, donde Kappler planea y ordena con el fondo de un cuadro de Hitler, que refuerza la imagen y poder nazi, esto tiene su otro extremo con el cura que tiene por fondo la imagen del Papa. La película tiene momentos en que muestra la belleza barroca de los recintos del Vaticano, los hermosos frescos y murales de sus iglesias, las inmortales obras pictóricas del Renacimiento que se han convertido en iconos del arte universal, un detalle acertado. London consigue producir una buena película, tiene una excelente trama, muy buenas actuaciones, claro si contamos con un intérprete serio y de la talla de Gregory Peck, la cinta comienza ya con buen pie, además de buena música a cargo del gigante en ese apartado, Morricone, y todo avivado por el real tema de la angustia del yugo y dominio nazi, se siente una historia verídica, un drama real. Notable y recomendable film, retrata temas verídicos y serios, crueldad matizada con ciertas dosis de comicidad, que hace más digerible el producto final.





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