martes, 18 de octubre de 2011

El Ansia (1983) – Tony Scott

Scott presenta este thriller de horror fantástico, con fuertes tintes de sexualidad y carnalidad, que toma la forma de un romance vampírico, donde una vampiresa debe buscar sangre nueva para su esposo, de su misma condición, que está envejeciendo a un ritmo acelerado. Cuenta en los roles principales con sólidas actrices, la correcta y siempre eficiente francesa Catherine Deneuve, uno de los baluartes actorales femeninos del cine contemporáneo, como la vampiresa mencionada, y con Susan Sarandon, que cumple bien su papel de doctora que será seducida por la vampiresa. Y para completar el tándem está David Bowie, en una incursión actoral como el esposo envejecido que termina por darle un toque pintoresco al filme, lo cual es bueno puesto que durante toda su duración destila onirismo, irrealidad, sexualidad y colorido, toda una bizarra mezcla de morbo, horror, carnalidad y lesbianismo, en una densa película que, teniendo un atractivo reparto, no decepciona, ni mucho menos.

         


Comienza la película con una proyección de imágenes sexuales, carnales, animales, sádicas. En un hospital, unos doctores investigan el envejecimiento en animales, y estudian a un mono que se ha vuelto loco. Miriam y John Blaylock (Deneuve y Bowie) viven juntos, la joven pareja de vampiros vive sola y tiene una joven vecina con quien tocan juntos música clásica. Mientras, la famosa doctora Sarah Robinson (Sarandon) escribe un libro sobre sueño y longevidad, este tema último que está siendo tratado por varios doctores, que experimentan al respecto, estudian las anomalías de la vejez, el reloj biológico interno, principalmente en animales, y pretenden alterar ese reloj. Paralelamente, John envejece acelerada y anormalmente, sufre por ello, mientras Miriam lo apoya y consuela. El hambre y ansia de John lo llevan incluso a matar y consumir a su adolescente vecina del frente. La doctora Robinson se interesa por el caso de John, y por insistencia logra ingresar a la lóbrega, elegante y sofisticada residencia de los vampiros, donde en una atractiva secuencia es seducida por Miriam de una manera sutil, delicada pero a la vez intensa, como lo es este capitulo sexual lésbico. Sarah sufre mezcla de sangres y se ve afectada, su pareja va a verla a la mansión, y es eliminado por Miriam. Luego, en un inesperado giro, Miriam mata a la doctora para ofrecerla a John, pero ambas terminan muriendo. Tras unas secuencias que son un desfile de terror, ambas mujeres están muertas, en unos instantes que me parece un guiño a la bizarra pero hermosa estética del británico Greenaway.





Le película siempre está inmersa en una atmósfera oscura, densa, solemne, esta solemnidad remarcada por las hermosas melodías de violín y de piano, junto con extraños sonidos que terminan por crear ese ambiente dramático, fantástico y terrorífico. Ese background sirve para enmarcar el tema principal, la relación lésbica, esa atracción/tensión/paralelo entre ambas mujeres, su mutua pertenencia a ese mundo irreal y retorcido. Mencioné a este respecto el detalle del guiño a Peter Greenaway, pues si bien está potenciado al máximo, a mi parecer, en la secuencia final, lo apreciamos durante todo el filme, con ese horror fantástico, sicodélico, surreal, onírico con el que se nos narra la historia del morboso y sanguíneo romance vampírico. Es un ambiente infectado, decadente, enfermo, todas características que creo haber percibido en la notablemente realizada El Cocinero, El Ladrón, Su Mujer y Su Amante (1989), para los que han tenido la suerte de visionar este título del británico, espero aprecien mi comentario y comparación, no sé si la compartan, lo que sí sé es que podemos y debemos disfrutar de este thriller underground.



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