miércoles, 19 de octubre de 2011

La sombra de una duda (1943) – Alfred Hitchcock


El inolvidable maestro Hitchcock se encontraba por estos años en su etapa previa a sus grandes obras maestras, si bien ya contaba con ese inconfundible toque, esa inigualable forma de narrar y de engendrar el suspenso en sus filmes, de impregnarlo a situaciones que no parecen nada atípicas, pero es solo eso, una apariencia de normalidad. A casi dos décadas aún de mostrarnos todo su genial despliegue en sus obras magnas como North by Northwest (1959) y Psycho (1960), el buen Hitch ya realizaba estupendos ejercicios cinematográficos, y nos entrega en esta oportunidad una historia de mucha intriga, tensión, incertidumbre, y por supuesto, mucho suspenso, es una película del gran dómine de la materia, que desde los 40 ya descollaba, en una película que inevitablemente me hace rememorar esa tendencia, ese ideal aleccionador, moralista del cine de Hitch que tanto defendió y reivindicó el gran Claude Chabrol en los años en que al maestro del suspense no se le daba todo el reconocimiento del que hoy día, merecidamente, goza. Esta es la bizarra historia de una bella jovencita, aburrida de su monótona vida, que anhela un cambio en su rutina, y vaya que lo tiene, cuando su adorado tío va de visita, pero su inicial sueño se convertirá en la más horrible pesadilla cuando descubra que su tío es un terrible criminal, asesino en serie de viudas acaudaladas, y esta revelación tendrá fatales consecuencias.

      




La historia nos ubica en territorio yanqui, el señor Charles Spencer Oakley (Joseph Cotten), está aparentemente enfermo, en cama, su criada le informa que va a recibir la visita de unos insistentes sujetos, aparentemente amigos. Este personaje se escabulle de los buscadores, y decide ir a visitar a su hermana y su familia, al condado de Santa Rosa, donde apenas se enteran de su intención de visitarlos, lo esperan con ansiedad, sobre todo su sobrina Charlotte Newton, “Charlie” (Teresa Wright), aburrida de su rutinaria existencia, deseaba la visita del tío antes de que éste la anunciara. Ella es la más contenta con su llegada, la mayor de tres hermanos, la pequeña Ann (Edna May Wonacott), y el menor Roger (Charles Bates). Todo es felicidad para la familia, pero hay un extraño comportamiento en el tío Charlie, se altera al escuchar la palabra viuda, y oculta un periódico con una noticia misteriosa, y recibe el inusual anuncio que unos reporteros irán a entrevistar a la familia y fotografiar la casa. Después, realiza un significativo depósito en el banco donde trabaja el padre de su sobrina Charlie, Joseph (Henry Travers), mientras llega el día y la hora de la entrevista, a la que el tío Charlie evita a toda costa. Los entrometidos reporteros toman muchas fotografías, incluida una al escurridizo sujeto, que, alterado, exige que se le entregue el rollo, mientras los reporteros parecen ser algo más que eso, parecen estar investigando algo oculto. 








La joven Charlie sale con uno de los fotógrafos, se gustan, pero él se ve en la penosa obligación de confesarle la verdad, son detectives, policías que están buscando a un terrible criminal que anda suelto, y su tío Charlie es uno de los dos principales sospechosos. Ella, que adora a su tío, se indigna con la acusación, pero está inquieta, y logra confirmar que sí, es el criminal. Ella ya está distinta con él, lo confronta directamente, lo acusa, y él lo reconoce, acepta la culpabilidad, y pide ayuda a su sobrina para poder escapar. Se acerca el reconocimiento final de los detectives, y súbitamente, el otro principal sospechoso, perseguido por la policía, se ha suicidado. Ya sin ese peso, la joven Charlie y Jack, enamorados, se declaran, ella está feliz, pero por otro lado, ya nada es lo mismo con su tío, ella sabe que él es el asesino, ella ahora lo repudia, no soporta su presencia, ni que esté cerca de su familia. Extrañas cosas suceden en contra de la joven, que incluso casi muere. Después, en una reunión donde es el centro de atención, el tío Charlie anuncia que es hora de su partida, se retira en tren. Ya a bordo, está despidiéndose de su sobrina, y de pronto, intenta asesinarla, pues sabe demasiado, pero tras pelear, es finalmente él quien cae del tren, y muere arrollado por otro. La familia queda en duelo, solo Charlie y Jack saben la verdad.






Culmina así una muy recomendable cinta de suspenso, donde todo el tiempo seremos expuestos a una atmósfera de intriga, que al inicio será una sutil sospecha, que crecerá exponencialmente. Es una cinta suavizada por también sutiles detalles de comedia, como la hermana Ann, una niña muy agrandada, ávida lectora, por momentos impertinente, es una mujercita en cuerpo de niña, y el fastidioso hermano pequeño Roger, ambos ponen cierta dosis cómica en el filme, un detalle típicamente hitchcockiano. Pero poco a poco, esa incertidumbre, ese suspenso, irán densificándose, la sórdida sospecha va tomando cuerpo, y ese mundo de felicidad se va destruyendo, hasta despedazarse completamente. Se revienta la burbuja para lo joven Charlie, incluso bautizada así, Charlotte, en honor a su tío Charles, ella definía a ambos como almas gemelas, pero ve su mundo derrumbarse al conocer la verdad, que es un grotesco y desalmado asesino, asqueado y decepcionado del mundo, cuya única respuesta a eso, es el asesinato. En la secuencia final, vemos a los dos únicos testigos y sabedores de la verdad, solo ellos pueden darnos la lección final, de un sujeto atormentado, adorado por todos, pero que tiene un percepción retorcida del mundo, en algún lugar, en algún momento, él se decepcionó de todo, perdió toda esperanza, y ya no podía ser feliz en este mundo, el director nos da una moraleja final, justificando de alguna manera la muerte del asesino, un sujeto que ya no pertenecía al mundo normal, no podía regresar a él. 




Atractivo personaje el del tío Charles, un hombre que lo tenía todo, buen aspecto, dinero, clase, sofisticación y el amor y admiración de todos los que lo rodean, pero que tras esa armoniosa y envidiable apariencia, esconde oscuros secretos, una enferma psiquis, una desviación que lo vuelve un ser repudiable. Interesante es la atmósfera de creciente suspenso, esa capacidad prodigiosa y única para entretejer ese suspense, el maestro, desde sus inicios, genera su particular estilo de suspenso, sin recurrir a vulgares y aparatosas situaciones violentas. Pone en escena situaciones que parecen comunes y corrientes, incluso una música bastante cotidiana, tranquila y casi hospitalaria, circunstancias en las que el director es capaz de introducir una sórdida realidad, de ese mundo de tranquila normalidad, de aparente benignidad, Hitchcock crea su excelente suspenso, por lo que éste se vuelve doblemente atractivo, su intriga es más poderosa y llamativa. Otro aspecto bastante destacable es su estilo narrativo, materializado en un dominio estupendo de la cámara, la misma que se moviliza con sutileza seductora, se acerca, se aleja, se desliza delicada pero decididamente siguiendo a los protagonistas, a la acción, hasta se eleva o desciende lentamente en determinado momento, y tenemos el poderoso contrapicado de Charlie tío desde arriba de una escalera, desalmado, observando hacia abajo a Charlie sobrina, descorazonada, empequeñecida, es una libertad notable de la cámara, excelencia en la narrativa visual. Además se aprecia un llamativo recurso conectivo, una imagen singular que nos sirve de secuencia transitiva de un momento a otro, una imagen de una suerte de baile armónico de aristócratas, breve secuencia, que veremos en tres momentos del filme, los tres puntos de inflexión de un relato, la presentación, el nudo, y el desenlace, los tres vinculados estrechamente a ambos Charlie. Otro acierto es la elección del buen Joseph Cotten, actor harto utilizado por no pocos gigantes cineastas, desde Orson Welles al presente Hitch, un gran actor que todo conocedor de cine clásico sabrá reconocer y apreciar, y no podía ser de otro modo, el curtido y cumplidor actor interpreta excelentemente al escurridizo y sanguinario criminal, es Cotten del tipo de actores que realzan filmes con su presencia y con su clase. Buenas actuaciones, un director titánico tras la cámara, que derrocha maestría en todas sus etapas, configuran una cinta muy atractiva, que los fanáticos del gran Hitchcock podemos, y debemos, disfrutar en grande.







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Posicionamiento Web Perú