viernes, 11 de mayo de 2012

Luz que agoniza (1944) - George Cukor


El buen neoyorkino Cukor dirige esta atractiva cinta de intenso drama, intrigas, y cierta dosis de tortura sicológica, en la que contará además con intérpretes que mucho elevan el nivel de la cinta. Es la historia repleta de misterios de una mujer, sometida a tormentos desde la infancia, que tiene oscuro pasado a cuestas, y que llega a enamorarse de un individuo que también esconde muchas cosas, macabros incidentes. Se casan y se mudan a Inglaterra, a la misma casa donde una familiar de ella feneció, y donde, inesperadamente, el esposo intentará llevar a cabo un inverosímil deja vu, liquidando a su esposa para heredar las valiosas joyas familiares, mientras otro personaje salta a escena, para descubrir la verdad y salvar a la fémina. El reparto, de primer nivel, incluye a la mítica Ingrid Bergman como la mujer protagonista, cuya interpretación inclusive sería reconocida y premiada con el entonces muy valioso Premio de la Academia, además de Charles Boyer como el esposo homicida, y un siempre cumplidor y acertado Joseph Cotten, como el personaje que resulta vinculado a la dama, y que pondrá buena cuota de participación para desempañar la situación. La historia presenta correcto ritmo narrativo, buenas actuaciones, además de un interesante uso tanto de la música como de la narrativa visual, elementos que Cukor sabe emplear en la proporción necesaria para crear un filme muy decente y rescatable.

     


Iníciase la cinta con Paula Alquist (Bergman), joven, a quien se le dice que debe olvidar su pasado, que deje todo atrás, ella irá a Italia a estudiar música. Ya allá, sus estudios no marchan bien, si bien tiene buena voz, ella es duramente criticada por su maestro de música, que le dice que no pone esfuerzo, ella afirma estar enamorada, y su maestro, sabedor de su difícil pasado, le dice que deje todo y siga a su felicidad. Pronto se junta con Gregory Anton (Boyer), personaje con quien recién se conoce, e, insegura, primero opta por aparatarse y pensar su relación.Ya de vuelto con Gregory, éste le comunica su idea de mudarse a Londres a vivir juntos, y ella, por complacerlo, accede, vivirán allá, en la casa que fue suya, pese a sus malas vivencias en ese lugar. Llegan a la oscura residencia, donde resulta que la vieja chismosa, la señora Thwaites (Dame May Whitty), es vecina; la casa es oscura, tenebrosa, y está intacta, tal como ella la recuerda, y narra la traumática muerte de su tía, estrangulada, mientras revisa la casa, pinturas, muebles, etc., y el enorme cuadro de su tía, virtuosa música que deleitaba San Petersburgo.





Pasa el tiempo, con su ama de llaves Elizabeth (Barbara Everest), además de su irreverente doncella Nancy (Angela Lansbury), la pareja lleva ya tres meses de casados. En una ocasión, Brian Cameron (Cotten), se queda anonadado al ver a Paula. Gregory obsequia a Paula un broche, de su madre, dícele que lo cuide, pero ella lo pierde. Cameron, por su parte, se acerca hasta la casa de los esposos, la vecina Thwaites le informa de lo discretos y reservados que son los dueños, acto seguido, va con la policía, habla sobre un extraño asesinato pasado y archivado, no resuelto, y que involucraba valiosas joyas. Poco después, por insistencia de ella, van a un elegante banquete-ópera, del que se retiran prontamente al tener ella ataque de nervios; Cameron la ve de nuevo. Gregory ya atormenta a su mujer, por sus olvidos, por sus despistes, por la bizarra muerte de su tía, la deja sola y encerrada, ella va enloqueciendo, él deambula misteriosamente por la casa. Pero Cameron llega, ha descubierto la verdad, Gregory asesinó a la tía de Paula, y quiere liquidarla también, por las joyas. Desenmascarado, es entregado Gregory, mientras un nuevo romance, de Cameron y Paula nace.





La cinta guarda mucho suspenso, desde sus inicios, con la escena con la que somos internados en todo el entramado de la oscura historia, es la casi ceremonial secuencia en que entran los protagonistas a la casa, la puerta es abierta lentamente e ingresamos, es una casa abandonada, completamente oscura, llena de telarañas y cosas viejas, tétrica, lúgubre, todo invadido por la oscuridad, una tenebrosa representación en la que la propia Paula, otrora residente allí, afirma que huele a muerte, todo está intacto. Esta severa umbría no abandonará la cinta en muchos de sus pasajes, y en repetidas ocasiones será un escenario oscuro en el que se desenvuelvan los personajes, una oscuridad que engendra y genera maldad, incertidumbre, y que se va potenciando con el inteligente uso de la música, que dota de mayor densidad y suspenso a la cinta en los momentos precisos, todo un ambiente mórbido. Este suspenso es potenciado, además de por la música y los efectos visuales que se generan con esa poderosa y omnipresente lobreguez, por los efectos de las luces que se intensifican y reducen, las linternas de gas, la luz que se extingue, un símbolo de la maldad que se cierne, una suerte de presencia que se va apoderando de todo, que atormenta a Paula, todo esto contribuye con ese suspenso perenne que se disemina por todo el metraje del filme, es una constante insinuación de que algo está mal, o de que algo malo está por suceder, se sienten los bizarros personajes y sus acciones.





El tormento psicológico al que se somete a Paula es también otro hilo narrativo, la forma en que ella, una mujer desde siempre atormentada, va degradándose, es de notar. Primero como la feliz recién casada, llegando a su casa, nada nueva en realidad, con nuevo esposo, a iniciar nueva vida, poco a poco irá siendo presa de humillaciones, morales y sicológicas, su propia criada tiene desafiante actitud hacia ella, además de un esposo que la va atormentando hasta niveles impensados, todo en pro de materializar su macabro deseo de riqueza. Es Paula un personaje singular, de mucha fragilidad, especialmente mental, su memoria es muy falible, es la presa ideal, se la hace creer con facilidad que está loca, y ciertamente comienza a caer en la locura, ciertamente habría caído victima de sus agresores, de no ser por Cameron, que irrumpe, a desenmarañar todo, a salvar a Paula, a completar el circuito del filme. Las figuras creadas para esto, las luces que arden más o menos, el fuego, ayudan a incrementar el impacto de la historia, que además tiene su cuota de humor en le figura de la chismosa vecina, chismosa a más no poder. La cinta tiene un correcto ritmo, en le que se guarda el enigma principal hasta el final, con lo que se consigue mantener la atención del espectador durante todo su metraje. Considerada por algunos una obra maestra, la película es definitivamente buena y apreciable, imposible dejar de mencionar a la hermosa Ingrid Bergman, muy justamente oscarizada por esta actuación, como la terriblemente atormentada y sufrida mujer, siempre al borde de la demencia, su actuación, si bien no la mejor que se ha apreciado de ella, es notable, y mucho, con su amplitud de registros para un personaje tan atormentado. Tiene a su lado al correcto Charles Boyer, que está excelente en el papel del esposo, maquiavélico, tétrico, también parte importante del terror de la casa y de la situación a la que Paula es expuesta, aporta a su vez distinción y elegancia. Y claro, Joseph Cotten, un actor de primer nivel que ya Hitchcock supiera usar en repetidas ocasiones, si bien su papel es secundario, aporta Cotten toda la experiencia y solvencia de un actor conocido por ser un sólido apoyo secundario, y un sobresaliente actor primario en su momento también, siempre apreciable el aporte de este muy buen intérprete yanqui. Correcta cinta, de un muy notable director, una cinta que merece la pena ser vista, y con atención.




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