Byron Haskin dirige este inolvidable e inmortal
ejercicio de ciencia ficción, en la década en que el mencionado género estaba
en boga y era uno de los punta de lanza del ámbito cinematográfico. Ineludible
ciertamente resulta no recordar el tema de la historia de la trasmisión radial
del director de Ciudadano Kane, pero
un tema tan conocido se comentará posteriormente. Es esta la historia de un
inverosímil, pero obsesivo tópico para los adeptos al género, el enfrentamiento
interplanetario que se desata cuando la Tierra sea invadida por misteriosas
criaturas extraterrestres, poseedores de una tecnología que no tiene
comparación con la nuestra, y que someten sin mayor dificultad a las fuerzas
militares, mientras un científico lucha por entender más de los violentos
visitantes. Finalmente no serían las armas humanas ni su tecnología la que les
salvaría el pellejo, sino un impensado aliado. Uno de los grandes clásicos del
género, abanderados de la ciencia ficción, es una historia que generaría e
inspiraría muchos posteriores ejercicios, algún desafortunado remake inclusive,
lamentablemente cada vez, cada uno de menor valor y significancia. Dentro de su
género, resulta una cinta imperdible, ciertamente es un clásico de la ciencia
ficción, con unos efectos espaciales aceptables dentro de la época, y con una
trama que resultaba delirante para entonces, la cinta que causó una pequeña revolución,
tanto por su contenido, como por las pintorescas anécdotas que enriquecen su
existencia.
El inicio de la cinta retrata y recuerda a modo de
compendio algunos de los más saltantes eventos de enfrentamientos bélicos
humanos, las guerras mundiales. La Tierra está siendo vigilada por entes
extraterrestres, marcianos, ellos vigilan diversos mundos, y con ojos
envidiosos observaban el nuestro. Ya con los terrícolas, en California, una
suerte de meteorito se aproxima, cae generando mucha curiosidad e inquietud. Produce un enorme cráter, los científicos se acercan, entre los
que está Clayton Forrester (Gene Barry), un
prestigioso profesor investigador, que conoce a Sylvia Van Buren (Ann Robinson), atractiva lugareña, y a su
tío sacerdote, y se hospeda con ellos. Poco después, del artefacto espacial
salen unos misteriosos tentáculos, que liquidan a tres lugareños que vigilaban
el lugar, un rayo los vuelve polvo. El pueblo se encontraba en una festividad
cuando esto sucede y la luz, teléfono, incluso relojes, todo se detiene.
La prensa y el ejército se apersonan, mientras los seres siguen atacando
con sus rayos, y muchos meteoritos más siguen cayendo por el mundo; se prepara
un contraataque militar, siempre con Forrester y Sylvia presentes. Pero el
ataque es en vano, con campos de fuerza, los extraterrestres resisten y
eliminan toda la resistencia del ejército humano.
Severa destrucción se causa, el profesor Forrester y
Sylvia escapan, se refugian en una casa abandonada, desde la que observan las
naves invasoras, sus cámaras, y hasta ven a uno de los alienígenas. Diversos países van cayendo ante los ataques de los invencibles
invasores, a quienes ni con los jets de la fuerza aérea se puede derrotar. Se
opta por un ataque mayor, atacar con la bomba atómica. Forrester logra volver
con los demás, trae información e incluso sangre marciana de sus observaciones. La bomba atómica es lanzada, infructuosamente, los campos de fuerza alienígena
son impenetrables. Se estima que los marcianos tardarían seis días en
exterminar toda la tierra, los científicos se ponen a trabajar. Todos se
refugian, el pánico y la anarquía reinan en las calles, la desesperación impera
y se producen saqueos. El ataque marciano no se detiene, esparcen
destrucción, y entre todo, Sylvia se ha extraviado, Forrester la busca, que se
refugia en una iglesia, con otros sobrevivientes. De pronto, mientras siguen
atacando, repentinamente una de sus naves pierde el control y se estrella, y de
su interior, sale un marciano, feneciendo. Es producto de las bacterias, a las
que no son inmunes los invasores, las bacterias liquidan a los marcianos
finalmente.
La cinta resulta muy atractiva, retratando un tema que se
volvería obsesión, un tema tópico dentro de la ciencia ficción, tema soñado,
tema fantástico: el enfrentamiento interplanetario es el eje central, es una
apasionante novedad, en la época en que la ficción lo era todo, fluye uno de
los ejercicios corazón del género, un gran clásico. Es el terror de enfrentarse
a lo desconocido, algo ajeno a lo humano, ajeno totalmente a nuestra
naturaleza, superiores a lo nuestro, una tecnología indefectiblemente más avanzada,
el tema fetiche de la invasión extraterrestre tiene su origen en este filme, la
fantasía abominable, mostrada en la obra primigenia, la adaptación de la novela
de H.G. Wells, donde las armas humanas son
inútiles, impotentes a los ataques, es el apocalíptico fin de la civilización
humana. Para los entendidos del tema, imposible pues resulta no relacionar la
cinta con el célebre evento que empezó a hacer conocido a uno de los nombres
mayúsculos de la historia del cine, el famoso escándalo radial de Orson Welles,
que aterró a muchos yanquis con sus transmisiones, haciendo creer que era una
verídica invasión alienígena; sin embargo la cinta resiste y se vuelve
perdurable no por ese mero hecho, que termina siendo accesorio y dotando de
mayor background anecdótico a la cinta. La voz en off, si bien no muy
frecuente, va documentando lo que sucede, en la cinta que se vuelve el
compendio de futuras obras alegóricas al tema, conteniendo la guerra atómica,
desde Independence Day (1996) de Roland Emmerich,
hasta un deslucidísimo remake. Tras la ardua batalla, finalmente son las
insignificantes bacterias las que salvan a la raza humana, son ellas quienes
nos libran de la inevitable aniquilación. Cinta que perdurará, es un emblema
ineludible de la ciencia ficción, muy a tomar en cuenta.
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