El gran realizador yanqui Howard
Hawks dirige esta comedia, un pequeño clásico de la extinta RKO que tiene como
principal aliciente para su visionado la inclusión en su reparto de la leyenda
femenina norteamericana, la mítica Katharine Hepburn, escoltada por el galán de
moda entonces, el buen Cary Grant. Para muchos podrá caer por momentos algo
pesada, es la historia de una acomodada damisela, que se encapricha tozudamente
por conquistar al zoólogo Cary Grant, a quien conoce casualmente, pero quedará tan
embelesada con este individuo que será capaz de ejecutar impensadas tácticas
para lograr su cometido de casarse con el científico, poniendo patas arriba a
la ciudad de Nueva York y a Connecticut, mientras se pasea con su más que
singular mascota, un leopardo bebé. La entrañable pareja cumple con sus
interpretaciones, ambos en el momento de mayor efervescencia y apogeo de sus
carreras, si bien lo mejor estaba aún por llegar para la Hepburn, que se luce
plena de juventud y belleza como la disparatada fémina enloquecida de amor.
Aprietos, correrías, tretas, gritos, la cinta cumple con entretener y algún momento
de divertida comedia se aprecia, y si
bien peca por momentos de extrema pesadez, no deja de ser una de las cintas más
recordadas de sus protagonistas, consolidando a ambas estrellas en el firmamento
hollywoodense.
Inicia la cinta con David
(Grant), zoólogo que labora en un museo
en Nueva York, arreglando y armando esqueletos, mientras prepara su inminente
boda. Hablando con su novia y colega, dialogan de una importante reunión con un
acomodado abogado, el señor Peabody, quien es potencial donador de fondos para su
museo. Lo conoce y aborda, juegan al golf, y en el campo, conoce
accidentalmente a Susan (Hepburn), una alborotada mujer que le arruina el auto,
hasta inverosímilmente se lo lleva. Frustrado ese intento, asiste David a una
elegante cena, donde está Peabody (George Irving), pero en la
cena, aparece nuevamente Susan, quien genera confusiones por un bolso,
hasta rompe el traje de David y el propio, pero resulta que ella conoce al
rico personaje. Llegado el día de la boda, Susan lo atrae a su casa pues le dice
que tiene un leopardo mascota con el que no sabe qué hacer, y David va a ayudarla
a llevarlo a un zoológico en Connecticut. Llegan al lugar designado, a una residencia campestre de ella, donde lo
retiene por todos los medios posibles, roban incluso un auto a un alguacil, siempre todo es un loquerío.
Ya en la casa de ella, conoce a sus extravagantes y distinguidos parientes,
entre ellos la madre de Susan, cuya hija afirma que se casará con David.
De pronto, un importante hueso
fosilizado que tenía David, es tomado por el ruidoso can de la casa, Susan y David lo
buscan desesperadamente, cavando por todo el jardín. Asimismo, llega un singular
invitado, un cazador, ocupación que tiene David también, pues su
identidad ha sido ocultada a los anfitriones. Siguen las correrías, los invitados
no entienden qué pasa, y es entonces que el leopardo escapa, se desata titánica
labor para atraparlo, Susan lo defiende siempre, aunque cazadores del zoológico
tienen otros planes. La dispar pareja sigue buscando, tanto al leopardo como al cánido
fugitivo; finalmente el
leopardo es atrapado, pero la impertinente Susan lo libera, desconfiada de los cazadores.
Debido a los constantes desórdenes, ambos son arrestados y son recluidos en una
celda; pero logra imponerse la asertiva Susan,
y con un ardid, es liberada. El felino finalmente es recapturado, llevado al zoológico,
la aventura con David ha terminado, que regresa a su museo, con sus esqueletos.
Pero ya arruinada su boda, ahora el romance es con Susan, que al fin ve
materializado su deseo, está con el zoólogo.
La mítica RKO, más conocida por
sus memorables ejercicios de cine negro, y cintas afines, nos presenta en esta oportunidad
una comedia extremadamente yanqui, fresco y divertido humor, ligero humor que
alcanza algunos momentos de verdadera gran hilaridad. Disparatada la historia,
repleta de correrías, de engaños, gritos, regaños, caídas, torpezas, estas
disparatadas situaciones por momentos llegan a ser tan recurrentes que retratan
la severa frivolidad de una jovencita caprichosa a más no poder, una frivolidad
solamente superada por su tenacidad. Y es por esos caprichos que la cinta puede
llegar a resultar en algunos pasajes, como algo pesada y pecando de extremo
engreimiento, pero claro, todo queda eclipsado para ver a la pareja protagonista,
la mítica Hepburn y el gran Cary Grant, dos estrellas de lujo juntas dirigidas
por el notable Howard Hawks. Ciertamente
las estrellas son lo más salvable, ver a una joven y radiante Katharine Hepburn,
con su intenso y fogoso rostro actuando, pero eso sí, dejando muy en claro que
se trataba de una comedia, divertida, pero a leguas de distancia de los mejores
trabajos de la legendaria actriz; la cuatro veces ganadora del Premio de la
Academia definitivamente muestra sus dotes en filmes de mayor seriedad, esto
sería una suerte de cinta comercial para incrementar su fama y popularidad entre
el gran público. Se materializa así la memorable figura de la adorable
revoltosa, como es el título en ciertas zonas latinas, paseando por las calles yanquis con su mascota,
el leopardo, la singular mascota a la altura de su disparatada ama. Y en el
otro lado, Cary Grant, galán ya consolidado y prestigiado entonces, el
sacrificado que aguanta estoicamente los caprichos de una adinerada jovencita y
sus desfachatados y desesperados intentos por atraparlo; Grant cumple en su papel
dentro de la pareja estelar, en un papel que ciertamente no exigía demasiado. Los más serios
quizás encuentren la cinta incluso insufrible, tenemos una de las versiones más antipáticas
de la Hepburn, pero jamás deja de ser un filme memorable, con grandes estrellas,
un inmortal director, y sus alborotadas situaciones, que incluyen a un diminuto
can luchando contra un leopardo.
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