viernes, 16 de marzo de 2012

Atrapado sin salida (1975) - Milos Forman

El checo Milos Forman, director que vivió en carne propia los horrores del flagelo nazi, materializa en esta película una entrañable y memorable historia, inolvidable cuadro sobre la demencia, la amistad, la cordura, y sobre todo, la búsqueda de la libertad. Un personaje se está haciendo pasar por loco, para evitar una condena en prisión, lo que lo hace llegar hasta una institución mental, donde estará rodeado por una variopinta colección de casos mentales, unos más severos que otros, y con los que irá creando lazos amicales, cada vez más fuertes, modificando sus estilos de vida de una manera jamás antes pensada. Pero encontrará un férreo enemigo, en la figura de la autoridad que representa la enfermera de la institución, que le pondrá tantas dificultades como sea posible para realizar actividades ajenas a su inamovible horario, terminando en inesperadas consecuencias ese choque. La cinta ha pasado a convertirse en uno de los trabajos más sólidos de uno de los actores referencias de una generación, a la altura de los más grandes, el legendario Jack Nicholson, que realiza una inolvidable caracterización del demente imaginario, que le valdría el primero de sus hasta ahora tres premios de la Academia, por entonces aún valiosos, sin embargo un actor de esta categoría está en el nivel de haber podido tranquilamente ganar otros galardones más. Para acompañar a este titán actoral, tenemos a un correcto elenco, un por entonces joven Danny DeVito, además de Christopher Lloyd, entre otros, que conforman el universo de los integrantes del grupo de orates. Muy serio trabajo, muy atractivo filme, privilegiado entre la filmografía de Nicholson.


     



Un inicio con imágenes paisajísticas y naturales nos introducen después a una doctora, que llega a un manicomio. Llega poco después al lugar también R.P. McMurphy (Nicholson), va observando a algunos de los internos. Es entrevistado después por el doctor, que le informa que ha sido enviado ahí para evaluar su salud mental, determinar si está loco o no, pues se piensa que miente para evitar una condena a prisión. Poco después, ya con los demás, participa en una sesión grupal, presidida por la inicial mujer, la enfermera Itsu (Lan Fendors), donde destacan algunos internos, como Harding (William Redfield), un culto personaje con serias inclinaciones existencialistas, además de Billy Bibbit, (Brad Dourif), y el Jefe Bromden (Will Sampson), un descomunal indio de gran estatura, que es sordomudo. Juegan básquet, juegan póker, además de tomar las medicinas, McMurphy se va familiarizando con el lugar. Por esos días se juegan las series mundiales de béisbol, que McMurphy quiere ver a toda costa, pero no puede, es imposible por los horarios, Itsu no cede. Otro día, vuelve a insistir con el juego, incluso se llama a votación de todos, pero por escaso margen, y por intransigencias de Itsu, vuelve a fracasar, por lo que McMurphy recrea el juego con los demás internos. Su conducta no pasa desapercibida, el doctor del lugar le dice que piensa que está fingiendo su demencia. Poco después, se trepa McMurphy en el enorme Jefe, sale del lugar, y roba un bus, en el que transporta a todos hasta un puerto, van a pescar, y lleva también a una mujerzuela amiga suya.




Obviamente, son capturados, llevados de regreso, por influencia directa de la enfermera Itsu, McMurphy regresa a la institución, pues considera que pueden ayudarlo. Vuelven a jugar básquet, después, durante otra sesión grupal, se entera que la gran mayoría de internos, Martini (DeVito), Taber (Lloyd), y Cheswick (Sydney Lassick), la gran mayoría, están ahí voluntariamente. Luego, Cheswick, con severos problemas de seguridad y autoestima, protagoniza una gran pelea por sus cigarrillos, McMurphy se involucra, igual que el Jefe Bromden, golpeando a los guardias. En el área de castigo, el Jefe le habla al falso orate, siempre oyó y habló, les ha tomado el pelo a todos. McMurphy es sometido entonces a electroshocks por su conducta, pero vuelve con los demás. Poco después, éste se las ingenia para burlar al vigilante, e introducir mujerzuelas al lugar, toma el control, se arma una gran fiesta, y también prepara todo para fugarse. Entonces McMurphy habla con una de sus amigas, para que desvirgue al inexperto Billy, y así se hace. A la mañana siguiente, vuelve Itsu, encuentra el orgiástico vestigio de la fiesta, y encuentra a Billy con la chica, siendo recluido inmediatamente. Poco después, Billy se suicida, despierta esto furia en McMurphy, que ahorca a Itsu con ferocidad, no la mata por intervención de los guardias. Poco después, el Jefe Bromden despierta en aislamiento, con McMurphy, al que despierta, le afirma es hora de escapar, pero descubre con dolor que le han hecho una lobotomía, es casi un animal viviente, y el Jefe lo libera, lo mata ahogándolo, para después escapar del lugar.




Conmovedora cinta, de mucha llegada, atrapante, cautivante, real, nos muestra el mundo de una institución, un manicomio, al que llega un singular personaje, un orate falso, un demente imaginario, un loco que finge su locura, que va a cambiar para siempre el universo de todos los allí internados, y también de las autoridades que allí controlan todo. La cinta un hermoso canto a la libertad, una profunda reflexión sobra la cordura, los límites entre ésta y la demencia, y la ética a la hora de privar a los dementes, que, por su condición, son privados de lo más importante de todo, la libertad. Resulta curioso que ciertamente, la gran mayoría estaba ahí por propia voluntad, unos con serios problemas, neuróticos, inseguros, pero muchos, estaban allí por propia decisión, experimentarán una liberación, por supuesto a cargo del personaje más rebelde, pero no el único cuerdo, McMurphy, que les vuelve a abrir las puertas del mundo, que les enseña lo que es vivir otra vez. Las secuencias cumbre de ese redescubrimiento son sensiblemente notables y memorables, empezando por la representación del béisbol, Nicholson transgrede la delgada línea entre realidad y fantasía, amalgama ambas, recrea con unos orates la realidad del béisbol, juega con la demencia, transporta a todos a otro mundo, en la que rompe y derrota, aunque sea momentáneamente, a la despreciable autoridad, la enfermera Itsu. Por supuesto, ella será lo más cercano a un enemigo, férrea autoridad, apegada a sus rígidos horarios, la villana será causante de los más lamentables sucesos, la que siempre devuelve a los internos a la realidad, al aburrimiento, a la muerte lenta, y en un particular caso, el de Billy, a una prematura muerte. La secuencia del juego de básquet es también agradable, haciendo que otro enfermo imaginario, el falso sordomudo, el gigante indio juegue al básquet, y sonría, aproveche su gran estatura para caminar tranquilamente por el campo, y casi sin saltar, enceste; el grupo cobra vida, se divierte.





Una de las más memorables secuencias, claro, viene a ser el escape grupal del instituto, insólita travesía, inverosímil situación, que se inicia con una parsimoniosa huida de McMurphy, trepándose tranquilamente en los hombros del Jefe Bromden, para conducir posteriormente a todos en bus a un puerto, a pescar. Y él, el héroe, con toda su elocuencia, es capaz de conseguir una lancha para él y un grupo de enfermos mentales, unos dementes andan sueltos. McMurphy no se detiene, y en su estadía arma una serie de situaciones complemente nuevas para los internos, destacando también, por supuesto, su acción final, generando una fiesta dentro del lugar, liberación y celebración, anárquica algazara y alegría, ingresa mujerzuelas en el instituto, juega con las luces cual discoteca, se vuelve al amo absoluto de la locación, y le muestra a Billy el camino de los placeres carnales. Pero esta liberación tiene trágicas consecuencias, pues Billy, un joven  que apenas empezaba a probar esas bondades, termina siendo recluido nuevamente, no soportando la angustias, y quitándose la vida, y para McMuprhy, esa liberación terminaría deviniendo en su propia perdición. A ese respecto, se presenta una suerte de paradoja, pues él, el único cuerdo dentro del lugar, finalmente es privado por la propia ciencia de la razón, sometido a una lobotomía, le quitaron la esencia de lo humano, le quitaron su vida, siendo esto descubierto por su mejor amigo del lugar, el Jefe Bromden, que entiende lo que le han hecho, y enciende la única salida, su única escapatoria, la muerte. Él, el líder del grupo, fue perseguido e intolerado, representaba la fuente de toda la libertad, la fuente de la libertad de los reclusos, y fue extirpado de raíz; una sociedad temerosa del distinto, representada en el manicomio, temerosa del personaje que llama a la libertad y a lo diferente, que libera los instintos, termina por desaparecerlo completamente.


                                                                       





Nicholson es por supuesto el bastión de todo, el cimiento de la acción, de la historia, de la cinta, su actuación es inolvidable, justísimamente reconocido con el premio de la Academia, el mejor actor ya tenía su premio, mostrándose desde el comienzo de su encarnación, excéntrico, desenfrenado, vigoroso, demente, con un look de orate, despeinado, descuidado, desaliñado, conserva siempre esa apariencia de dejadez. Libera el soberbio actor todo su repertorio, sus innumerables modulaciones, gesticulaciones y registros, su siempre arqueada ceja, su personaje exige demencia y desenfreno, y él lo consigue con un grado de intensidad notable, dictando cátedra, y dejando una de sus mejores interpretaciones. El demente imaginario encuentra refugio y amistad más que en ninguna otra parte en el descomunal indio, el Jefe Bromden, que se convierte en su camarada, su mejor amigo, el único a quien el Jefe le habla, la única persona de todo el universo de la cinta al que le descubre la verdad, que siempre oyó y habló, les tomaba el pelo a todos, McMurphy se vuelve su único confidente, la única persona a quien se abre, hablando incluso de su padre, son dos personas perfectamente lúcidas, cuerdas, jugando a la locura en un nido de demencia y enajenación. Siendo el centro de todo, los demás actores son complementos, un correcto Danny DeVito, Sydney Lassick, Christopher Lloyd, además de una anecdótica participación de una no acreditada Anjelica Huston, y por supuesto imposible dejar de mencionar a Lan Fendors. La encarnación de la autoridad, la villana, la culpable de todas las finales desgracias, ella desde su pragmático punto de vista científico, simplemente aplicaba las medidas que consideraba necesarias para un grupo de deficientes mentales, medidas que terminan en muerte y destrucción. Todos configuran esta historia, esta tierna pero vigorosa oda a la libertad, que a más de uno podrá parecer en algunos pasajes una lacrimosa cinta, con unas secuencias finales inesperadas, sorpresivas, que le dan mayor fuerza y contundencia a ese impensado desenlace, tras atacar McMurphy con ferocidad a la enfermera. Imperdible película, una de las mejores interpretaciones de uno de los mejores actores yanquis que se haya visto, una leyenda viviente, que tranquilamente puede, y considero que conquistará un cuarto Oscar. Punto de conexión entre dos edades del cine hollywoodense, a la distinguida y elegante edad antigua, y la superficial y burda edad contemporánea, la actualidad, Nicholson desfila entre ambos mundos, y es necesario, es menester, apreciar sus interpretaciones, teniendo en este filme una de las más brillantes. Excelente trabajo tanto del correcto director Forman, como del actor.








 

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