Lina Wertmüller, la mujer que para siempre tendrá la etiqueta de haber sido la primera directora en haber sido nominada a los Premios de la Academia para Mejor Director (Directora, en este particular y singular caso), dirige en esta ocasión un drama que ciertamente no ofrece el atractivo de otras obras suyas, pero que sin embargo, continúa moviéndose dentro de ciertas temáticas y directrices ya conocidas en su cine. La cinta que nos ocupa ahora narra la historia de un reportero en Venecia, en una época en la que el efervescente esparcimiento del sida está sembrando pánico en tierras italianas, y él, en su afán por investigar a mayor profundidad el efecto de esta terrible enfermedad en su sociedad contemporánea, fingirá estar infectado, para así obtener resultados e impresiones de primera mano, sin embargo esta jugarreta le pasará una mala pasada. La cinta, como ya se dijo, no es para nada lo mejor de esta directora, sin embargo, la realizadora, como en otras ocasiones, tiene el acierto de seleccionar correctos actores que dan cierto realce al filme, entre los que se encuentran Peter O'Toole, aunque en un papel secundario, Faye Dunaway, Rutger Hauer como el reportero, pero, más llamativamente que los citados, es ver en un papel importante, a la amante del reportero, a Nastassja Kinski, que, como su ilustre e inconfundible apellido permite inferir, es hija del inmortal y estupendo Klaus Kinski, motivo que hace necesariamente sentir la tentación de ver la cinta. Como detalle anecdótico, queda ver al sobrino de la directora en acción, Massimo Wertmüller, en un papel relativamente central.
La misma inicia en Venecia, con unos jóvenes amantes, que están en pleno coito, tras lo cual, inesperadamente, él liquida a ambos con un arma, hay una terrible ola de sida, y esto genera horror, tanto por la enfermedad como por la desconocimiento de la misma. En este contexto aparece John Knott (Hauer), un reportero que está fingiendo tener sida, y lo comunica sin mayor problema en un restaurante, al igual que con una mujer con la que estaba flirteando, y las reacciones son de rechazo y temor. Poco después se encuentra con Joëlle (Kinski), una mujer con la que ha tenido una aventura en el pasado, con la que se reencuentra, y ahora ella le informa que ha tenido un hijo de él. El periodista está haciendo una investigación sobre el sida, y constata lo horrorizada que está la población, y para ello continúa fingiendo estar infectado, mientras se reúne con su mujer e hijo. En uno de sus avatares y timos, conoce a Max (Massimo Wertmüller), también infectado, con el que nace cierta amistad, documenta su investigación, busca trabajo, y hasta es aceptado en un sindicato. De pronto, se hace un test, una prueba sobre el sida, recibiendo la noticia de que, efectivamente, está infectado, quedándose lelo, planeando casarse con Joëlle, esta noticia cambia todo lo planeado, lo deja muy indeciso de qué hacer, temeroso por los suyos, contagio, humillación.
Pretende que Joëlle y su hijo se hagan una prueba también, de regreso a casa, usa guantes, y evita cualquier contacto con Joëlle, lo cual por supuesto, causa extrañeza. Después, simplemente desparece, sin dar explicaciones, toma sus cosas y se va, recibiendo después resultados de exámenes de su mujer e hijo, ambos están limpios, mientras él continúa en su auto exilio. John está sumamente reacio a tener contacto con su familia, por lo que pretende contactarla a través de Max. Este personaje intenta hacerse cargo de la mujer e hijo del periodista, pero es rechazado por ella, mientras John busca fondos para seguir investigando, se relaciona con otros infectados, y llega al extremo de enredarse con una mujer, infectada también (Dunaway), encontrando en ello refugio y cierto alivio. Sin embargo esta mujer está casada, y Max es quien finalmente delata el adulterio, dándose una frenética pelea entre el esposo y el periodista. Posteriormente, se va informado por un científico, de los riesgos y medidas que alguien de su condición debe tener en cuenta. Su actitud preocupa y asusta mucho a Joëlle, que termina enterándose de su condición a través de la infectada adúltera, y va a verlo. En la conversación final, ella, ya sabedora de todo, pero aún completamente enamorada de John, desea seguir con él, pese a su enfermedad, y terminan juntos, con el incierto futuro que les aguarda.
Moderadamente interesante ejercicio el que presenta la directora, adentrándose en el sórdido mundo subterráneo del sida, y explorando, específicamente en su tierra, Italia, el terror y la ignorancia que hay alrededor de la enfermedad, evidenciado en todas las reacciones que obtiene el periodista cada vez que anuncia con soltura su condición de infectado de la terrible infección. Como señalé inicialmente, si bien no es su trabajo más brillante, aún mantiene cierta directriz suya, tratando temas bizarros en su tierra natal, unas veces muerte, venganza, yonquis y drogas, y en este caso, el tema del sida. En esta oportunidad, el tema está documentado y presentado de manera mucho más inocua que en otras oportunidades, el tema tabú sigue ahí, como es característico en ella, la bizarra controversia sigue estando ahí, pero ahora su tratamiento del mismo es mucho más mesurado y tibio que en otras oportunidades, teniendo de trasfondo, como siempre, a su Italia, sus usos y costumbres, los que nos expone, es el mundo del periodista que jugó con fuego, jugó a tener sida, y se dio con la sorpresa de estar efectivamente infectado. Nuevamente las patéticas figuras, un fuerte drama, y el ambiente underground en el que los personajes deben moverse, ya sea por gusto propio o por obligación, pero ahora vemos una versión más light del cine de la directora, un poco más sofisticado, más inocuo. Veremos a Peter O’Toole como otro reportero afamado que se involucra en la historia, a la bella Faye Dunaway, y claro, mucho de la atención queda en ver a Nastassja Kinski, que cumple, y nada más, así se desempeña la hija del legendario Klaus Kinski, que a todo el mundo deslumbró en sendas colaboraciones con otro titán germano, Werner Herzog. En resumen, una cinta interesante, aunque con mesura.
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