Dirige el gran alemán Wim Wnders
este bastante interesante ejercicio en el que retrata parte importante de la
historia de la formación de su arte, el arte cinematográfico, y cómo fue
tomando forma en su natal Alemania, en los finiseculares años de la década de
1890. Plasma Wenders la historia de sus paisanos, los famosos hermanos
Skladanowsky, Max y Emil, que en los albores del cine, lograron desarrollar su
mayor invento, el bioscopio, instrumento que resultaría revolucionario para la formación
del naciente séptimo arte, pero que sería desplazado en importancia por los
míticos hermanos Lumière, evento en el filme también tocado. Será la cinta el
recorrido por aquellos añejos días, todo visionado a través del enfoque de la
sobrina de ambos inventores, que directa injerencia tuvo en el desarrollo del
aparato. Filme de poderosa vena documental que tiene buena parte de su intenso
atractivo en la forma en que se documentan las fuentes de información, con la
sobrina ya anciana y hablando a la cámara, además de novedosas y bien
ejecutadas técnicas de fotografía y narrativa que vuelven al filme interesante
y atractiva experiencia, a parte de su función principal de documentar el hecho
histórico. Tiene en su reparto el buen Wenders al referencial actor danés, Udo
Kier, además de Otto Kuhnle, ambos como los hermanos inventores, y Christoph Merg
como el tercer hermano, padre de la inicialmente infante narradora.
En la zona alemana de Pankow,
cerca a Berlin, el cine se siente ya nacer, una infante niña retrata sus
recuerdos, es sobrina de los famosos Max (Kier) y Eugen Skladanowsky (Merg), a
quien ella adora. La niña es Lucie Hürtgen Skladanowsky, observa a sus tíos
trabajando, desarrollando un novedoso aparato, trabajando con la linterna
mágica, actividad a la que se dedican los hermanos. Su padre, Emil (Kuhnle),
también trabaja en el desarrollo de la nueva máquina, y su querido tío Eugen
debe partir a causa de sus negocios. La entristecida sobrina no se resigna a la
ausencia de su tío, y colabora ella también con su padre y Max para desarrollar
el bioscopio, intenso trabajo que realizan cuidando celosamente sus avances de
espías vecinos, siempre al acecho. Así, van puliendo detalles, solucionan un
problema de movimiento discontinuo, el bioscopio ha nacido finalmente. En
tiempo contemporáneo ya, vemos a la envejecida Lucie (ella misma), que es entrevistada
por un equipo de televisión, comparte detalles de sus tíos y muestra
fotografías, rememorando a su hermana Gertrud, revive las historias de los días
de su padre, en 1895, en los días de los hermanos Lumière.
Gertrud (Nadine Büttner)
es quien recuerda ahora, en aquellos días, su tío Emil se encontraba
fuertemente embelesado de la bella Josephine (Marianna Kawka), mientras
las revolucionarias imágenes, producto del bioscopio, dan la vuelta al mundo, y
atraen la atención de poderosos empresarios e inversores. Para ello, se va
preparando un número de baile de Josephine, ella se prepara minuciosamente,
siempre con Emil tratando de cortejarla, pero, por un descuido, el rollo de
película con sus avances, es destruido. Regraban raudamente la secuencia del
baile serpentino, todo Berlín está expectante de la proyección, llega el día
pactado, 1 de Noviembre, y todo sale mal, fallas técnicas, mala coordinación,
indignando y enfureciendo a los inversionistas. Sin embargo, logran subsanar el número, quedando todos razonablemente satisfechos. Su debut fue exitoso e
histórico, pero en Francia, los hermanos Lumeire presentan su propio prototipo,
aplastando su logro. De regreso con Lucia, ella habla de cómo, pese a ser
superados, ella siguió trabajando con sus tíos, estudiando arte y diseño, hasta
que su padre feneció de cáncer al duodeno, ella sigue conversando con el equipo
de grabación.
Excelente la forma en que Wenders
retrata los históricos días del nacimiento del cine al más puro estilo del
mítico David Wark Griffith, con toda la elegante presentación, las viñetas y
textos mostrados, así como el solemne tratamiento y el obvio blanco y negro,
los recordados enfoques circulares, se siente un trabajo tan serio, y que
remite tan sentidamente a días de antaño, que solo un maestro podría haber
hecho una contemporánea versión de aquello, y dotarlo de la elegancia y
sobriedad suficientes para sentirlo emparentado a la gloria de Griffith. Así, la
primera parte del filme, los iniciales segmentos, son realizados en exquisito
blanco y negro, en cine mudo, en el que nuestra narradora, su infante voz en off es nuestro guía, su infante lupa nos
va adentrando en el universo de aquellos lejanos días, finiseculares días,
luego su padre también adoptaría ese rol; esta singular niña, agrandada, tiene injerencia, es madura y determinada, la tenaz infante es nuestra
narradora, y nos guiará por el camino del perfeccionamiento del tan ansiado y
celebrado bioscopio. Excelentes segmentos se aprecian durante esa inicial
antesala, impecables instantes de cine mudo, debidamente enaltecidos por la
música, música que cobra e impregna de vitalidad al relato, siempre sin
pronunciar palabra los protagonistas, es como revivir la vieja gloria del
mágico cine previo al sonido, genialmente realizado por Wenders.
Ciertamente notable es ver un
pedazo de la historia del séptimo arte, los hitos que marcaron un antes y un
después son plasmados por Wenders. Mencionado ya el espectacular y remarcable
trabajo para la ambientación y realización de esa suerte de bello homenaje al
fenecido cine mudo, es de remarcar también el formato en que se plasma esto.
Partiendo de lo ya mencionado, se complementa a la perfección con la
contemporaneidad, la niña, envejecida ya, colabora poderosamente al documental,
con imágenes de tiempo real de la anciana mujer dialogando con el equipo de
filmación, compartiendo sus anécdotas y valiosos recuerdos, combinando el
blanco y negro con el color de la actualidad, permutando y dando constantes
pero bien ejecutados saltos temporales. De esta forma, tendremos el apoyo de la
mujer descendiente de los Skladanowsky, el acercamiento a ella es crucial, sus
verídicos detalles, sus anécdotas y vivencias familiares son pues invaluables,
dotando de un halo de humanidad mucho más potente y autorizado, mas intimo y
melancólico también al relato, esto apoyado y reforzado siempre por la
excelente música de Laurent Petitgand. Lo combinará con inteligentes recursos,
novedosas técnicas para amalgamar las añejas imágenes del pasado con las
presentes, combinando con notable naturalidad, planos y personajes de
distintas lineas temporales -curioso el detalle del socarrón espía local, que
en ambas líneas de tiempo aparece fisgoneando-, y consiguiendo una muy
apreciable intimidad, una amalgama tan sutil como exquisita, que vuelve un
deleite apreciar ese retrato histórico. Tiene un correcto colofón el sucinto
filme con la anciana que sigue conversando con el equipo, una suerte de
dilatado mosaico de detrás de cámaras que termina de enriquecer la intimidad y
cercanía de ella, la principal fuente de la historia. El trabajo actoral,
dentro de la naturaleza de singular cine mudo contemporáneo y el documental,
está muy a la altura, destacando el siempre apreciable y reverencial Udo Kier,
gran actor danés que buena reputación tiene ya forjada, habiendo trabajado,
entre otros, con Lars Von Trier. Un buen trabajo tenemos, para variar, de Wim
Wenders, el poeta audiovisual entrega este interesante trabajo en el que nos
retrata cómo fue naciendo el arte en el que descolla fulgurantemente.
excelente película. Muchas gracias por la reseña y comentarios :)
ResponderEliminaryo también comparto la alegría de esta realización de Wenders, donde rescata a esas figuras cruciales de la historia que aveces son opacadas por otras de manera casi siempre total, sin permitir un conocimiento mas amplio. Me encanta la forma en que logra mezclar la ficción y el documental. Un genio.