jueves, 25 de agosto de 2011

El Cuarto Mandamiento (1942) - Orson Welles

La siguiente película que Welles rodó desde la conocidísima Kane, fue ésta, también conocida como Soberbia, o Los Magníficos Ambersons. Al año siguiente sale esta película con la que se inicia para Welles una de las mayores infamias del cine: la mutilación de los filmes en pro de encajar la obra de arte dentro de estándares económicos, o lo que es peor, para adaptarlo al inadecuado paladar de unos espectadores a menudo no aptos para filmes que la historia se encargó después de reivindicar y convertir en obras maestras. La extinta RKO auspició esta película con la que esperaban recuperar algo de las pérdidas que significó, irónicamente, el Ciudadano Kane. Cuenta la casi leyenda que Orson Welles no culminó el rodaje de esta película, y que la razón estriba en haberse ausentado de la filmación, aparentemente por un viaje de placer en Brasil. La RKO, de acuerdo con ciertas estipulaciones contractuales que fueron elaboradas pensando en sus intereses económicos, mutilaron completamente la película, rehicieron muchas tomas, amputaron varias secuencias, dejando como resultado una película que ciertamente ya no es de la total autoría de Welles. Un filme que divide opiniones, de algunos que lo catalogan como obra maestra pese a los injustos infortunios que soportó, y de otros que señalan el mucho sentido que perdió con los varios cambios sufridos, y la incoherencia que se siente al notar algunas secuencias sueltas. Por este último grupo se inclina ligeramente el que escribe.

                                      
       


Pues bien, entrando ya en la película, nos narra la historia adaptada de la novela ganadora del Pulitzer publicada por Booth Tarkington. Es una mirada estricta de la decadencia de la aristocracia norteamericana, representada en la familia Amberson. Isabel (Dolores Costello) tiene un inicial compromiso con el joven Eugene (Joseph Cotten), pero por un infortunado suceso que no se llega a esclarecer completamente (quizás una primera consecuencia de la mutilación del filme), decide terminar completamente ese compromiso pues Eugene la humilló públicamente. Entonces Isabel se casa con Wilbur. Ambos tienen un hijo, que de niño es la soberbia y orgullo hecho persona, el pequeño George. Este niño es sabedor de que lleva en sus venas la sangre de una de las familias más acomodadas de su sociedad, lo que lo convertirá en un ser pedante, engreído, acostumbrado a tenerlo todo y salirse con la suya. Es así como crece rodeado de lujos y pomposas fiestas, y se convierte en un joven orgulloso y ambicioso, aunque algo perezoso (Tim Holte). En una de esas fiestas de glamour, en medio de la crema y nata de la sociedad, conoce a la bella Lucy, que por esos caprichos del destino es la hija de Eugene, que se ha convertido ahora en un próspero y exitoso empresario del transporte, destacando su línea de automóviles.



Prontamente queda prendado de la muchacha, la corteja, y parece que todo andaba bien, hasta que de pronto, tanto Isabel como Eugene enviudan. Ante esto, después de años, y tras encontrarse a menudo por circunstancias incidentales, retoman su vieja relación, cosa que molesta mucho al caprichoso y engreído George. Esta relación es la que poco a poco lo va derrumbando, va destrozando su orgullo de niño engreído al que siempre todo le sale como él quiere. Paralelamente a esto, Lucy se va alejando de él, mientras va recibiendo bochornosas noticias sobre cómo se está  mancillando la honra de su madre con ciertas historias que se están dejando oír. Es entonces que se manifiesta el profundo y extraño amor de George hacia su madre, lo posesivo que es, rozando un tema edípico. A la vez, sostiene acaloradas discusiones con su tía Fanny sobre la mejor manera de llevar la situación, sobre todo cuando su madre cae terriblemente enferma. La tía Fanny, interpretada por la gran Agnes Moorehead, es sin duda un personaje que conforme avanza la película va alcanzando diferentes tonos de complejidad, un personaje que hubiera sido muy interesante notar y apreciar en su estado integro, algo que sólo se lograría viendo la obra intacta de Welles.




La crisis y decadencia total del derrotado George se da cuando, cansado de las habladurías, de los romances fallidos, la relación de su madre, etc, decide alejarse de todo y emprender un viaje alrededor del mundo, un necesario alejamiento que le caería bien. A la hora de despedirse de Lucy, nota con mucho desencanto la total indiferencia de ella, que parece no entristecerse, y ni siquiera inmutarse ante su marcha. Su padre, Eugene, tiene cada vez mayor éxito con sus automóviles y está en boca de todos un nuevo modelo de automóvil que debe salir a la venta; George, siempre en contra de Eugene por ser el que corteja a su madre, desprecia su éxito, desprecia su exitoso negocio de transportes, desprecia todo de él, excepto a su hija, la que le corresponderá con el mismo desprecio que él profesa a su padre. Ante toda la presión, el cuerpo de George cede y cae muy enfermo, su madre ya no está, y en la habitación donde está siendo atendido únicamente están su tía Fanny y Eugene. Allí, presencian al joven que finalmente ha madurado, que se ha convertido ya en un hombre maduro y formado, aunque lamentablemente la gente que más lo deseó no pueda verlo.



hAsí termina esta película, que tiene en la narración la majestuosa voz de Orson Welles, así termina este gran filme que quedará para siempre con la controversia de la lastimosa modificación de su estado natural, que de manera inevitable cambia totalmente el ”producto” que apreciamos, ya no es la concepción inicial de su creador, del único que tiene derecho, facultad, potestad y sobre todo capacidad para cambiar algo de manera correcta. Con todo, sabedores de los hechos, podemos disfrutar de una buena película, como no puede ser de otra forma, el maestro cineasta ha desarrollado ya su inimitable dominio de cámaras: en ese compendio cinematográfico que fue Kane, desarrolló lo que algunos llaman la enciclopedia de hacer cine, travellings, diversos y distintos planos, encuadres, picados y contrapicados, será un trabajo que, al margen de lo sucedido, se podrá apreciar el sensible sello del dómine de la cámara. Planos generales impactantes, adecuado uso de la iluminación, buena concepción por consiguiente de encuadres y escenas, reitero, es notable el siempre eficiente trabajo de cámaras de Welles, al que escucharemos en los créditos finales, poniendo punto final a su película diciendo ”Yo escribí el guión y dirigí la película, mi nombre es Orson Welles”. Irónica la afirmación que recalca la situación y la impotencia que debió sufrir Welles con lo sucedido. Forma pues parte de la leyenda el hecho de que si realmente abandonó el rodaje por su viaje de placer a Brasil, de si la libídine tuvo algo que ver con este hecho coyuntural en la obra de Welles, curiosidades, trivias o anécdotas, llámesele como se desee, hecho extra artístico que para bien o para mal, da la final configuración a este trabajo, siempre recomendable tratándose de alguien como Orson Welles,



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Posicionamiento Web Perú