martes, 1 de mayo de 2012

Cyrano de Bergerac (1950) - Michael Gordon


El yanqui Michael Gordon llevaría a la pantalla grande una de las numerosas adaptaciones de la célebre obra de teatro de Edmond Rostand, sobre la historia del personaje del título. Es el conocido y triste relato de Cyrano de Bergerac, virtuoso poeta, el más inspirado, que posee símil talento para las armas, es el más afamado espadachín de Francia. Su singular combinación de talentos, empero, tiene su punto débil en los complejos que tiene por su apariencia, su escasa belleza, su fealdad física, coronada por una superlativa nariz, motivo de su vergüenza, y motivo de que encierre en lo más profundo su amor por Roxana, su prima, que se enamora de un apuesto espadachín, compañero de Cyrano, pero que carece totalmente de elocuencia. De esa forma, Cyrano ayudará a conquistar a Roxana a través de su fina poesía, lo consigue, pero al morir en combate el beneficiado, Roxana termina enterándose de la verdad, aunque sea demasiado tarde. Como se dijo, muchas han sido las adaptaciones de las que ha sido objeto el texto literario, y es éste uno de los más decentes ejercicios, aprovechando muchas de las posibilidades del relato, y respetando en la mayor parte de su metraje la línea de sucesos del primigenio texto. La cinta es particularmente famosa por la actuación de José Ferrer, que lo hizo merecedor del Oscar en el año respectivo, actuación sobre la que me pronunciaré más adelante.

     


Inicia la cinta cuando una escenificación teatral se está llevando a cabo, la misma que interrumpe insistentemente Cyrano, hasta lograr que la misma se detenga. Es un soberbio poeta, virtuoso en la declamación, y también un excepcional espadachín, pero su enorme nariz siempre es motivo de atención y de cotilleos, los cuales él suele resolver con su verborragia; se enfrasca en duelos con distinguidos nobles, pero con su espada los gana fácilmente, y siempre es admirado y agasajado por los demás por sus logros. Solo a un buen amigo suyo hace la confidencia de su amor por Roxana, un amor imposible de profesar por su complejo y vergüenza por su nariz, y aunque es exhortado a declarársele, no lo hace. Recibe entonces la visita de una vieja emisaria, que dice que una fémina desea hablarle privadamente. Se enfrasca nuevamente en otro duelo, ahora contra numerosos adversarios, pero Cyrano somete al grupo. La fémina resulta ser Roxana (Mala Powers), se citan con suma discreción, pero la cita es para que ella le confiese a su primo, intimo amigo de niñez, que está enamorada de Christian, compañero suyo de armas. Y afirma que es correspondida, le pide que lo defienda en combate, y le pide que lo ayude a vencer su timidez y declarársele; Cyrano acepta. Entonces, mientras se pavonea de sus triunfos, un individuo se mofa temerariamente de su nariz, este personaje resulta ser Christian de Neuvillette (William Prince).




Se presenta con el individuo, a quien va enseñando maneras para cortejar a Roxana. Los hace a través de cartas, y ella cree que es efectivamente Christian el autor de las misivas, lo cree ingenioso, hasta que el testarudo Christian quiere desarrollarse por sí mismo. Desprecia la ayuda de Cyrano, y va él solo a hablar con Roxana, pero entonces, dependiendo de si mismo, resulta torpe e incoherente, solo provoca rechazo de la cortejada. Pero se arrepiente y pide ayuda a Cyrano, que lo guía en una suerte de serenata, se esconde debajo del balcón de Roxana y es el propio Cyrano quien habla, pero Roxana cree que es Christian, quien se gana un beso. El entusiasmo de Roxana es tan intenso que la pareja se casa, pero inmediatamente después debe partir el esposo a combate, se trata de una difícil y exigente incursión guerrera. Cyrano escribe una hermosa carta de despedida de parte de Christian. Sorpresivamente, hasta el campo de batalla llega Roxana, que dice a Christian que está enamorada no ya de su físico, como fue inicialmente, sino ahora de su alma. El infeliz Christian fenece en combate, habiendo ya advertido que Cyrano ama a Roxana. Cyrano vence y deleita, como siempre, y va a visitar a la viuda diariamente. Resulta gravemente herido, va a verla, ella descubre que él fue siempre quien la amaba, pero él fenece también.




Agradable adaptación la de Fleischer, en la que resalta la teatralidad con la que trata su filme, una teatralidad expresa desde el comienzo, con las cortinas cerradas, el telón que debe correrse para nosotros presenciar la acción, y en ese telón se presentan los créditos. Presenta correctamente el director la triste historia del virtuoso espadachín-poeta, combinación no tan inusual como su sobresaliente y titánica nariz. Invencible guerrero, ni en grupo se puede derrotarlo, mejor espadachín que él no hay, ni más elocuente, materializándose la insólita figura de Cyrano batallando mientras recita versos poéticos. Es un personaje singularísimo, de pericia guerrera y elocuencia inimitables, pero cuya gran debilidad es su inseguridad, proveniente de su físico poco favorecido, y de esa ineludible nariz. El filme está narrado con cierta clave cómica, típico en ciertos estilos yanquis, lo hace más digerible, se siente esa autoría, sin embargo, no se descuida la disciplina teatral, con declamaciones de Cyrano, con encuadres de esa naturaleza, que mucho acercan el filme a la obra teatral, con esta solemnidad se dota a la cinta de equilibrio. Es el mundo de dos individuos que tienen lo que al otro le falta, uno es belleza, pero inutilidad en las armas, inepto en la poesía, y el otro tiene toda la elocuencia de un Pericles contemporáneo, pero su complejo por su fealdad lo lleva a esconderse. Se configura la secuencia más memorable del filme con la serenata a dos bandas, Cyrano escondiéndose en las sombras, simbólicamente, susurrando las exactas líneas para decir a Roxana, e incluso hablando con su propia voz, mientras Christian se lleva todo el crédito, es una situación muy cómica, pero que no deja de ser patética, es la síntesis del filme, hilarante e ingeniosa. Al invencible guerrero, solo hay alguien que lo supere, su nariz, en el medio de un fraudulento amor, de un amor enceguecido, Roxana ama a un personaje, sin saber realmente quién es, ama solo a una cáscara vacía, no a la fuente del amor, Cyrano. Respecto a uno de los alicientes, la oscarizada actuación del puertorriqueño Ferrer, si bien correcta, porqué no decirlo, la siento quizás exageradamente galardonada, no la encuentro extraordinaria, y considero necesario remitir a quien lea estas líneas a la ineludible cinta protagonizada por el genial Gérard Depardieu. Con todo, la cinta termina por obtener aprobado, respetando casi toda la obra literaria, digo casi, por la obvia diferencia del final.







3 comentarios:

  1. Buen trabajo ilustre caballero Edgar, gran disciplina al escribir los maravillosos detalles de la obra y tu típica palabra ¨Yanqui¨ es dicha dos veces; te encontré un errorcillo :), ¨peor él fenece también.¨ al final del penúltimo párrafo.

    Nos vemos, saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Somos humanos. Gracias por los cumplidos y por señalar el error.

      Eliminar
  2. Ah, olvidaba... buena con el neologismo ¨oscarizada¨.

    ResponderEliminar