El director
yanqui Fleischer dirigiría uno de sus trabajos más respetados y correctos con
esta adaptación de una de las más prestigiadas obras del genial literato, el
gran Julio Verne. Sería la primera gran producción del neoyorkino, y lograría
un decente trabajo en algo ciertamente complejo, como lo es adaptar de por sí
una obra literaria rica y notable, más aún lo será esta labor si el texto a
adaptar pertenece a una mente brillante y tan detallista como lo es el ilustre
representante de la literatura de ficción. Es la conocida historia de un
prestigioso profesor y un marinero, que se adentran en el mar ante los temores
y rumores de toda la gente de que hay un terrible monstruo marino en
determinada parte del Océano Pacifico, que abate toda embarcación que se atreva
a surcar esas aguas. El viaje los llevará al submarino Nautilus, futurista
estructura entonces, conocerán al capitán Nemo, que comanda las actividades,
con una impensada directriz en las mismas.
Resulta apreciable la adaptación, con imágenes que bien valen el tiempo
invertido en ver la materialización del célebre texto literario, apoyándose en
la fuerza del entonces efervescente Cinemascope, y contando además con una
plana actoral de primer nivel, lo cual por supuesto, eleva el nivel de cualquier cinta. Este reparto incluye al
buen Kirk Douglas, como el marinero, James Mason como el estrafalario Nemo, y
el inolvidable Peter Lorre como ayudante del profesor, y a Paul Lukas, en un
ejercicio de ficción decente y apreciable.
Uh texto nos
informa de cómo en 1868, los marineros temen que en cierta parte del océano,
toda embarcación indefectiblemente es destruida, se teme la presencia de un
monstruo marino. Públicamente se habla del hecho, a la vez que se busca
valientes marineros que tripulen una expedición a las mencionadas aguas,
despertando interés en Ned Land (Douglas). Poco después, se convence al
profesor Pierre Aronnax (Lukas), afamado estudioso marino, de que conforme la
tripulación, irá con su ayudante, Conseil (Lorre). Zarpan, el capitán Farragut
(Ted de Corsia), está al mando, los tres primeros meses
navegan dando círculos por el sur del Pacífico, infructuosamente, Farragut
pierde esperanzas, afirma no seguirán, y dejará a Aronnax en Saigón.
Repentinamente, avistan una embarcación, que estalla, y al acercarse, tienen un enfrentamiento, quedando destruida su nave. Solo sobreviven Aronnax, Conseil y Land, que llegan a una extraña embarcación,
un inverosímil submarino. Entran en la futurista nave, investigan, no
encuentran a nadie, pero por la ventana, avistan a la tripulación bajo el agua,
manipulando un ataúd. Pretenden huir, no lo consiguen, conocen al capitán Nemo,
al mando, que aprisiona a todos menos al profesor, a quien ofrece contarle
invaluables secretos.
Rechaza Aronnax
esto pues costaría la vida de sus amigos, pero era una prueba de Nemo, que
finalmente acoge a los tres, comen exquisitos manjares, aunque son de origen
impensado, hay además buena literatura, arte a bordo. Se unen a una expedición
del submarino, el Nautilus, recolección bajo el agua. Encuentran también
increíbles tesoros, despertando la avaricia de Land, pero Nemo
resta toda importancia a los teosos bajo el agua, pese a que él mismo guarda
muchos de ellos. Van 10,000 leguas de viaje, llegan hasta tierra firme al fin,
campamento de prisioneros, donde éstos fabrican balas y municiones, y poco
después, al avistar un barco presuntamente pirata, lo destruyen. El Nautilus es
el supuesto monstruo, que cuida el gran secreto de su existencia. Ante esto,
Aronnax y sus amigos se indignan, pero un amargado Nemo explica que la
superficie carece de todo merecimiento. Aronnax de alguna forma va aceptando
ese pensamiento, mientras se dirigen a la mítica tierra de Vulcania, y Land y
Conseil fraguan cómo escapar. Llegan a una isla, Land va a
investigar, siendo atacado por nativos. Luego aparece un buque de guerra, se
produce severo enfrentamiento, que los deja a una profundidad jamás imaginada,
donde tienen un intenso duelo con un gigantesco calamar, estupendo monstruo al
que someten tras titánica lucha. Llegan a al fabulosa Vulcania, son atacados de
nuevo, Nemo, agonizante, destruye el Nautilus, y los demás escapan.
Notable versión cinematográfica de unos de los textos
ficcionales más célebres, y el realizador Fleischer nos introduce con acierto
en la historia, haciendo una adaptación fiel al primigenio texto, pero claro,
dando los matices propios suyos, y tratando de condensar los muchísimos y
sobrenaturales detalles que Verne plasma, como es usual, en su obra. Es un
mundo fantástico, impensado, en el que unos ermitaños viven aislados de todo el
mundo, sumergidos bajo el agua, pero viviendo como reyes, con gran literatura, arte; pero llegan más allá, teniendo inclusive manjares exquisitos, pero
manjares tan prodigiosos como bizarro es su origen, un mundo en el que la
mascota es la graciosa e inteligente foca Esmeralda. Por supuesto, las imágenes
que se vuelven corazón del filme son las imágenes y secuencias submarinas, en la
que se recrea el maravilloso y variado universo de la fauna marina, diversas
especies de peces, tortugas, tiburones, corales, rocas, son extensos minutos de
los marinos explorando esa riqueza, de los buzos explorando y recolectando
muchos frutos, cosechas y otros elementos impensables e inimaginables en la
superficie, es un excelente y fantástico adentramiento a tan surreal universo,
es sin duda lo más logrado, atractivo y valioso de la cinta, y lo que más nos
acerca a la sensacional ficción de Verne. Esto es posible gracias a la
utilización del ya operativo Cinemascope, y a la riqueza cromática del
Tecnicolor, juntos ambos permiten amplias imágenes en toda su extensión,
riquísimas visualmente, es una gran realización, la primera gran producción de
Fleischer que nos introduce correctamente en el fantástico universo de la
ficción submarina.
Es el mundo del
Nautilus, futurista para entonces submarino, para entonces impensado e
imposible elemento, en el que se logra un apartamiento absoluto de la
superficie, del hombre y de sus inútiles e injustas leyes, donde se encuentra
un sosiego e independencia sin igual, que no se encuentran en ninguna otra
parte, viviendo del mar, de lo que el mar les provee, que son invaluables
elementos. Y detrás de todo, Nemo, el que llevó a cabo la construcción del
aparato, y quien más se solaza en ese aislamiento, teniendo célebre imagen del
capitán tocando el órgano bajo el mar. Nemo es un personaje
singular, una suerte de renegado, que ha tenido malas experiencias en la
superficie, ha perdido a sus seres queridos, y ahora, no teniendo ya nada que
lo ligue a la superficie más que un asco y repulsión, se refugia en las
profundidades del mar, encerrado en su perfecto hermetismo, desde donde protege
su secreto, las maravillas de las profundidades, eliminando a todo aquel que se
acerque a la verdad, a su descubrimiento, pues el hombre arruinaría la
perfección del aislamiento. Su postura es la de un ermitaño que perdió conexión
con el mundo de los hombres, sus terrenales tesoros no valen nada comparado con
el sosiego y sabiduría submarinas, pero sus medios de preservación, destruyendo
todo navío que se acerque, despiertan indignación en sus huéspedes. Sin
embargo, Nemo muere en su ley, y hasta el final preserva su pensamiento,
prefiriendo destruir el Nautilus antes de que caiga en manos equivocadas, se
lleva los secretos, y el diario de Aronnax también se va al fondo el mar, todo
se queda en las profundidades. Para remarcar, claro, la secuencia de la batalla
contra el calamar gigante, prodigioso monstruo, con sus largos tentáculos, que
lo convierten, como dice la obra, en un monstruo formidable, escalofriante,
librando inverosímil y titánica lucha los marinos, arponeando y cortando sus
extremidades, y finalmente sometiéndolo, es la más pesadillesca secuencia del
texto llevada al cine, y el resultado es apreciable, es rescatable y decente. Es
pues un ejercicio digno de atención, donde los actores cumplen todos, James
Mason como Nemo, el renegado y hermético capitán, seria actuación; Kirk Douglas
es correcto también como el arrogante y desafiante marinero ambicioso, músico y
alegre, jugueteando con la divertida e inteligente foca Esmeralda; y tenemos
también al siempre eficiente Peter Lorre, cumplidor. Se configura así una
apreciable adaptación literaria de un texto riquísimo, adaptación que se narra
con cierto toque cómico, que la hace algo más digerible, más liviana, un toque
yanqui a una historia que respeta mucho la obra primigenia, con los naturales
matices del realizador. Agradable cinta, los fanáticos de la ficción, y de
Verne, podrán tener divididas opiniones, pero nos quedamos con un correcto
ejercicio de Fleischer.
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