Divertidísima comedia la que
dirige el director Francis Veber, en la que dos personajes impensados forman la
pareja más dispareja, un temible y enorme ladrón, y otro sujeto grande, el más
torpe e impertinente charlatán que saca de quicio a quien sea. Se nos narra la
historia de un sujeto, experimentado y avezado criminal, que estafa a un
mafioso de mucho poder, robándole mucho dinero, y que es recluido en un centro
psiquiátrico. La policía intenta averiguar el paradero del efectivo, y del
mafioso, pero el demente imaginario, que se sume introspectivamente, conocerá
en prisión a un sujeto parlanchín, que por el mero hecho de no hacerlo callar, de pronto
lo considerará su amigo, volviéndose ambos compinches y colaboradores en las
actividades del primero. Digerible e hilarante trabajo el del realizador francés,
que para materializar su cinta recluta a dos excelentes actores coterráneo
suyos, el gran Gérard Depardieu como el bonachón charlatán, y Jean Reno como el
duro criminal; ambos conformarán una inverosímil dupla, en la que terminará por
concretarse, contra todo pronóstico, una entrañable amistad y camaradería. La
película tiene momentos de auténtico delirio cómico, pues Depardieu será capaz
de desquiciar hasta a un psiquiatra... uno deberá imaginar lo que sucederá con un
criminal temible. Muy divertida y entretenida comedia europea, puede hacer pasar
un buen rato.
Inicia la cinta con un personaje,
Quentin (Depardieu), que asalta un cajero pensando que es un banco, y es
redirigido a su objetivo. Va a prisión, donde desquicia sucesivamente a
diversos compañeros de celda con su charlatanearía e impertinencias, desquicia hasta al psiquiatra de prisión. Por otra parte,
Ruby (Reno), se pasea por al calles con una atractiva fémina, y segundos
después, la mujer es eliminada, embolsada y enterrada, y Ruby, vinculado a un
gran robo de dinero a un mafioso, va a prisión, le solicitan delate al asesino, éste es Vogel (Jean Pierre Malo). Ruby opta por permanecer completamente
mudo, en silencio, y el carcelero, hábilmente designa como su siguiente
compañero al locuaz Quentin. Ruby permanece mudo aún pese a Quentin, que, por
no mandarlo callar ni agredirlo, lo considera su amigo, y cuando Ruby intenta
matarse cortándose la venas, Quentin lo imita para seguirlo. El criminal planea
una fuga con su estafado jefe, pero el charlatán
compañero, que tiene en mente que ambos abran un bar juntos, se las ingenia para que ambos escapen en una grúa.
Quentin saca de
quicio a su amigo, pero lo va ayudando con lesiones que se hace en el escape,
pues repetidamente son alcanzados por los matones de Vogel. Por cambiar de apariencia, roban unas
estrafalarias vestimentas, cambian reiteradamente de vehículos, llegando hasta
a robar unas patrullas policiales. Un malherido Ruby quiere separarse, pero
ante su estado, necesita a Quentin, que, inesperadamente, llama a Vogel,
aparentemente está delatando a su camarada, que desea eliminar al mafioso y quedarse con
el dinero. Se refugian en una iglesia abandonada, donde encuentran a una
indigente mujer, extraordinariamente parecida a la mujer de Ruby, la asesinada,
que se encariña con éste, y le advierte que Quentin habló con una persona, que
lo delató. Pero la traición no es tal, pues el bienintencionado pero torpe
charlatán citó a los secuaces de Vogel en la iglesia para que Ruby tenga vía
libre con el mafioso, sabedor que lo buscaría en su residencia. Los matones se
apersonan, encuentran solo a Quentin, lo golpean, pero aparece Ruby, su amigo,
atacan y dejan fuera de combate a sus agresores, y, al aparecer el propio
Vogel, es el charlatán quien lo elimina. Finalmente, el
herido bonachón se siente mejor al saber que han eliminado a quien la policía
buscaba, pide libertad para él y su amigo, deben abrir su bar.
El filme tiene momentos de severa
comicidad, y desde su inicio nos bombardea con esa hilaridad, viendo al
bonachón y despistado Depardieu asaltando un cajero, pues pensaba que era un
banco, y el propio cajero lo redirige el banco. El ineptísimo ladrón hasta se
confunde con las monedas y tipos de cambio, para luego irse campante al cine a
ver La Era del Hielo, y es arrestado,
mientras se carcajea hasta casi dejar ver la muela del juicio. Se trata de un
personaje severamente estúpido, tremendamente torpe, que intriga a los doctores
por estar físicamente normal, simplemente es atolondrado, e increíblemente
impertinente, capaz de desquiciar hasta un psiquiatra profesional,
protagonizando un desfile de inepcias y situaciones jocosas, ingeniosas
situaciones cómicas. A su lado, su camarada, impensado compinche, un durísimo
Jean Reno, como el duro criminal que no se casa con nadie, es áspero, frío y
metódico, pero termina siendo ablandado por Quentin. El desfile y frenesí de
situaciones ridículas incluye a los enormes Depardieu y Reno travestidos,
deambulando en ropa de mujer, y es que era la única indumentaria de la talla del criminal, y en esa facha deambulan por la ciudad y noquean a curtidos y
temibles hampones. Inverosímil e impensada pareja se conforma, el rudo y duro
Reno, asaltante temible, que termina siendo ablandado y generando amistad con
el gárrulo y bonachón Depardieu, el impertinente y torpe que jamás ha tenido
un amigo, hasta que al fin encontró uno, a quien compara, por sus ojos, con un
equino, mostrándole la foto del animal, uno de los tantos momentos hilarantes.
Importante será que los paladares más beatos y santurrones no le pongan peros
al filme por ciertas imágenes o figuras, como la mujer de Reno, viva en un
instante, embolsada y enterrada al otro, y, sobre todo, a la figura de
asaltantes que noquean gente y autoridades policiales divirtiéndose, robando
autos cada cinco minutos, hasta bromean de cómo bajan de categoría de vehículo
de un Mercedes a un Opel; el tema no debe enceguecer a nadie. Notable y
disfrutable comedia, se deberá pagar cierto peaje como ver a un Reno cada vez
más herido, pero siempre noqueando a sujetos sin dificultad, pero es algo
secundario, pues, el atractivo, siempre será la cinta, ver a dos grandes y
serios actores juntos en una muy atractiva comedia europea.
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