lunes, 23 de abril de 2012

Cementerio maldito (1989) - Mary Lambert


La yanqui Mary Lambert materializaría este singular ejercicio de cine terror, con el que se convertiría en la primera mujer directora de una cinta original del canal SyFy, una adaptación de una obra del prolífico novelista representante del género, el buen Stephen King. Es la cinta la bizarra y pesadillesca historia de una familia que llega, proveniente de la ciudad, con muchas esperanzas e ilusión a su nueva casa, ubicada en una zona rural, que, inesperadamente, se encuentra también ubicada muy cerca de un antiguo cementerio indio, que tiene la sobrenatural facultad de devolver a la vida a todo ser que sea enterrado en sus malignas tierras, ya sean animales mascotas, o incluso seres humanos. La facultad del cementerio, que tiene voluntad propia, terminará por desquiciar a la familia, todos sucumbirán al poder del macabro lugar, que irá reviviendo a más de un desgraciado allí enterrado. Relativamente atractiva historia, y si bien también tiene aspectos bastante lamentables, rescato su tono oscuro y bizarro, materializado en sórdidas figuras e imágenes, en el sórdido ambiente del pueblo maldito, elemento que lamentablemente la directora no podría conseguir en su desafortunada secuela. Con todo, la cinta consigue su cometido, entretener -y asustar para algunos- con su ciencia ficción y terror, una cinta que a los amantes del género les resultará particularmente atractiva, es una rescatable cinta que tiene la curiosidad y cierto realce en estar basada en una obra de Stephen King.

      


Iníciase la acción con imágenes del maldito cementerio, ilustrado con voces infantiles y onomatopéyicos sonidos de mascotas en off, tras lo cual llega a ese pueblo la familia Creed, Louis (Dale Midkiff), su mujer Rachel (Denise Crosby), su hija mayor Ellie (Blaze Berdahl), y el menor, el bebé Gage (Miko Hughes), arriban felices a su nueva casa, provenientes de Chicago. Rápidamente conocen la peligrosa carretera al lado de la misma, y a su vecino, Jud (Fred Gwynne), que les advierte de ese riesgo, les habla de un cercano y misterioso cementerio, y les recomienda castren a su felino mascota, para evitar deambule cerca de la vía. Louis, doctor de profesión, empieza a ejercerla en la universidad del pueblo, y en su primer día allí, un joven llega gravemente accidentado, atropellado, es Víctor Pascow (Brad Greenquist), que fenece, pero le habla a Louis, y de noche, se le presenta, guiándolo en surreal viaje por el cementerio. Ellie vuelve a Chicago durante los días navideños, y en ese lapso, el felino Church es liquidado por un camión, ante lo cual, Jud lleva a Luis a enterrarlo al cementerio, cuenta una experiencia propia, cuando enterró a su cánido allí siendo niño, y el cuadrúpedo volvió a la vida, pero maligno; y en efecto, el gato regresa. Muere una vecina de los Creed, y Rachel, alterada, narra a Louis su vivencia con una hermana enferma, que murió delante de ella, traumándola.





Comiendo todos un día en el campo, Gage camina hasta la carretera, y un enorme camión lo elimina, hay sufrimiento y dolor. Louis, inevitablemente, piensa en enterrarlo en el cementerio, Jud narra que algo así ya se hizo, un humano volvió, pero volvió como un ser de ultratumba, un monstruo. La familia va de nuevo a Chicago, pesadillas con Pascow atormentan a Ellie, y un demente Louis exhuma el cadáver de su hijo, y lo lleva al cementerio maldito, mientras una desesperada Rachel vuelve alertada por su hija, pero no puede evitar que Gage sea enterrado allí. Aunque tarde, regresa Rachel, guiada por Pascow, pero su hijo ya ha regresado a la vida, y cuando Jud confronta al infante zombi, es eliminado. La infeliz Rachel es atormentada por recuerdos e imágenes de su enferma hermana, que alcanzó etapas monstruosas. Logra encontrar al resucitado Gage, maligno infante ahora que también la asesina. Louis entonces actúa, se arma con un potente químico en una jeringa, y elimina, por segunda vez, al felino Church, tras lo cual va por Gage. Está en la casa de Jud, donde encuentra los cadáveres de su mujer y de su vecino, y luego, tras una lucha con su hijo, también lo mata con la letal inyección. Quema la casa, ya desequilibrado lleva a Rachel al cementerio, donde la entierra, y de donde regresa, repulsivo zombi, que lo liquida a él también.




Termina así una cinta que tiene sus aciertos, pero también sus falencias, aunque terminen las primeras por superar a las segundas. Primeramente, destacan y salvan a la cinta sus figuras oscuras, horrendas algunas, que despiertan cierto terror, empezando con el zombi Pascow, con media cabeza únicamente, aunque después el personaje se desnaturalice. Y, claro, la monstruosa y aberrante hermana, una suerte de repulsivo esperpento, sufriente de una enfermedad en la columna vertebral, esta anomalía la convirtió en esa aberrante abominación. Este tipo de eventos solo suceden en el surreal y maldito universo de King, un pueblo maldito, de atmósfera maldita, donde hay suicidios, donde hay una carretera que es una perennemente abierta puerta al infierno, y claro, el cementerio, el máximo elemento que condena y maldice a esas tierras. Es un lugar propio del averno, donde se concretan historias viejas, conocidas y verídicas para sus habitantes sobre mascotas e incluso humanos que vuelven de la muerte, vuelven de debajo de la tierra como muertos vivientes, son sus particulares y sórdidas vivencias, es un pesadillesco lugar, anacrónico y demencial. Solo en este lugar se puede concretar la más enfermiza locura, un desequilibrado sujeto que exhuma el diminuto cadáver de su infante hijo, para volver a enterrarlo en un antiguo cementerio indio; es, pues, un lugar bizarro, donde bizarras acciones se producen. Ahora bien, como se mencionó, también tiene sus falencias el filme, como se acotó antes, la inicialmente repulsiva y sórdida imagen del zombi con media cabeza va perdiendo fuerza, se va haciendo mundana, para configurar a un benévolo adolescente, recurrente e inocuo, benévolo incluso, y las imágenes del entierro del bebé en el cementerio maldito, lejos de ser terroríficas, pecan de facilistas, simplonas, artificiales y finalmente pueriles, se pierde por completo la oscuridad. Pero en el balance general, en el análisis final, queda la seriedad y cierta solidez del relato de King, sumado a un correcto tratamiento de la mayoría de esas imágenes mórbidas, que terminan por darle aprobado, ajena a otros ejercicios más chics y amanerados, como lo es, sin ir más lejos, su secuela, de la misma directora, que iría bajando el pistón cada vez más en sus entregas. Tras concretarse las imágenes del zombi infante homicida, el mejor colofón será la imagen más bizarra, y la favorita de quien escribe, cuando el pobre infeliz y arruinado esposo bese a su mujer, que ha regresado, malograda versión de la fémina, repulsivo zombi, tuerto y mucupurulento, que pondrá fin a todo. Aceptable cinta, que cuenta con la participación de The Ramones en su banda sonora, además del gran Fred Gwynne, el recordado Herman Munster.







Demencial y aberrante beso del viviente esposo y su zombie mujer.

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