miércoles, 18 de enero de 2012

Bad Day at Black Rock (1955) - John Sturges

Interesante propuesta la que se nos presenta en esta ocasión con esta película norteamericana, y es que el estadounidense Sturges configura un buen largometraje de intriga, tensión, emoción y mucho suspenso, cuando un maduro hombre lisiado, con una sola mano, llega a un alejado pueblo, que posee un terrible pasado, y cuyos habitantes harán todo lo posible por mantener ese oscuro pasado enterrado y en secreto. El principal aliciente del filme es el conglomerado de estrellas que lo enriquecen, empezando por el remarcable e inolvidable Spencer Tracy, en el papel del manco que se enfrentará a impensados obstáculos, y más aún, inesperadas amenazas contra su propia vida cuando emprenda una investigación sobre un desaparecido sujeto. Además, está el siempre eficiente y destacable Robert Ryan, representando una de las peores caras de la localidad, implacable opositor que pretende mantener el hermetismo en el que ha permanecido el pueblo. Están también los duros Ernest Borgnine y Lee Marvin, aunque en papeles menores, como parte de los pobladores que le harán, literalmente, la vida imposible al buen Spencer. Toda una constelación de estrellas, que, si bien ya maduras, no dejan de ofrecer un espectáculo bastante atractivo, y ciertamente, es lo que sucede con esta decente y entretenida película yanqui.

           


Comienza la acción con un tren en marcha, que, al llegar al fin de su recorrido, deja a un hombre en un alejado pueblo estadounidense. Este personaje es John J. Macreedy (Tracy), y el pueblo al que ha llegado es Black Rock, lugar donde el extranjero no es nada bien recibido, se le niega alojamiento, es víctima de descortesías, y uno de los pobladores, Hector David, (Marvin), le dice que el tren que lo llevó allí es el primero en pasar en 4 años. Se le pregunta por su mano derecha, que lleva siempre oculta, el más escéptico poblador es Reno Smith (Ryan). A Macreedy lo observan por los cristales de  las tiendas, y va a ver al sheriff, está buscando un lugar llamado Adobe Flat, busca a un hombre llamado Komako, pero no obtiene información. Reno aborda al foráneo, aparenta hospitalidad para averiguar qué es lo que busca, mientas Liz Wirth (Anne Francis), una atractiva pobladora, le da algunas indicaciones. Macreedy sigue buscando al tal Komako, mientras el duro Reno tiene dominado al sheriff, todos encubren algo sobre Komako, y los pobladores, entre los que está Coley Trimble (Borgnine), se sienten intranquilos con el extraño que hace averiguaciones, y empiezan a planear eliminarlo. Curiosamente, hasta el sheriff desea saber qué sucedió con el hombre buscado, y él ve en Macreedy una esperanza, al contrario de los demás, que conspiran contra él, mientras el manco hombre sigue investigando.





Llega hasta Adobe Flat, es un desierto, rodeado de mesetas, y donde es perseguido en auto, es atacado por Trimble, colisiona, pero sale ileso, y ya desea salir de ese pueblo, mientras Liz, hermana de uno de los pobladores, duda en aislarlo. Reno sigue preguntando sobre sus intenciones, él es un hombre marcadamente anti japonés, y Macreedy le pregunta por Komako, a lo que el pueblerino responde con mentiras. Luego, un anciano de una bodega que siempre lo defendió, lo ayuda proporcionándole un vehículo, pero a todo el que intenta ayudarlo, Hector lo perjudica, ahora Macreedy es hombre muerto. El hostigamiento del que le hacen presa es ya asfixiante, Trimble lo ataca, pero no contaba con que el lisiado hombre se defiende remarcablemente, y acusa a Reno de asesinar a Komako. Tanto el sheriff como el doctor local ayudan al perseguido manco, pues no desean que la misma historia se repita de nuevo. Pero el extranjero sujeto es recio, no abdica, y prosigue investigando, se acerca a la verdad. Esa verdad es que Reno Smith era propietario de Adobe Flat, y Komako alquiló y perforó sus tierras, y después de Pearl Harbor, no pudo más, y eliminó al japonés-americano. Liz sigue ayudándolo, mientras un ya desquiciado Reno ataca, pero es eliminado por Macreedy, que contraatacó con una bomba molotov. Finalmente, el extranjero obtiene la medalla de Komako, y se retira de Black Rock.






Es así que culmina un muy atractivo filme, que tiene por principal gancho a la sola presencia de dos consagrados grandes, un maduro Spencer Tracy, hombre manco que busca saber la verdad sobre un hombre desaparecido de ascendencia japonesa, y que por ello es perseguido implacablemente por Robert Ryan, secundado por otros duros, Ernest Borgnine y Lee Marvin, muchas estrellas reunidas que vuelven muy difícil resistirse a la cinta. Es de esta forma que tenemos el deleite de ver uno de los trabajos de la etapa posterior del amigo íntimo de Humphrey Bogart, el gran Tracy, y lo vemos a color, algo bastante singular, ya canoso, pero no por eso menos entretenido, pues está más curtido y experimentado que nunca. La cinta mantiene un buen ritmo, en el cual en toda la primera parte se respira una fuerte intriga, marcado y bien mantenido suspenso, todo un acierto del variopinto cineasta Sturges, pues no sabemos absolutamente nada de lo que sucedió en ese misterioso pueblo, solo sabemos que aparentemente ha habido un asesinato, el cual se irá desvelando conforme avanza la cinta, desembocando todo en un clímax final. Bien lograda y construida película por parte del realizador norteamericano, que representa una historia de un hermético pueblo, intolerante, sanguinario, retratando a través de éste el odio yanqui hacia los nipones en los años inmediatos posteriores al ataque de Pearl Harbor. Reposando sobre la gran calidad de sus intérpretes, con una narrativa tradicional y lineal, este correcto ejercicio de suspenso a color termina siendo muy apetecible. 







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