miércoles, 18 de enero de 2012

Salvaje de Corazón (1990) – David Lynch

Esta es una de las obras de lo que podría llamarse la primera etapa de uno de los directores más irreverentes e inusuales de las décadas contemporáneas. El norteamericano Lynch es un realizador de los pocos que han adoptado y llevan con decencia el estilo surrealista, herencia de los ilustres realizadores europeos a él precedentes, y es que es muy llamativo observar a un yanqui ejercer con tanto desenfado y soltura su particular y personalísimo estilo. Tras sus conocidos cortos, completamente alucinantes, oníricos y por momentos casi pesadillescos, Lynch dirigió unas cuantas películas bastante más convencionales que esos primeros pasos, y también más convencionales que posteriores obras suyas. En esta oportunidad, utiliza al por entonces apreciable Nicolas Cage, un actor que hoy en día parece un total desconocido comparado con esa inicial faceta suya, en la que era un auténtico representante del cine underground, del cine subterráneo, enfermo y mórbido, de personajes marginales y opuestos a lo que se consideraría lindo, buena muestra de ello es esta particular cinta. Lynch dirige a Cage para ilustrar una muy personal y adulta adaptación del Mago de Oz, donde también sería protagonista Laura Dern, una suerte de musa suya en sus primeros pasos, generando una cinta bastante atractiva, para verse con atención.

        


En una fiesta con tintes burgueses, Sailor Ripley (Cage), y Lula Fortune (Dern), conforman una joven pareja que es acechada y hostigada, un hombre negro ataca a Sailor con ferocidad, armado con una navaja, pero lejos de correr riesgo fatal, la supuesta víctima, Sailor, contraataca brutalmente a su agresor, en un arranque de adrenalina, lo elimina salvajemente, mientras Lula grita desesperadamente. Sailor es enviado a una correccional, donde se le tiene prohibido ver a Lula, pero el tiempo pasa rápidamente, es libre otra vez y se reencuentran, tienen un carnal e intenso episodio en un hotel, hay mucha confianza, y ella le relata algunos malos recuerdos de una pasada violación. Por otra parte, la madre de ella, Marietta (Diane Ladd), sigue prohibiéndole ver a Sailor, para ello pide ayuda a su pareja, Jhonnie Farragut (Harry Dean Stanton), para que se encargue de separar a los amantes, pero la verdad es que ella intentó seducir a Sailor, y, rechazada, sólo busca venganza. Pero los amantes se divierten en bares underground de música metal, donde el salvaje y vigoroso joven se trenza a golpes sin vacilar por defender a su chica, es un auténtico salvaje, mientras siguen juntos, intiman más y fortalecen su relación. Pero sus acciones lo llevan a violar su libertad condicional, por lo que deben huir y su rumbo es California. Mariett, impotente, y ante la inefectividad de Farragut, contacta a Marcelles Santos (J.E. Freeman), un sicario que tiene una relación con ella, para que elimine a Sailor, y también pone manos a la obra.






La joven pareja se escabulle de su perseguidor, mientras una desesperada Marietta está cada vez más desequilibrada, se pinta el rostro con lápiz labial, está obsesionada con encontrarlos, y, sobretodo, con matar a Sailor. Mientras tanto, el susodicho galán revela a Lula que él fue el chofer de Santos, el personaje que fue a visitar al padre de ella, la noche en que supuestamente se suicidó, pero en realidad fue Santos su asesino, y Lula siente que definitivamente algo se rompió con esa revelación. Después, Johnny es capturado, torturado y eliminado, por sórdidos personajes entre los que está Perdita Durango (Isabella Rossellini). En un bar conocen al bizarro Bobby Perú (Willem Dafoe), un personaje muy excéntrico. Lula parece estar embarazada, y Sailor no tiene problemas con la situación, pero ella sí, está incómoda. Posteriormente, Perú acosa a Lula, la excita, y le propone a Sailor realizar un gran robo. Por vez primera, hay problemas en la pareja, hay angustia, llanto. Después, Perdita, Perú y Sailor consuman el robo, pero el estrafalario Perú lo traiciona, aunque termina siendo eliminado por los policías. Sailor es capturado y enviado a prisión otra vez, esta vez serán seis años. Pasa el tiempo otra vez, sale y encuentra a Lula ahora con el hijo de ambos, pero decide apartarse de ella, y deja a una sollozante Lula. Mientras se marcha, es asaltado y agraviado por pandilleros, después de lo cual ve a un hada, que lo hace recapacitar, y finalmente regresa con su amada Lula.





Uno de los puntos más altos de la cinta es la forma en que el realizador estadounidense emplea un muy notable estilo para la materialización de fantasías, de recuerdos, a través del poderoso elemento fuego, que más de una vez y en significativos momentos, veremos aparecer, las intensas flamas que remarcan momentos pasionales, ya sea una llama directamente encendida, o unos fósforos que se prenden y desatan al intenso y cálido elemento. Esta intensidad también se ve poderosamente reforzada por la gradual descomposición y desequilibrio del que se ve presa la madre de Lula, una Marietta que se pinta completamente de rojo, es una demencia también intensa que no por casualidad se concreta así, es acorde a lo antes descrito. Es remarcable también el aspecto interpretativo de la cinta, vemos al más salvaje Nicolas Cage, vigoroso e indomable, joven e irrefrenable, incluso lo veremos en alguna faceta de karaoke, cantando a capella una que otra canción a su amada, vuelve loca a una hermosa Laura Dern, conforman una pareja notable; mientras también está un monstruoso Willem Dafne, una actuación bastante descompuesta, pues así lo requería el personaje, colabora y aumenta a ese ambiente de enfermad, de morbosa decadencia underground. Y por supuesto, Lynch, sabedor ya de las estupendas cualidades de Isabella Rossellini, dirige a la ilustre hija de Roberto Rossellini cuatro años después de la espectacular Blue Velvet (1986), y esa actriz, tan hermosa como talentosa, sabe lo que el director quiere, y nos lo entrega a lo grande.









El resultado es una muy atractiva cinta de descomposición, sordidez y decadencia moral y psicológica por parte de este siempre llamativo cineasta. En este, unos de los primeros largometrajes de Lynch, ya empieza a manifestar su innegable directriz surrealista, adaptando con tintes muy personales el cuento del Mago de Oz, y es muy interesante también la particular visión que tiene del cuento, imprimiéndole evidentemente su singular estilo en una adaptación bastante adulta. Es así que vemos a la Dern como la chica que huye de casa para dejar atrás todo lo que la sofoca y hostiga, escapando de la tiránica madre, por un camino impensadamente difícil, vemos incluso la presencia del camino amarillo que debe seguir la fugitiva chica, mientras tiene intensos experimentos sexuales con su salvaje amante. Asimismo, era infaltable el elemento maldad, representado, cómo no, por la bruja, ese ser repudiable que aparece en el momento en que Sailor le revela que colaboró con el hombre que acabó eliminando a su padre. Ese es un momento de inflexión, su amado, el hombre que jamás la decepcionaría ni lastimaría, le ha fallado, y ese fallo, es una ruptura, un quiebre, del que ella difícilmente se recuperará, y vemos a la bruja aparecer en un nigérrimo cielo nocturno, ahora ella sabe que la inmundicia, el mal, se esconde hasta en lo más hermoso que ella pueda pensar o concebir, y eso está retratado con el notable simbolismo de la bruja apareciendo surrealmente. De la misma forma, hasta oiremos la tonada de “somewhere over the rainbow”, y claro, la alusión al paraíso o arco iris, más que evidentes alegorías que enriquecen este ejercicio surreal, enriquecen el bizarro pero bello mundo de Lynch, un universo que debe ser visto con atención, pues en este extraño lugar, lo que aparentara ser anodino, no lo es.


   



 


2 comentarios:

  1. Gracias por la reflexión. Sólo remarcaría que te saltaste un detalle cuando mencionas que la pareja se escabulle porque están siendo asediados por Santos y los suyos. De ahí muy buena crítica.

    ¡Saludos, carajo!

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  2. Se agradece por las palabras. A seguir apreciando arte.

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