martes, 19 de junio de 2012

Sangre, sudor y lágrimas (1942) - David Lean


El británico David Lean tendría en este filme lo que es considerado su filme debut, su primer largometraje, anegue es ciertamente esta cinta una obra a la que debe uno acercarse y estudiarla con recato, y considerar ciertos factores indispensables para su análisis. Escuetamente mencionaré, para ahondar en esto más adelante, que la película, si bien dirigida por David Lean, es decir se le adjudica la dirección del filme, es el dramaturgo Noel Coward, coterráneo de Lean, quien codirige el filme, y se involucra mucho más poderosamente con la materialización del mismo que el propio cineasta británico. Sea como fuere, el filme es una travesía por la verídica historia de las vivencias de la tripulación de un navío bélico británico, el HMS Torrin, durante la Segunda Guerra Mundial, en la batalla de Creta, en la cual el barco, en su primera y única misión, es hundido, y la cinta nos transportará, tanto a las peripecias de sus tripulantes luego del hundimiento, como a sus experiencias previas al combate, a través de flashbacks de sus principales tripulantes. Cinta cargada de fuertes dosis de propagandismo bélico, el cual resulta bastante obvio y evidente en determinados segmentos de su rodaje, es un ejercicio naturalmente impregnado del orgullo bélico inglés, en plena guerra mundial, 1942, un filme que busca despertar el orgullo y la entereza de un pueblo que se veía dominado en el conflicto mundial.


        


Inicia el filme con una voz en off que nos indica que esta es la historia de un barco, el mismo que vemos siendo construido por soldados británicos. Es el 23 de mayo de 1941, el barco zarpa, a la batalla de Creta, donde severo combate se desata con los nazis. Los aviones alemanes despliegan todo su poderío sobre el barco, el HMS Torrin, el cual hunden, y el oficial al mando, el capitán E. V. Kinross R.N. (Coward), bajo el agua tras el ataque germano, comienza a rememorar los días previos a la batalla, primero, uniéndose al ejército de su país, Gran Bretaña, y luego, su despedida con los miembros de su familia. Mientras Kinross recuerda a su esposa e hijos, en la batalla, por su parte, los soldados ingleses luchan por alcanzar una balsa de salvataje. Sigue el capitán rememorando los momentos previos al combate, la guerra aún sin confirmarse, y la forma en que arengaba a sus soldados para batallar con valentía y honor, y poco después la guerra es ya declarada oficialmente. Son los días de Navidad, la familia recuerda lo que fue la primera guerra mundial, hay tristes despedidas, mientras en la batalla, aviones nazis no cesan de disparar, abren fuego contra los soldados, indefensos y aferrándose a la balsa.




A su vez, otro tripulante de la embarcación, el marinero Shorty Blake (John Mills), también rememora sus días previos al combate, con sus familiares, donde también abundaron las despedidas con tono de tristeza. En el presente, es decir la guerra, Blake ha sido herido, se encuentra recuperándose, una bitácora indica en orden lo sucedido. Se hace un recuento, se reconocen las víctimas, a su vez que Kinross afirma que hay un desertor entre los oficiales. Los enfrentamientos con los nazis continúan, los heridos son atendidos. Los recuerdos de Blake prosiguen, en su hogar, su padre, (George Carney), su madre (Kathleen Harrison), y su hermana May (Jill Stephens), están afectados por la marcha de Shorty, hay malestar, mientras sonoras marchas de la armada británica se producen. La guerra continúa, y en el frente de batalla, uno de los soldados recibe buenas y malas noticias en una carta, su hijo ha nacido, pero su esposa feneció en un derrumbe, producto de los bombardeos. Poco después, el gran HMS Torrin finalmente se hunde, en medio de hurras y homenajes de sus ex tripulantes. Llega una embarcación rescatista, son finalmente salvados, y sus respectivas familias se regocijan de tener al fin buenas noticias de sus combatientes familiares. Todo acabó, Kinross se despide de sus soldados, mientras la orgullosa bandera británica flamea.





El filme tiene ciertos buenos momentos, y el inicio del mismo es atractivo, con los soldados construyendo la inmensa embarcación, frenéticas imágenes del nacimiento del buque, elemento corazón del filme, y la naturaleza frenética de las imágenes se prolonga hasta la batalla misma con los nazis, que es retratada aceptablemente, enfrentamientos aire-aire, y aire-mar. Y claro, el elemento central de la narración, las remembranzas de los británicos, materializados en el interesante recurso de los flashbacks distorsionados bajo el agua, recurso que al inicio es atractivo, pero al irse recurrentemente repitiendo, va ciertamente perdiendo efectividad, como la acción misma del filme. Lo más interesante de la cinta sería el acercamiento a las vivencias de los soldados, humanizando a los combatientes, acercándose a la intimidad de sus hogares, de sus familiares, su dolor y preocupación, todo en una suerte de bitácora que nos acerca, tanto a su intimidad, como a lo que sucede en la guerra -interesante algún momento del navío balanceándose turbulentamente, como la cámara misma-, en su presente, un doble perspectivismo que dota de interés al filme, pero que, de nuevo, se va desvaneciendo conforme avanza el metraje, se siente como si su meollo no acabara jamás de explotar. Y claro, el mensaje propagandístico, evidente, palpable, latente, humaniza también al espectador al exponérsele las vivencias familiares, y lo parcializa, naturalmente, con el bando británico, que se veía amenazado y mermado en la guerra verdadera. Remarcado y perfectamente entendible nacionalismo hay en el filme, era 1942, la guerra en pleno desarrollo, himnos, marchas sonoras, y claro, el colofón ideal, la orgullosa bandera británica que flamea en todo su esplendor, transmite el orgullo inglés, y se cierra el círculo panfletario y bélico propagandístico, era necesario animar a la nación. Para terminar, hablar de la dirección, un David Lean de quien se conocen su efectividad y buena labor en posteriores filmes, pero que en este, su debut, es Noel Coward quien en realidad invierte, como curiosamente el título doblado indica, sangre sudor y lágrimas, aportando, inauditamente, actuación, escritura del guión, composición musical, es productor, y por si fuera poco, desempéñase también en la dirección; queda en anécdota que su apellido, Copward, traduciéndose sería cobarde. El proyecto es, pues, mucho más íntimamente un producto de Coward, que de Lean, que en el futuro probaría su valía como director. Filme atractivo, si bien moderadamente, pero es algo comprensible, normal, eran los días del más grande conflicto humano habido hasta el momento.








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