martes, 15 de mayo de 2012

El tren de las 3:10 (1957) - Delmer Daves

Excelente western el que presenciamos en esta ocasión, dirigido por el gran californiano Delmer Daves, uno de esos dotados que supo desempeñarse con maestría entre dos corrientes, materializando obras maestras tanto en el film noir como en el western, aunque buen sector de sus aficionados afirmen que es éste último estilo en el que descolla mejor. Presenta Daves un apasionante western, con variaciones que lo vuelven tan complejo como atractivo, con una historia que a priori no parece en extremo atractiva, pero en manos de un buen director, queda una cinta excepcional. Es la historia de un criminal, asaltante en un pequeño pueblo en el Oeste yanqui, que, tras realizar uno de sus trabajos, asaltando una diligencia, colmará la paciencia de los pobladores, y el sheriff decide reclutar pueblerinos para capturar y llevar a Yuma al delincuente en el tren del título, pero obviamente, sus compinches no lo pondrán fácil. Uno de los encargados de transportar al prisionero será un granjero, desesperado en apuros económicos, lo hace por dinero, pero una impensada relación surgirá con su escoltado. Seductor western que se desvía de las tradicionales directrices para enriquecer la historia en diversos planos, desde la excelente delineación de sus personajes, hasta el tratamiento de la historia misma, pasando por la banda sonora, y una concisión en su guión, con presencia de relatos cortos, que vuelven a la cinta algo irresistible, un clásico entre las cowboyadas, una de las mejores obras de uno de los mejores realizadores del género; una obra, pues, necesaria.

    


En un camino desolado, un carruaje avanza, el mismo que es asaltado por Ben Wade (Glenn Ford) y su banda, quienes no se amilanan ni cuando se enteran que un pasajero es el propietario de la línea de transporte. Uno de los agraviados en el asalto es Dan Evans (Van Heflin), granjero que regresa con su familia, avergonzado por haber estado impotente frente a sus hijos en el asalto, y en serios aprietos por la sequía que ha arruinado su cosecha. El sheriff del pueblo es informado de lo sucedido, se planea formar un grupo para detener de una vez a la temible y conocida banda. Wade, por su parte, se entretiene en una cantina, cuya dependiente resulta ser una vieja conocida, y con quien tiene una efímera aventura. Decididos ya a actuar, el sheriff, Dan y Alex Potter (Henry Jones), un ebrio del pueblo, encuentran al delincuente, lo esposan, lo pondrán en el tren de las 3:10 a Yuma. En un carruaje bien custodiado por ellos, hacen una parada en la casa del propio Dan, donde Wade come y conoce a sus hijos, y a su esposa, Alice (Leora Dana). Prosiguen el viaje, llegan a la estación respectiva en Bisbee, se procura mantener el secreto de su misión, sabedores de que los compinches de Wade no permitirán que su jefe sea aprisionado.





Dan mismo custodia a Wade hasta la llegada del tren, lo hace por dinero, está necesitado, y Wade, sabedor de ello, le dice que lo libere a cambio del doble de la paga a él prometida, va convenciendo a su custodio. Durante la espera, algún ciudadano intenta liquidar al asaltante con sus propias manos, pero Dan lo evita, sigue esperando el tren a Yuma. Efectivamente, los hombres de Wade se apersonan, sitian el lugar, y si Dan mata a Wade, se mataría a él mismo. Se produce el inminente tiroteo, las reducidas fuerzas de los custodios van mermándose, el alcohólico Potter es eliminado,  y paralelamente, Alice decide ir a buscar a su marido. La fiel Alice llega hasta Bisbee, habla con su esposo, le pide que desista en su intento de embarcar a Wade, pero Dan, conmovido por la muerte de Alex, está más determinado que nunca a hacerlo. Ya casi llega la hora señalada, Wade siempre sigue tanteando a Dan con mucho más dinero, pero es tarde, se desata una feroz balacera entre los reducidos efectivos locales de la ley, más Dan, y la banda de Wade, que ha sitiado su locación por todos lados. Tras el recio combate, consigue Dan subir al tren con Wade, inclusive con colaboración de éste, el tren comienza su trayecto, mientras su querida Alice los observa alejarse.




Enorme western el de Daves, que desborda completamente sus reducidos poco más de noventa minutos de duración. Es un western cargado de una severa solemnidad, gravedad y consternación, tristeza que se plasma desde el inicio con una melancólica canción interpretada por Frankie Lane, y que nos introduce ya en la densa y seria atmósfera de la historia. Continuando en ese apartado, el bello acompañamiento musical se prolonga a lo largo de casi todo el filme, algo que es de notar, y será George Dunning quien prosiga con ese complemento narrativo y expresivo, y no deja de agradar que ciertamente la música esté presente durante buena parte del filme. Pasa de la melancolía mayormente, a secuencias idílicas, como el romance de Wade con la cantinera, son muy expresivos instantes, y que saben también ser potentes en otros momentos de la historia, más tensos. Este acompañamiento musical decididamente maximiza y refuerza la narración, es un punto a favor del filme. El western de Daves resulta tan seductor, entre otras cosas, como se mencionó por el gran trabajo delineando a sus personajes, muy bien definidos, atractivos, empezando, por supuesto, con Wade, un bandido más que singular, no es el villano común, desalmado infeliz que mata a diestra y siniestra. No, Wade es un personaje complejo, taciturno incluso, muy observador, sabe escuchar, analiza mucho las circunstancias, y eso lo pone al frente de muchas situaciones que maneja. Es incluso encantador con las féminas, protagonizando el romance con la cantinera, efímero idilio, potenciado por la música descrita, y que constituye casi un relato aparte, pareciera separarse del filme ese breve pero emotivo segmento, con un tratamiento bien diferenciado, que no se repite más en toda la cinta, pues es una situación a parte, y eso se debe a la personalidad de Wade, mucho más que un mero villano. Empero, será capaz de liquidar a un camarada suyo en un instante, sin pensarlo dos veces si estorba sus planes, se trata pues de un personaje muy complejo, que despierta interés.







Ciertamente es digno de una historia a parte, complejo y rico personaje, es humanizado desde diversos ángulos, cuando habla, la forma en que se expresa, con su actitud fresca y socarrona, esto hace tan atractivo a un villano del que por momentos olvidamos su condición como tal. Incluso coqueteando con la mujer del supuesto rival, y ella queda embelesada un momento. Y más aún, es más humanizado que nunca al final, salvando la vida de su custodio, por gratitud, por haberle salvado la vida, no es un abyecto bellaco, no es un canalla después de todo, es un personaje que podría protagonizar él solo una cinta a parte, estamos pues frente a un western que tiene multitud de planos, muy complejo; como aseveré, que rebasa por completo su escasa hora y media de duración. De esta forma, el multifacético y talentoso Daves nos presenta un western que se escinde del típico estilo de esta corriente, ya no es un desalmado pistolero bandido que se enfrenta al aguerrido y valeroso héroe, vengando alguna afrenta, ya no son los yanquis enfrentando a los indios, o a la desalmada y torcida versión que los yanquis de ellos presentan. Ahora tenemos a dos sujetos unidos por las circunstancias, uno en la desesperación de su precaria economía, otro que, ante las mismas circunstancias, simplemente actúa por la fuerza y toma lo que quiere, él hace todo lo que el primero no, por temor, por inseguridad. Tenemos a un villano no tan villano, y a un héroe al que le faltan todos los ingredientes del héroe clásico del Oeste, es un western en el que la línea divisoria de sus protagonistas nunca fue tan frágil. Las actuaciones son vitales para que la cinta sea tan sólida y herméticamente soberbia, Van Heflin cumple en el papel del sufrido personaje, angustiado, atrapado, la gravedad de su expresión es correcta, y su interpretación, convence sobradamente. Pero queda en segundo plano ante una de las mejores interpretaciones del notable Glenn Ford, elegante, dominante, con esa expresión despreocupada y socarrona que encaja perfectamente con el personaje, es un individuo que no pierde el control jamás, calculador y observador como pocos, se erige en el protagonista de la historia, y su actuación es de lo mejor del filme. Con toda esta riqueza de contenido, Delmer Daves configura uno de sus trabajos más logrados y completos, de los más seductores que se le ha visto, con una economía narrativa que le hace mostrar solamente lo necesario, aumentando la solidez del filme. De lo mejor de Daves, los fanáticos del western encontrarán en esta joya una película inolvidable y de culto.







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